/ lunes 20 de diciembre de 2021

En defensa del CIDE

El Centro de Investigación y Docencia Económicas es una institución pública de educación superior, especializada en ciencias sociales y adscrito al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT). Desde su fundación, en 1974, se ha caracterizado por sus elevados estándares de exigencia y calidad, virtudes que lo convirtieron en un centro académico del más alto rendimiento y con competencia internacional. El CIDE ha formado a científicos sociales que han contribuido al análisis y reflexión de políticas públicas, económicas y sociales, tanto de nuestro país como del mundo.

El CIDE tiene su principal sede en la Ciudad de México y hace 10 años abrió sus puertas en Aguascalientes, para constituirse como una opción formativa para quienes viven en nuestro Estado, pero también para quienes tienen su hogar en lugares como Guanajuato, Jalisco, Zacatecas o San Luis Potosí, por mencionar solo las colindancias a las que primordialmente busca brindar formación académica, pues sabemos que recibe a estudiantes de todo del país y allende nuestras fronteras. Desde entonces, el CIDE ha promovido y contribuido también al análisis y a la reflexión de los principales fenómenos económicos, políticos y sociales de nuestro Estado; asimismo, este organismo ha asumido con decisión la tarea de dialogar y debatir abierta y profundamente con todos los sectores de la sociedad. Por ello, Aguascalientes se convirtió en el hogar del CIDE.

Desde que la autollamada Cuarta Transformación llegó al poder, han sido constantes los ataques a la educación, en especial a nivel superior, así como a quienes ejercen las ciencias y, por lo tanto, al pluralismo. El gran golpe, como recordaremos, sucedió a finales de mayo de 2020, cuando el Gobierno Federal redujo en un 75% el presupuesto de los centros vinculados al CONACyT, bajo el argumento de la austeridad republicana, una dinámica que ponía en evidencia el nulo interés del presidente Andrés Manuel López Obrador por la educación, la formación académica y las ciencias, pues lejos de plantear una reestructura presupuestal que verdaderamente permitiera optimizar los recursos de universidades, institutos y centros académicos, optó por coartar las aportaciones a estos organismos formadores de grandes y notables mexicanas y mexicanos.

Ahora, a finales de noviembre del presente año, atestiguamos el nombramiento de José Antonio Romero Tellaeche como nuevo Director de este importante centro de investigación, en una serie de irregularidades que lejos de fortalecer la educación superior en México, termina por ser otra imposición a modo, como las que ha emprendido el Gobierno Federal con la intención de acabar con cualquier asomo de ejercicio crítico o de disentimiento de su visión de gobierno, políticas e ideología, como ha sucedido en los más vulgares regímenes dictatoriales.

De hecho, la comunidad académica del CIDE ha denunciado precisamente que ese ha sido el distintivo del nuevo Director: un mando dictatorial, con destituciones de profesores y persecución a investigadores, justo como sucedió en la sede de Aguascalientes, con la remoción arbitraria del Dr. Alejandro Madrazo Lajous. Al respecto, profesores, estudiantes, egresados y la sociedad en general se han sumado a la defensa del CIDE, pues reconocen que no podemos permitir que la educación superior pública quede a merced de quienes están en el poder, pues constituye un atentado contra las instituciones que promueven la democracia e, insisto, la pluralidad.

No permitiremos que el Gobierno Federal atente contra nuestras y nuestros estudiantes. Defenderemos nuestras instituciones educativas, el pensamiento crítico, la libertad y el pluralismo. Las instituciones de educación superior pública deben ser bastiones listos para formar a nuevas generaciones en las ciencias, las humanidades y las artes, para dotar a las personas de las herramientas que les permitan librar las batallas futuras, en aras de construir una mejor sociedad, un mejor país y un mundo con mejores condiciones de desarrollo para todas y todos.

Ante el poder absoluto que pretende ejercer un solo hombre, se opone la voluntad del pueblo, la inteligencia de sus académicos y la energía de las y los jóvenes que se forman en las aulas de nuestras instituciones de educación superior, en particular, y de todos los niveles, en general.

