/ lunes 11 de octubre de 2021

Maquío: piedra angular en la construcción de la democracia en México

La construcción de la democracia en México tendría un parteaguas en 1988, un año crucial para sentar las bases que doce años después permitieron que el Partido Acción Nacional lograra una alternancia política en nuestro país. Las elecciones del 2000 le pusieron fin a 71 años de presidencialismo del Partido Revolucionario Institucional, ese organismo que gobernó desde 1929 bajo otros nombres, como el PNR y el PRM, pero siempre con el mismo rostro y las mismas políticas. El PAN le dio el primer presidente electo de oposición a México, un hecho que no ocurría desde Francisco I. Madero, en 1910.

Esta alternancia política que encabezó el PAN verdaderamente transformó nuestro país desde sus cimientos, pues nos reveló que ni siquiera aquel PRI fuerte y poderoso era inamovible; sin embargo, para llegar a ese momento fue necesario el valor, la osadía y la determinación de muchas y muchos panistas, pero sobre todo de la ciudadanía, de las personas de a pie que todos los días se levantan para darles lo mejor a sus familias; que luchan para alcanzar una mejor calidad de vida y que trabajan para construir un mejor país.

Una de las figuras clave para el PAN y, por supuesto, para la lucha por la democracia y el pluralismo en México es Manuel Jesús Clouthier del Rincón, mejor conocido como “Maquío”, un hombre enérgico, valiente y osado como ninguno, que no solo se distinguió por el impulso y la pasión de estas virtudes, sino también por su compromiso con la gente y, desde ese compromiso, velar en todo momento por una política dedicada al buen servicio.

En las elecciones de 1988, Maquío sería el candidato a la presidencia de México por el PAN y en los recorridos que realizó a lo largo y ancho de nuestro país durante su campaña declaró con contundencia: “Lo importante de 1988 no es la presidencia de México, ni es el presidente, ni los candidatos, ni siquiera los partidos. Lo importante de 1988, mis amigos, son ustedes, el pueblo mexicano. Eso es lo importante”. Este era el tenor, la fuerza de las palabras de Maquío, la bandera que lo identificó a lo largo de su vida.

Como bien sabemos, Maquío no resultó vencedor en aquella polémica elección; sin embargo, encabezó una resistencia civil como no se había atestiguado antes, con el firme objetivo de exigir que se esclareciera el controvertido proceso electoral de 1988, en particular la caída del sistema de cómputo que terminó por darle el triunfo al PRI.

Con el anhelo de alcanzar la verdad, Maquío recorrió nuestro país para convocar a marchas silenciosas en las que se portaron tapabocas con la leyenda “Que hable México”; además, exigió que se diera una reforma electoral de fondo y exhortó a los legisladores a anular la elección a causa de las irregularidades que se presentaron. Con valentía encaró incluso a aquellos militares que le apuntaron directamente con sus armas durante un evento del entonces presidente Miguel de la Madrid que tuvo lugar frente al Palacio de Bellas Artes.

Lamentablemente, Manuel Clouthier “Maquío” moriría en un accidente automovilístico junto al diputado Javier Calvo Manrrique el 1 octubre de 1989; sin embargo, su legado permanecería —y permanecerá— durante mucho tiempo, pues sus acciones, su lucha y su tenacidad, como señalé antes, serían la punta de lanza para que México se abriera a la democracia, al pluralismo, a la alternancia.

En 1988, Carlos Salinas de Gortari se convirtió en el último presidente en rendir protesta ante 32 mandatarios priistas, pues solo un año después comenzarían los procesos de alternancia, protagonizados por abanderados del PAN, pues Ernesto Ruffo Appel conquistaría la gubernatura de Baja California, a la que se sumarían dos gubernaturas panistas más: Guanajuato con Carlos Medina Plascencia, en 1991, y Chihuahua con Francisco Barrio, en 1992.

“Todo México”, afirmó Maquío durante la campaña presidencial, “tendrá que entender que la función del gobernante está vinculada al servicio, que «autoridad» es sinónimo de «servicio» y que solamente tiene derecho a ser autoridad aquel que esté dispuesto a servir —y a servir bien— a sus semejantes, si no, no tiene derecho alguno para ser autoridad”.

Hoy más que nunca el espíritu de Maquío permanece vigente; de cara al proceso que viviremos en Aguascalientes quisiera reafirmar, parafraseando sus palabras, que lo importante del próximo 2022 es la ciudadanía, la gente, las personas. Y por la gente de Aguascalientes y de mi país estoy dispuesto a servir y a servir bien.

