/ lunes 20 de septiembre de 2021

La revocación de mandato en otras democracias

Recientemente, visité el estado de California, en los Estados Unidos de América, como parte de una gira de trabajo para estrechar lazos, así como consolidar alianzas estratégicas para atraer más y mejores inversiones a México, en especial a Aguascalientes. De igual modo, tuve diversas reuniones en las que presenté las ventajas competitivas de nuestro estado y por qué constituye un lugar ideal para el desarrollo empresarial; asimismo, lograr que nuestras empresarias y empresarios accedan a mejores condiciones para invertir o establecer negocios en EUA.

En el marco de esta gira de trabajo, tuve oportunidad de vivir muy de cerca un importante ejercicio cívico: el proceso de revocación de mandato al que sometió el demócrata Gavin Newsom como gobernador de California. El próximo año viviremos en México una jornada similar, de ahí la importancia de observar cómo se realizan estos ejercicios de participación ciudadana en otros países, a fin de incorporar aquellas prácticas, tecnología y dinámicas que nos permitan fortalecer y garantizar la legitimidad del proceso.

Primeramente, hay que aclarar que ningún sistema de gobierno es perfecto; sin embargo, ello no debe hacernos desistir de implementar acciones en aras de alcanzar una mejor democracia. California es uno de los 19 estados que posee la figura de revocación de mandato y, además, es uno de los 11 estados que faculta a que cualquier votante pueda impulsar una campaña de destitución. De acuerdo con la Secretaría de Estado de California, se han vivido 179 intentos de destitución desde 1913, de los cuales 10 se han autorizado para votaciones, pero solo 6 han sido exitosos. El más recordado, sin duda, fue el que llevó al republicano Arnold Schwarzenegger a la gubernatura, luego de la destitución de Gray Davis en 2003.

En marzo de 2019, la especialista Karla Sánchez publicó en la revista Letras libres una investigación en torno a la revocación de mandato como figura política. Al respecto, reconoce dos modalidades: por un lado, la revocación completa, en la que hay una participación popular que convoca y aprueba la revocación de mandato, como sucede a nivel local en EUA y a nivel federal en Etiopía o Nigeria; por otro, la revocación mixta, cuya convocatoria emana de un parlamento y la aprobación depende del voto popular a través de un refrendo, como ocurre en Alemania o Rumanía.

Sánchez cita una crítica de Luis Carlos Ugalde, expresidente del Instituto Federal Electoral, quien sostiene que la propuesta que se presentó para nuestro país constituye una consulta de ratificación y no de revocación, en virtud de que es el propio presidente quien la solicita. Esta es, quizá, una de las diferencias esenciales del ejercicio ciudadano que tuve oportunidad de ver en California, en tanto que la iniciativa emana de las propias personas, no de figuras o funcionarios políticos. Asimismo, el planteamiento de la pregunta —como bien señala el analista Enrique Campos— no tiene trampas ni enredos: “¿Debe Gavin Newsom ser removido de la gubernatura?”, un cuestionamiento que solo admite una de dos respuestas: sí o no, en el caso de esta última, la misma boleta incluye una lista de 46 candidatos que habrían podido ocupar el cargo de Newsom y de los cuales emanaría el nuevo gobernador de acuerdo con la voluntad ciudadana.

En esta ocasión, Gavin Newsom ganó la consulta. Si el resultado hubiera sido diferente, el impacto se habría resentido en todo EUA y, por supuesto, en los mercados financieros, en especial en un momento en el que Joe Biden no luce particularmente fuerte ante diversos sectores de la opinión pública.

¿Qué debemos aprender de la revocación de mandato en California? Que este instrumento le otorga un enorme poder a la ciudadanía, una facultad que, por supuesto, no está exenta del uso faccioso, el más grave: que ciertas grupos sociales se organicen para imponer su voluntad mediante este ejercicio ciudadano. Por ejemplo, California se ha consolidado como un bastión demócrata, de ahí que la revocación sea una figura que le permita al partido republicano apropiarse del estado, como sucedió en 2003 con Schwarzenegger. Por otro lado, el uso faccioso más inofensivo radica en que los gobernantes lo usen para ser adulados. Por lo tanto, nos toca establecer claramente los mecanismos para la revocación de mandato, a fin de que sea un instrumento que verdaderamente promueva y garantice el buen desempeño de los funcionarios públicos.

