/ martes 31 de agosto de 2021

Más discurso que resultados

Estamos en la antesala del tercer informe de gobierno del presidente López Obrador. En tres años la expectativa de los mexicanos ha cambiado. La falta de resultados ha nublado la primera mitad de la prometida transformación.

El presidente ha venido impulsando el desmantelamiento de los proyectos y las políticas públicas del pasado, sin medir las consecuencias.

Desafortunadamente esto ha provocado un aumento de la pobreza, la perdida de confianza para invertir en el país y el detrimento en los servicios de salud, entre otras cosas.

La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México fue el primero de una cadena de errores que le han costado mucho al país. De acuerdo con la Cuenta Pública del 2019, el golpe al erario fue de 331 mil millones de pesos, una cantidad con la que se podrían haber construido 4 aeropuertos como el de Santa Lucía.

A ello hay que sumar el derroche de recursos en la Refinería Dos Bocas, el Tren Maya, los estadios de béisbol y la rifa del avión presidencial, entre otras ocurrencias.

El presidente López Obrador llega también a su tercer informe con un saldo alarmante en materia de violencia. Noventa mil homicidios dolosos lo colocan, hasta el momento, como la primera mitad de sexenio con los mayores índices de violencia en últimos 20 años.

Su gobierno no ha podido contener la ola criminal y lamentablemente, la pacificación del país se ve lejana.

El momento que se vive en muchas regiones es de descontento y decepción ante las promesas rotas y los acuerdos no cumplidos.

Ahí está la escena del presidente, atrapado en su camioneta durante su gira por Chiapas, frente a un grupo de manifestantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que reclaman la falta de palabra de López Obrador.

Las reformas estructurales que nacieron en el Pacto por México, también se toparon con los prejuicios del presidente.

Así fue desmantelada, parcialmente, la reforma educativa, cuyo objetivo era garantizar la educación de calidad en el país, a través de procesos de capacitación y evaluación de los maestros.

La reforma energética, que permitió la apertura del sector y la exploración en zonas en las que Pemex no tenía capacidad, también ha sido objeto de los golpeteos de este gobierno, provocando incertidumbre y perdidas económicas.

Y ni qué decir de la eliminación de programas exitosos como el Seguro Popular, que al ser suplantado por el INSABI, dejó sin servicios de salud a más de 15 millones de mexicanos.

López Obrador llega a su tercer informe con más discurso que resultados. Las conferencias mañaneras son el único escaparate donde puede seguir luciendo, porque lamentablemente, afuera de Palacio Nacional se vive otra realidad.

Hoy somos los mexicanos quienes podemos decirle al presidente que las cosas no van, porque tristemente, tenemos otros datos.

Estamos en la antesala del tercer informe de gobierno del presidente López Obrador. En tres años la expectativa de los mexicanos ha cambiado. La falta de resultados ha nublado la primera mitad de la prometida transformación.

El presidente ha venido impulsando el desmantelamiento de los proyectos y las políticas públicas del pasado, sin medir las consecuencias.

Desafortunadamente esto ha provocado un aumento de la pobreza, la perdida de confianza para invertir en el país y el detrimento en los servicios de salud, entre otras cosas.

La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México fue el primero de una cadena de errores que le han costado mucho al país. De acuerdo con la Cuenta Pública del 2019, el golpe al erario fue de 331 mil millones de pesos, una cantidad con la que se podrían haber construido 4 aeropuertos como el de Santa Lucía.

A ello hay que sumar el derroche de recursos en la Refinería Dos Bocas, el Tren Maya, los estadios de béisbol y la rifa del avión presidencial, entre otras ocurrencias.

El presidente López Obrador llega también a su tercer informe con un saldo alarmante en materia de violencia. Noventa mil homicidios dolosos lo colocan, hasta el momento, como la primera mitad de sexenio con los mayores índices de violencia en últimos 20 años.

Su gobierno no ha podido contener la ola criminal y lamentablemente, la pacificación del país se ve lejana.

El momento que se vive en muchas regiones es de descontento y decepción ante las promesas rotas y los acuerdos no cumplidos.

Ahí está la escena del presidente, atrapado en su camioneta durante su gira por Chiapas, frente a un grupo de manifestantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que reclaman la falta de palabra de López Obrador.

Las reformas estructurales que nacieron en el Pacto por México, también se toparon con los prejuicios del presidente.

Así fue desmantelada, parcialmente, la reforma educativa, cuyo objetivo era garantizar la educación de calidad en el país, a través de procesos de capacitación y evaluación de los maestros.

La reforma energética, que permitió la apertura del sector y la exploración en zonas en las que Pemex no tenía capacidad, también ha sido objeto de los golpeteos de este gobierno, provocando incertidumbre y perdidas económicas.

Y ni qué decir de la eliminación de programas exitosos como el Seguro Popular, que al ser suplantado por el INSABI, dejó sin servicios de salud a más de 15 millones de mexicanos.

López Obrador llega a su tercer informe con más discurso que resultados. Las conferencias mañaneras son el único escaparate donde puede seguir luciendo, porque lamentablemente, afuera de Palacio Nacional se vive otra realidad.

Hoy somos los mexicanos quienes podemos decirle al presidente que las cosas no van, porque tristemente, tenemos otros datos.