La construcción de la democracia en México tendría un parteaguas en 1988, un año crucial para sentar las bases que doce años después permitieron que el Partido Acción Nacional lograra una alternancia política en nuestro país. Las elecciones del 2000 le pusieron fin a 71 años de presidencialismo del Partido Revolucionario Institucional, ese organismo que gobernó desde 1929 bajo otros nombres, como el PNR y el PRM, pero siempre con el mismo rostro y las mismas políticas. El PAN le dio el primer presidente electo de oposición a México, un hecho que no ocurría desde Francisco I. Madero, en 1910.

Esta alternancia política que encabezó el PAN verdaderamente transformó nuestro país desde sus cimientos, pues nos reveló que ni siquiera aquel PRI fuerte y poderoso era inamovible; sin embargo, para llegar a ese momento fue necesario el valor, la osadía y la determinación de muchas y muchos panistas, pero sobre todo de la ciudadanía, de las personas de a pie que todos los días se levantan para darles lo mejor a sus familias; que luchan para alcanzar una mejor calidad de vida y que trabajan para construir un mejor país.

Una de las figuras clave para el PAN y, por supuesto, para la lucha por la democracia y el pluralismo en México es Manuel Jesús Clouthier del Rincón, mejor conocido como “Maquío”, un hombre enérgico, valiente y osado como ninguno, que no solo se distinguió por el impulso y la pasión de estas virtudes, sino también por su compromiso con la gente y, desde ese compromiso, velar en todo momento por una política dedicada al buen servicio.

En las elecciones de 1988, Maquío sería el candidato a la presidencia de México por el PAN y en los recorridos que realizó a lo largo y ancho de nuestro país durante su campaña declaró con contundencia: “Lo importante de 1988 no es la presidencia de México, ni es el presidente, ni los candidatos, ni siquiera los partidos. Lo importante de 1988, mis amigos, son ustedes, el pueblo mexicano. Eso es lo importante”. Este era el tenor, la fuerza de las palabras de Maquío, la bandera que lo identificó a lo largo de su vida.

Como bien sabemos, Maquío no resultó vencedor en aquella polémica elección; sin embargo, encabezó una resistencia civil como no se había atestiguado antes, con el firme objetivo de exigir que se esclareciera el controvertido proceso electoral de 1988, en particular la caída del sistema de cómputo que terminó por darle el triunfo al PRI.

Con el anhelo de alcanzar la verdad, Maquío recorrió nuestro país para convocar a marchas silenciosas en las que se portaron tapabocas con la leyenda “Que hable México”; además, exigió que se diera una reforma electoral de fondo y exhortó a los legisladores a anular la elección a causa de las irregularidades que se presentaron. Con valentía encaró incluso a aquellos militares que le apuntaron directamente con sus armas durante un evento del entonces presidente Miguel de la Madrid que tuvo lugar frente al Palacio de Bellas Artes.

Lamentablemente, Manuel Clouthier “Maquío” moriría en un accidente automovilístico junto al diputado Javier Calvo Manrrique el 1 octubre de 1989; sin embargo, su legado permanecería —y permanecerá— durante mucho tiempo, pues sus acciones, su lucha y su tenacidad, como señalé antes, serían la punta de lanza para que México se abriera a la democracia, al pluralismo, a la alternancia.

En 1988, Carlos Salinas de Gortari se convirtió en el último presidente en rendir protesta ante 32 mandatarios priistas, pues solo un año después comenzarían los procesos de alternancia, protagonizados por abanderados del PAN, pues Ernesto Ruffo Appel conquistaría la gubernatura de Baja California, a la que se sumarían dos gubernaturas panistas más: Guanajuato con Carlos Medina Plascencia, en 1991, y Chihuahua con Francisco Barrio, en 1992.

“Todo México”, afirmó Maquío durante la campaña presidencial, “tendrá que entender que la función del gobernante está vinculada al servicio, que «autoridad» es sinónimo de «servicio» y que solamente tiene derecho a ser autoridad aquel que esté dispuesto a servir —y a servir bien— a sus semejantes, si no, no tiene derecho alguno para ser autoridad”.

Hoy más que nunca el espíritu de Maquío permanece vigente; de cara al proceso que viviremos en Aguascalientes quisiera reafirmar, parafraseando sus palabras, que lo importante del próximo 2022 es la ciudadanía, la gente, las personas. Y por la gente de Aguascalientes y de mi país estoy dispuesto a servir y a servir bien.