El Centro de Investigación y Docencia Económicas es una institución pública de educación superior, especializada en ciencias sociales y adscrito al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT). Desde su fundación, en 1974, se ha caracterizado por sus elevados estándares de exigencia y calidad, virtudes que lo convirtieron en un centro académico del más alto rendimiento y con competencia internacional. El CIDE ha formado a científicos sociales que han contribuido al análisis y reflexión de políticas públicas, económicas y sociales, tanto de nuestro país como del mundo.

El CIDE tiene su principal sede en la Ciudad de México y hace 10 años abrió sus puertas en Aguascalientes, para constituirse como una opción formativa para quienes viven en nuestro Estado, pero también para quienes tienen su hogar en lugares como Guanajuato, Jalisco, Zacatecas o San Luis Potosí, por mencionar solo las colindancias a las que primordialmente busca brindar formación académica, pues sabemos que recibe a estudiantes de todo del país y allende nuestras fronteras. Desde entonces, el CIDE ha promovido y contribuido también al análisis y a la reflexión de los principales fenómenos económicos, políticos y sociales de nuestro Estado; asimismo, este organismo ha asumido con decisión la tarea de dialogar y debatir abierta y profundamente con todos los sectores de la sociedad. Por ello, Aguascalientes se convirtió en el hogar del CIDE.

Desde que la autollamada Cuarta Transformación llegó al poder, han sido constantes los ataques a la educación, en especial a nivel superior, así como a quienes ejercen las ciencias y, por lo tanto, al pluralismo. El gran golpe, como recordaremos, sucedió a finales de mayo de 2020, cuando el Gobierno Federal redujo en un 75% el presupuesto de los centros vinculados al CONACyT, bajo el argumento de la austeridad republicana, una dinámica que ponía en evidencia el nulo interés del presidente Andrés Manuel López Obrador por la educación, la formación académica y las ciencias, pues lejos de plantear una reestructura presupuestal que verdaderamente permitiera optimizar los recursos de universidades, institutos y centros académicos, optó por coartar las aportaciones a estos organismos formadores de grandes y notables mexicanas y mexicanos.

Ahora, a finales de noviembre del presente año, atestiguamos el nombramiento de José Antonio Romero Tellaeche como nuevo Director de este importante centro de investigación, en una serie de irregularidades que lejos de fortalecer la educación superior en México, termina por ser otra imposición a modo, como las que ha emprendido el Gobierno Federal con la intención de acabar con cualquier asomo de ejercicio crítico o de disentimiento de su visión de gobierno, políticas e ideología, como ha sucedido en los más vulgares regímenes dictatoriales.

De hecho, la comunidad académica del CIDE ha denunciado precisamente que ese ha sido el distintivo del nuevo Director: un mando dictatorial, con destituciones de profesores y persecución a investigadores, justo como sucedió en la sede de Aguascalientes, con la remoción arbitraria del Dr. Alejandro Madrazo Lajous. Al respecto, profesores, estudiantes, egresados y la sociedad en general se han sumado a la defensa del CIDE, pues reconocen que no podemos permitir que la educación superior pública quede a merced de quienes están en el poder, pues constituye un atentado contra las instituciones que promueven la democracia e, insisto, la pluralidad.

No permitiremos que el Gobierno Federal atente contra nuestras y nuestros estudiantes. Defenderemos nuestras instituciones educativas, el pensamiento crítico, la libertad y el pluralismo. Las instituciones de educación superior pública deben ser bastiones listos para formar a nuevas generaciones en las ciencias, las humanidades y las artes, para dotar a las personas de las herramientas que les permitan librar las batallas futuras, en aras de construir una mejor sociedad, un mejor país y un mundo con mejores condiciones de desarrollo para todas y todos.

Ante el poder absoluto que pretende ejercer un solo hombre, se opone la voluntad del pueblo, la inteligencia de sus académicos y la energía de las y los jóvenes que se forman en las aulas de nuestras instituciones de educación superior, en particular, y de todos los niveles, en general.