/ martes 5 de octubre de 2021

Se abrió la caja de Pandora

Este fin de semana se dio a conocer un nuevo escándalo de corrupción en el que estarían involucrados algunos personajes cercanos al presidente de la República. De acuerdo con una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, publicada por la organización Quinto Elemento Lab, personas como Julio Scherer, el ex consejero de la Presidencia; Jorge Arganis, secretario de Comunicaciones y Transportes; el senador morenista Armando Guadiana y la señora Julia Abdala, pareja del titular de la CFE, Manuel Bartlett; han movido fortunas millonarias a paraísos fiscales fuera del país.

Lo anterior derrumba por completo el discurso de López Obrador, del pañuelito blanco como señal de que ya no existe corrupción. Bien dice el dicho: “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. La investigación llamada Pandora Papers le explotó en la cara a la 4T y los colaboradores del primer mandatario tendrán que rendir cuentas por lo que a todas luces parece el mayor caso de evasión de impuestos, del que se tenga conocimiento en México.

El discurso es muy distinto a la realidad. En la praxis, el gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación sigue acumulando escándalos de corrupción. Desde las licitaciones directas y las compras a modo del gobierno para favorecer amigos y familiares; hasta el manejo discrecional de los recursos de la Nación y los subejercicios históricos que han provocado verdaderos boquetes en distintas áreas de la administración pública. La falta de transparencia es una constante.

La polémica eliminación del Fonden y de otros 108 fideicomisos, por parte del gobierno federal, es un claro ejemplo del mal manejo del dinero de las y los mexicanos. Al eliminar esta partida, bajo pretexto de combatir la corrupción, el gobierno se echó a la bolsa miles de millones de pesos, que tendrían que destinarse al auxilio de la población víctima de algún desastre natural. Sin embargo, desde su extinción a la fecha, miles de personas que se han visto afectadas por las inundaciones, han sido abandonadas a su suerte. Y lo peor: nadie sabe en dónde quedaron los recursos del Fonden.

El gobierno de la 4T ha sido incapaz de atender de raíz los graves problemas del país. No existe ni ha existido una verdadera voluntad para ponerle un alto a la corrupción. En Guatemala, por ejemplo, el combate a la corrupción en los niveles más altos del gobierno, que incluso llegaban al presidente de la República, fue posible gracias a la colaboración internacional. Así nació la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, la CICIG, que en unos cuantos años logró el procesamiento de docenas de funcionarios del gobierno, involucrados en distintos escándalos de corrupción.

La historia en México, lamentablemente, es muy distinta, pues el presidente se empeña en lavarse las manos frente a cualquier señalamiento de corrupción que involucre a sus colaboradores, en lugar de aplicar la ley como se debe. La corrupción sigue siendo el gran cáncer de nuestro país y hasta el momento, los esfuerzos más notables para ponerle un alto han venido de la sociedad civil. Ojalá que el caso de los Pandora Papers termine en carpetas de investigación y en sentencias (sí así los consideran las autoridades judiciales). Sería el mejor ejemplo de que las cosas en verdad están cambiando.

Este fin de semana se dio a conocer un nuevo escándalo de corrupción en el que estarían involucrados algunos personajes cercanos al presidente de la República. De acuerdo con una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, publicada por la organización Quinto Elemento Lab, personas como Julio Scherer, el ex consejero de la Presidencia; Jorge Arganis, secretario de Comunicaciones y Transportes; el senador morenista Armando Guadiana y la señora Julia Abdala, pareja del titular de la CFE, Manuel Bartlett; han movido fortunas millonarias a paraísos fiscales fuera del país.

Lo anterior derrumba por completo el discurso de López Obrador, del pañuelito blanco como señal de que ya no existe corrupción. Bien dice el dicho: “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. La investigación llamada Pandora Papers le explotó en la cara a la 4T y los colaboradores del primer mandatario tendrán que rendir cuentas por lo que a todas luces parece el mayor caso de evasión de impuestos, del que se tenga conocimiento en México.

El discurso es muy distinto a la realidad. En la praxis, el gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación sigue acumulando escándalos de corrupción. Desde las licitaciones directas y las compras a modo del gobierno para favorecer amigos y familiares; hasta el manejo discrecional de los recursos de la Nación y los subejercicios históricos que han provocado verdaderos boquetes en distintas áreas de la administración pública. La falta de transparencia es una constante.

La polémica eliminación del Fonden y de otros 108 fideicomisos, por parte del gobierno federal, es un claro ejemplo del mal manejo del dinero de las y los mexicanos. Al eliminar esta partida, bajo pretexto de combatir la corrupción, el gobierno se echó a la bolsa miles de millones de pesos, que tendrían que destinarse al auxilio de la población víctima de algún desastre natural. Sin embargo, desde su extinción a la fecha, miles de personas que se han visto afectadas por las inundaciones, han sido abandonadas a su suerte. Y lo peor: nadie sabe en dónde quedaron los recursos del Fonden.

El gobierno de la 4T ha sido incapaz de atender de raíz los graves problemas del país. No existe ni ha existido una verdadera voluntad para ponerle un alto a la corrupción. En Guatemala, por ejemplo, el combate a la corrupción en los niveles más altos del gobierno, que incluso llegaban al presidente de la República, fue posible gracias a la colaboración internacional. Así nació la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, la CICIG, que en unos cuantos años logró el procesamiento de docenas de funcionarios del gobierno, involucrados en distintos escándalos de corrupción.

La historia en México, lamentablemente, es muy distinta, pues el presidente se empeña en lavarse las manos frente a cualquier señalamiento de corrupción que involucre a sus colaboradores, en lugar de aplicar la ley como se debe. La corrupción sigue siendo el gran cáncer de nuestro país y hasta el momento, los esfuerzos más notables para ponerle un alto han venido de la sociedad civil. Ojalá que el caso de los Pandora Papers termine en carpetas de investigación y en sentencias (sí así los consideran las autoridades judiciales). Sería el mejor ejemplo de que las cosas en verdad están cambiando.