/ viernes 20 de agosto de 2021

Solares de Letras | Importancia de las revistas literarias

Partimos de la premisa de que las revistas literarias son importantes, pues constituyen un necesario foro de expresión y un taller de aprendizaje, no solo para futuros escritores, sino para cualquier profesional que tenga como herramienta básica el lenguaje. La primera revista literaria en la Licenciatura en Letras Hispánicas apareció en diciembre de 1998, después de 12 años de la fundación de esta carrera. Esa primicia me correspondió a mí, maestra de Español, que había empezado a trabajar en la Universidad en 1991, después de cursar un diplomado en Lingüística impartido por el maestro húngaro Kalman Verebelyi. Fue en 1998, cuando fui invitada a dar el taller de redacción, cuyo titular era el maestro Abel Alemán Mora. Mi trabajo con el grupo de más de veinte estudiantes, dio como resultado un proyecto de revista, que en su primera versión fue artesanal. Se integró un comité editorial para revisar, corregir y seleccionar los textos, y la propuesta aceptada por el grupo fue que cada quien participara con un trabajo como mínimo. Así, apareció una revista numerada con el cero y que fue el inicio de la producción editorial de revistas en la carrera de Letras Hispánicas. Solares de letras tuvo una duración de siete años, pues el último de los ejemplares con este nombre apareció en 2004.

Su título fue el resultado de una consulta entre los alumnos de ese grupo: “Se llama Solares de Letras porque solar en la acepción que nos interesa aquí es: terreno donde se ha edificado o se ha de edificar (Gran Diccionario de la Lengua Española). Además, en el sintagma, la palabra denota pluralidad, apertura, cercanía con las letras y con la universal pasión por la Literatura”. De acuerdo a este título, los alumnos presentarían su mejor ejemplo de descripción, de narración, o el resultado de algunos ejercicios de estilo que los acercaran a la producción poética y al ensayo. Ahora que vuelvo a leer sus textos puedo advertir la sagacidad de algunos, como la narración sobre la importancia de los mitos en la cultura del trabajo de Luis Enrique Flores, las voces nuevas a las que se refiere Rocío del Carmen Hernández de Luna, o la prudente recomendación de Tazia: “Si entras a estudiar letras o a un taller literario, ten cuidado porque tratarán de destruir tus textos y demostrarte que no eres bueno para escribir, pero no te dejes, defiende tu estilo propio. […]”. El pensamiento sobre cómo ser escritor estaba explícitamente presente tanto en estas palabras, como en el instructivo de Fernanda Manzo, pero la intención de escribir permeaba la conciencia de todos los participantes; la prueba está en el arraigo que adquirió la revista a partir de este número. El Consejo editorial, integrado por Tazia del Carmen Martínez, Vero Saucedo, Enrique Flores, Carolina Bragdon, Marcela Zárate y una servidora, dimos el visto bueno a los trabajos de Rocío del Carmen Hernández, Ana María Hernández, Penélope Álvarez, Martha Nájera, Abelardo Fonseca, Marisol Padilla, Salím Díaz, Maribel Barrón, Ma. Alejandra Esparza, Paula Nájera, José Luis González, Martha Cecilia Muñoz, María Leticia González, Angélica Thelma Varela, Claudia Patricia Muñoz, Gabriela Monserrat Medina, Ma. del Carmen de Luna, Evelyn Betsabé y Ma. Fernanda Manzo.. Entre todo el grupo elaboramos artesanalmente 100 ejemplares en la casa de Tazia Martínez.

La revista se presentó en el salón 5 B, con la presencia del Jefe de Dpto Jorge Ávila Storer, los compañeros maestros, los alumnos de otros semestres, el decano Bonifacio Barba, y los padres de familia de los alumnos participantes. A partir de este momento, la revista se hizo parte de la carrera, el comité editorial, enriquecido con la presencia de alumnos de otros grados: -María Luisa Álvarez Medina y Edgar Girón García- promovió la edición de los siguientes números. Cuando esta generación de estudiantes egresó, otra tomó la batuta y se llegó hasta el número 7, en septiembre de 2004, donde los géneros publicados fueron poesía, crítica, narrativa, ensayo, estaban las fotografías de Juan Paulo González e incluía una entrevista al ganador del premio de poesía Aguascalientes de ese año: Luis Vicente de Aguinaga. El consejo editorial estuvo formado por Yadira Teresa Cuéllar Miranda, Nancy García Gallegos, Alejandra M. Vázquez, Liliana Muñoz Sandoval, Paulina Ávalos Valladares y Atenea Vázquez, quienes, para la impresión, obtuvieron el apoyo de EL SOL DEL CENTRO y de Página 24, e hicieron un tiraje de 500 ejemplares. Este somero repaso, por los siete años de la primera revista de la Carrera de Letras, permite confirmar nuestra premisa. Las revistas literarias son una necesidad y un apoyo sustantivo en la formación de los estudiantes de cualquier carrera, con mayor razón si ésta aspira a que el perfil de sus egresados incluya un manejo fluido y profesional de la lengua.