Recientemente, visité el estado de California, en los Estados Unidos de América, como parte de una gira de trabajo para estrechar lazos, así como consolidar alianzas estratégicas para atraer más y mejores inversiones a México, en especial a Aguascalientes. De igual modo, tuve diversas reuniones en las que presenté las ventajas competitivas de nuestro estado y por qué constituye un lugar ideal para el desarrollo empresarial; asimismo, lograr que nuestras empresarias y empresarios accedan a mejores condiciones para invertir o establecer negocios en EUA.

En el marco de esta gira de trabajo, tuve oportunidad de vivir muy de cerca un importante ejercicio cívico: el proceso de revocación de mandato al que sometió el demócrata Gavin Newsom como gobernador de California. El próximo año viviremos en México una jornada similar, de ahí la importancia de observar cómo se realizan estos ejercicios de participación ciudadana en otros países, a fin de incorporar aquellas prácticas, tecnología y dinámicas que nos permitan fortalecer y garantizar la legitimidad del proceso.

Primeramente, hay que aclarar que ningún sistema de gobierno es perfecto; sin embargo, ello no debe hacernos desistir de implementar acciones en aras de alcanzar una mejor democracia. California es uno de los 19 estados que posee la figura de revocación de mandato y, además, es uno de los 11 estados que faculta a que cualquier votante pueda impulsar una campaña de destitución. De acuerdo con la Secretaría de Estado de California, se han vivido 179 intentos de destitución desde 1913, de los cuales 10 se han autorizado para votaciones, pero solo 6 han sido exitosos. El más recordado, sin duda, fue el que llevó al republicano Arnold Schwarzenegger a la gubernatura, luego de la destitución de Gray Davis en 2003.

En marzo de 2019, la especialista Karla Sánchez publicó en la revista Letras libres una investigación en torno a la revocación de mandato como figura política. Al respecto, reconoce dos modalidades: por un lado, la revocación completa, en la que hay una participación popular que convoca y aprueba la revocación de mandato, como sucede a nivel local en EUA y a nivel federal en Etiopía o Nigeria; por otro, la revocación mixta, cuya convocatoria emana de un parlamento y la aprobación depende del voto popular a través de un refrendo, como ocurre en Alemania o Rumanía.

Sánchez cita una crítica de Luis Carlos Ugalde, expresidente del Instituto Federal Electoral, quien sostiene que la propuesta que se presentó para nuestro país constituye una consulta de ratificación y no de revocación, en virtud de que es el propio presidente quien la solicita. Esta es, quizá, una de las diferencias esenciales del ejercicio ciudadano que tuve oportunidad de ver en California, en tanto que la iniciativa emana de las propias personas, no de figuras o funcionarios políticos. Asimismo, el planteamiento de la pregunta —como bien señala el analista Enrique Campos— no tiene trampas ni enredos: “¿Debe Gavin Newsom ser removido de la gubernatura?”, un cuestionamiento que solo admite una de dos respuestas: sí o no, en el caso de esta última, la misma boleta incluye una lista de 46 candidatos que habrían podido ocupar el cargo de Newsom y de los cuales emanaría el nuevo gobernador de acuerdo con la voluntad ciudadana.

En esta ocasión, Gavin Newsom ganó la consulta. Si el resultado hubiera sido diferente, el impacto se habría resentido en todo EUA y, por supuesto, en los mercados financieros, en especial en un momento en el que Joe Biden no luce particularmente fuerte ante diversos sectores de la opinión pública.

¿Qué debemos aprender de la revocación de mandato en California? Que este instrumento le otorga un enorme poder a la ciudadanía, una facultad que, por supuesto, no está exenta del uso faccioso, el más grave: que ciertas grupos sociales se organicen para imponer su voluntad mediante este ejercicio ciudadano. Por ejemplo, California se ha consolidado como un bastión demócrata, de ahí que la revocación sea una figura que le permita al partido republicano apropiarse del estado, como sucedió en 2003 con Schwarzenegger. Por otro lado, el uso faccioso más inofensivo radica en que los gobernantes lo usen para ser adulados. Por lo tanto, nos toca establecer claramente los mecanismos para la revocación de mandato, a fin de que sea un instrumento que verdaderamente promueva y garantice el buen desempeño de los funcionarios públicos.