/ viernes 3 de mayo de 2024

Taza de Soles | Rubén Islas y el objeto singular que remite a la infancia

La primera vez que escuché hablar de Rubén Islas, artista plástico de larga trayectoria, fue hace unas semanas, cuando Graciela Martínez nos invitó a las compañeras normalistas a visitar la exposición “El objeto singular”, en la Galería Francisco Díaz de León, ubicada en la Casa Terán. Me comuniqué con mi amiga para gestionar una entrevista con su esposo, que a la postre no se pudo realizar, por motivos de salud del artista. Para compensar, Graciela Martínez me puso en contacto con el maestro fotógrafo Jorge Camarillo, quien me proporcionó el curriculum del artista plástico Rubén Islas. De ahí he obtenido el siguiente resumen.

Rubén Islas (Florentino Hernández Islas) nació en Tulancingo, Hidalgo en 1931. Fue actor y director de Teatro y artista autodidacta en Artes Plásticas. Estudio actuación y arte teatral en el Instituto Cinematográfico de Radio y Televisión, así como Dirección Teatral en la Escuela de Arte Teatral del I.N.B.A., participo en 20 obras de teatro en la ciudad de México, en el “Latin American Theater”, New York con el “El Extensionista” en 1982 y “Los Dos Hermanos” en 1984.Dirigió cinco obras de teatro.

Como artista plástico, Islas ha participado en 10 exposiciones colectivas y su trabajo se ha expuesto individualmente en: la Casa de la Cultura de León, 1992, la Galería de Artes Visuales ,ICA, 1994,el Vestíbulo del Congreso del Estado, 1995,la Galería de la Ciudad, 1997, el Centro Cultural Los Arquitos, 1998, el Colegio de Michoacán 2002, la casa Terán, 2001, 2005, 2018 y 2024, Escuela de Cristo, 2016 y el Museo de la Insurgencia, 2017 y 2020.

En relación con los relieves que hay en sus esculturas, Rubén Islas encuentra una conexión directa de su obra con el pintor de Zacatecas, Manuel Felguérez y respecto a su postura social se considera heredero del “frustrado movimiento del 68”.

En una entrevista que circula por la web, el artista plástico revela a los receptores, que su trabajo extiende sus raíces en sus juegos en la infancia. Menciona que, de niño, vivía cerca de una estación de ferrocarriles y que, junto con los niños del barrio, recogía los clavos y otros materiales que encontraba a la mano, como los trozos de madera, elementos que para él son artísticos y rescatables. Su concepto de materiales como las piedras es muy interesante, porque ve a las que encontramos en la playa, como “verdaderas esculturas que el agua ha erosionado”, a las piedras negras de obsidiana y en general a cualquier piedra, como una escultura. En síntesis, como bien expresa Jorge Camarillo: “para Islas, los objetos mismos son una pulsión inicial que transfigura a partir de una compleja interrelación que fragua en objeto estético, en el amplio sentido de la palabra, es decir, no busca sólo orden ni belleza sino la sugerencia de formas a manera de un oráculo morfológico que lleve a una reflexión profunda y placentera.”

Si recordamos que oráculo es, según los griegos, “la respuesta dada por un dios a una pregunta personal, concerniente generalmente al futuro, como método de adivinación”, podemos interpretar estas esculturas como las respuestas que el propio artista va encontrando en sus travesías por los sitios que le proporcionan materiales, y que, al decir de su compañera Graciela, son los negocios donde se enmarcan cuadros, las carpinterías, las tiendas, las joyerías de fantasía, la chatarra. Quienes contemplamos sus esculturas con atención podemos aspirar a obtener respuestas. Una atención esmerada nos permite ver en estas esculturas - más allá de objetos bonitos, que en ocasiones respetan las simetrías y que van combinado materiales diversos, como madera, clavos, ganchos para ropa, algunos huesos de animales, semillas y otros adornos- el brillo de lo auténticamente estético.

Hace un par de días, visité la exposición “El objeto singular”. Tomé fotografías de la obra. Más de treinta esculturas. Estuve sola mientras tanto, en unas salitas mal iluminadas y con una curaduría que acusa deficiencias, como la falta de cédulas a cada uno de los trabajos. No vi ningún libro para anotar mis impresiones, no había nadie de guardia para preguntar cualquier duda. ¿esto es lo más común? Me confirmo en la idea: Ser artista es luchar contra la soledad, es sobrevivir a la indiferencia.

Regresé a redactar mi colaboración. Mi trabajo también es una botellita que lanzó al mar cada semana. Quisiera cerrar este artículo con las palabras de Jorge Camarillo, respecto a la poca sensibilidad que se va despertando en los centros educativos: “No es la falta de infraestructura el problema, sino el cómo difundir la cultura, la educación artística en los primeros años, el contacto y la sensibilización con el arte”. https://revistacuartoscuro.com/jorge-camarillo/. Estos artículos forman parte de una resistencia que adivino en artistas como Rubén Islas. Vayan a ver esta exposición, vigente hasta el 15 de junio, 2024.