Partimos de la premisa de que las revistas literarias son importantes, pues constituyen un necesario foro de expresión y un taller de aprendizaje, no solo para futuros escritores, sino para cualquier profesional que tenga como herramienta básica el lenguaje. La primera revista literaria en la Licenciatura en Letras Hispánicas apareció en diciembre de 1998, después de 12 años de la fundación de esta carrera. Esa primicia me correspondió a mí, maestra de Español, que había empezado a trabajar en la Universidad en 1991, después de cursar un diplomado en Lingüística impartido por el maestro húngaro Kalman Verebelyi. Fue en 1998, cuando fui invitada a dar el taller de redacción, cuyo titular era el maestro Abel Alemán Mora. Mi trabajo con el grupo de más de veinte estudiantes, dio como resultado un proyecto de revista, que en su primera versión fue artesanal. Se integró un comité editorial para revisar, corregir y seleccionar los textos, y la propuesta aceptada por el grupo fue que cada quien participara con un trabajo como mínimo. Así, apareció una revista numerada con el cero y que fue el inicio de la producción editorial de revistas en la carrera de Letras Hispánicas. Solares de letras tuvo una duración de siete años, pues el último de los ejemplares con este nombre apareció en 2004.

Su título fue el resultado de una consulta entre los alumnos de ese grupo: “Se llama Solares de Letras porque solar en la acepción que nos interesa aquí es: terreno donde se ha edificado o se ha de edificar (Gran Diccionario de la Lengua Española). Además, en el sintagma, la palabra denota pluralidad, apertura, cercanía con las letras y con la universal pasión por la Literatura”. De acuerdo a este título, los alumnos presentarían su mejor ejemplo de descripción, de narración, o el resultado de algunos ejercicios de estilo que los acercaran a la producción poética y al ensayo. Ahora que vuelvo a leer sus textos puedo advertir la sagacidad de algunos, como la narración sobre la importancia de los mitos en la cultura del trabajo de Luis Enrique Flores, las voces nuevas a las que se refiere Rocío del Carmen Hernández de Luna, o la prudente recomendación de Tazia: “Si entras a estudiar letras o a un taller literario, ten cuidado porque tratarán de destruir tus textos y demostrarte que no eres bueno para escribir, pero no te dejes, defiende tu estilo propio. […]”. El pensamiento sobre cómo ser escritor estaba explícitamente presente tanto en estas palabras, como en el instructivo de Fernanda Manzo, pero la intención de escribir permeaba la conciencia de todos los participantes; la prueba está en el arraigo que adquirió la revista a partir de este número. El Consejo editorial, integrado por Tazia del Carmen Martínez, Vero Saucedo, Enrique Flores, Carolina Bragdon, Marcela Zárate y una servidora, dimos el visto bueno a los trabajos de Rocío del Carmen Hernández, Ana María Hernández, Penélope Álvarez, Martha Nájera, Abelardo Fonseca, Marisol Padilla, Salím Díaz, Maribel Barrón, Ma. Alejandra Esparza, Paula Nájera, José Luis González, Martha Cecilia Muñoz, María Leticia González, Angélica Thelma Varela, Claudia Patricia Muñoz, Gabriela Monserrat Medina, Ma. del Carmen de Luna, Evelyn Betsabé y Ma. Fernanda Manzo.. Entre todo el grupo elaboramos artesanalmente 100 ejemplares en la casa de Tazia Martínez.

La revista se presentó en el salón 5 B, con la presencia del Jefe de Dpto Jorge Ávila Storer, los compañeros maestros, los alumnos de otros semestres, el decano Bonifacio Barba, y los padres de familia de los alumnos participantes. A partir de este momento, la revista se hizo parte de la carrera, el comité editorial, enriquecido con la presencia de alumnos de otros grados: -María Luisa Álvarez Medina y Edgar Girón García- promovió la edición de los siguientes números. Cuando esta generación de estudiantes egresó, otra tomó la batuta y se llegó hasta el número 7, en septiembre de 2004, donde los géneros publicados fueron poesía, crítica, narrativa, ensayo, estaban las fotografías de Juan Paulo González e incluía una entrevista al ganador del premio de poesía Aguascalientes de ese año: Luis Vicente de Aguinaga. El consejo editorial estuvo formado por Yadira Teresa Cuéllar Miranda, Nancy García Gallegos, Alejandra M. Vázquez, Liliana Muñoz Sandoval, Paulina Ávalos Valladares y Atenea Vázquez, quienes, para la impresión, obtuvieron el apoyo de EL SOL DEL CENTRO y de Página 24, e hicieron un tiraje de 500 ejemplares. Este somero repaso, por los siete años de la primera revista de la Carrera de Letras, permite confirmar nuestra premisa. Las revistas literarias son una necesidad y un apoyo sustantivo en la formación de los estudiantes de cualquier carrera, con mayor razón si ésta aspira a que el perfil de sus egresados incluya un manejo fluido y profesional de la lengua.