La primera vez que escuché hablar de Rubén Islas, artista plástico de larga trayectoria, fue hace unas semanas, cuando Graciela Martínez nos invitó a las compañeras normalistas a visitar la exposición “El objeto singular”, en la Galería Francisco Díaz de León, ubicada en la Casa Terán. Me comuniqué con mi amiga para gestionar una entrevista con su esposo, que a la postre no se pudo realizar, por motivos de salud del artista. Para compensar, Graciela Martínez me puso en contacto con el maestro fotógrafo Jorge Camarillo, quien me proporcionó el curriculum del artista plástico Rubén Islas. De ahí he obtenido el siguiente resumen.

Rubén Islas (Florentino Hernández Islas) nació en Tulancingo, Hidalgo en 1931. Fue actor y director de Teatro y artista autodidacta en Artes Plásticas. Estudio actuación y arte teatral en el Instituto Cinematográfico de Radio y Televisión, así como Dirección Teatral en la Escuela de Arte Teatral del I.N.B.A., participo en 20 obras de teatro en la ciudad de México, en el “Latin American Theater”, New York con el “El Extensionista” en 1982 y “Los Dos Hermanos” en 1984.Dirigió cinco obras de teatro.

Como artista plástico, Islas ha participado en 10 exposiciones colectivas y su trabajo se ha expuesto individualmente en: la Casa de la Cultura de León, 1992, la Galería de Artes Visuales ,ICA, 1994,el Vestíbulo del Congreso del Estado, 1995,la Galería de la Ciudad, 1997, el Centro Cultural Los Arquitos, 1998, el Colegio de Michoacán 2002, la casa Terán, 2001, 2005, 2018 y 2024, Escuela de Cristo, 2016 y el Museo de la Insurgencia, 2017 y 2020.

En relación con los relieves que hay en sus esculturas, Rubén Islas encuentra una conexión directa de su obra con el pintor de Zacatecas, Manuel Felguérez y respecto a su postura social se considera heredero del “frustrado movimiento del 68”.

En una entrevista que circula por la web, el artista plástico revela a los receptores, que su trabajo extiende sus raíces en sus juegos en la infancia. Menciona que, de niño, vivía cerca de una estación de ferrocarriles y que, junto con los niños del barrio, recogía los clavos y otros materiales que encontraba a la mano, como los trozos de madera, elementos que para él son artísticos y rescatables. Su concepto de materiales como las piedras es muy interesante, porque ve a las que encontramos en la playa, como “verdaderas esculturas que el agua ha erosionado”, a las piedras negras de obsidiana y en general a cualquier piedra, como una escultura. En síntesis, como bien expresa Jorge Camarillo: “para Islas, los objetos mismos son una pulsión inicial que transfigura a partir de una compleja interrelación que fragua en objeto estético, en el amplio sentido de la palabra, es decir, no busca sólo orden ni belleza sino la sugerencia de formas a manera de un oráculo morfológico que lleve a una reflexión profunda y placentera.”

Si recordamos que oráculo es, según los griegos, “la respuesta dada por un dios a una pregunta personal, concerniente generalmente al futuro, como método de adivinación”, podemos interpretar estas esculturas como las respuestas que el propio artista va encontrando en sus travesías por los sitios que le proporcionan materiales, y que, al decir de su compañera Graciela, son los negocios donde se enmarcan cuadros, las carpinterías, las tiendas, las joyerías de fantasía, la chatarra. Quienes contemplamos sus esculturas con atención podemos aspirar a obtener respuestas. Una atención esmerada nos permite ver en estas esculturas - más allá de objetos bonitos, que en ocasiones respetan las simetrías y que van combinado materiales diversos, como madera, clavos, ganchos para ropa, algunos huesos de animales, semillas y otros adornos- el brillo de lo auténticamente estético.

Hace un par de días, visité la exposición “El objeto singular”. Tomé fotografías de la obra. Más de treinta esculturas. Estuve sola mientras tanto, en unas salitas mal iluminadas y con una curaduría que acusa deficiencias, como la falta de cédulas a cada uno de los trabajos. No vi ningún libro para anotar mis impresiones, no había nadie de guardia para preguntar cualquier duda. ¿esto es lo más común? Me confirmo en la idea: Ser artista es luchar contra la soledad, es sobrevivir a la indiferencia.

Regresé a redactar mi colaboración. Mi trabajo también es una botellita que lanzó al mar cada semana. Quisiera cerrar este artículo con las palabras de Jorge Camarillo, respecto a la poca sensibilidad que se va despertando en los centros educativos: “No es la falta de infraestructura el problema, sino el cómo difundir la cultura, la educación artística en los primeros años, el contacto y la sensibilización con el arte”. https://revistacuartoscuro.com/jorge-camarillo/. Estos artículos forman parte de una resistencia que adivino en artistas como Rubén Islas. Vayan a ver esta exposición, vigente hasta el 15 de junio, 2024.