/ martes 21 de septiembre de 2021

Política exterior en tiempos de la 4T

El presidente López Obrador es un hombre de símbolos. Conoce bien el impacto que tiene una foto, un logotipo, un color o una frase. También sabe que los discursos son quizá el arma más poderosa de un gobierno y hoy, en el suyo, hay muchas cosas entrelíneas sobre las cuales vale la pena reflexionar, porque en éstas se encuentra el futuro de la Nación.

El apapacho a los países del bloque bolivariano, por ejemplo, no es fortuito. Responde a su visión ideológica de construir un bloque latinoamericano, con autonomía e independencia de la figura de los Estados Unidos. Las fotos, los protocolos de bienvenida y los discursos esgrimidos bajo este contexto, tienen un objetivo. ¿Cuál?, esa es la pregunta del millón.

Lo que sí podemos decir en este momento, es que tal coqueteo probablemente tendrá implicaciones en la relación bilateral con el vecino país del norte, pues no debemos olvidar que el actual gobierno se ha movido a complacencia y beneplacencia con su par del norte. ¿No me creen?, van dos ejemplos.

Ustedes recordarán que en campaña, el hoy presidente prometió visas humanitarias y empleo para los migrantes que ingresarán al país. ¿Pero qué paso cuando el gobierno de Donald Trump amenazó con imponer aranceles a distintas mercancías nacionales si no se ponía orden en esa zona?, pues simple y sencillamente que el gobierno mexicano desplegó cientos de agentes de la Guardia Nacional para recibir con palos a los migrantes de Honduras, Guatemala y El Salvador.

Siendo México un país con una amplia tradición de migrantes y una política histórica de asilo, nos convertimos en una Nación que persigue, somete y expulsa, con lujo de violencia, a seres humanos que huyen de la tragedia que están viviendo en sus territorios.

Ahora bien. En plena pandemia de Covid19, completamente rebasado por la negligencia de sus propias acciones, el gobierno de López Obrador recibió con los brazos abiertos los millones de lotes de vacunas AstraZeneca que el gobierno de Joe Biden envió a nuestro país. Vaya, hasta la vicepresidente Kamala Harris se dio el lujo de venir a México y visitar al presidente en Palacio Nacional.

Sin embargo, hay que decir que la posición del gobierno mexicano, en días pasados, ha dejado entrever los conflictos ideológicos que privan en la era de la 4T. La política exterior atraviesa, como otras áreas de la vida pública, una profunda crisis. Así lo dejo ver el discurso del presidente mexicano en la cumbre de la CELAC, cuya intención parecer ser la de agrupar a las naciones de América Latina en un modelo similar al de la Unión Europea.

Aunque las cosas no salieron como esperaba, pues los presidentes de Paraguay, Uruguay, Ecuador y Colombia, reprocharon la presencia de Nicolás Maduro (quien ha sido ampliamente denunciado en diversas instancias internacionales por las violaciones de derechos humanos hacia el pueblo venezolano), AMLO está convencido que cumplió con el objetivo de ser el mejor anfitrión que el bloque bolivariano Cuba-Venezuela ha tenido en la historia moderna.

Veremos pues, el efecto que tendrá la postura complaciente del gobierno de Morena, que actúa con más ignorancia y compromisos, que con ideales. Lo que debería hacer México, desde mi perspectiva, es definir de una vez por todas su posición geopolítica frente a Canadá, Estados Unidos (su principal socio comercial) y por supuesto frente al resto de los países del continente, incluidas las dictadoras contemporáneas.

No se puede jugar en ambos lados.

El presidente López Obrador es un hombre de símbolos. Conoce bien el impacto que tiene una foto, un logotipo, un color o una frase. También sabe que los discursos son quizá el arma más poderosa de un gobierno y hoy, en el suyo, hay muchas cosas entrelíneas sobre las cuales vale la pena reflexionar, porque en éstas se encuentra el futuro de la Nación.

El apapacho a los países del bloque bolivariano, por ejemplo, no es fortuito. Responde a su visión ideológica de construir un bloque latinoamericano, con autonomía e independencia de la figura de los Estados Unidos. Las fotos, los protocolos de bienvenida y los discursos esgrimidos bajo este contexto, tienen un objetivo. ¿Cuál?, esa es la pregunta del millón.

Lo que sí podemos decir en este momento, es que tal coqueteo probablemente tendrá implicaciones en la relación bilateral con el vecino país del norte, pues no debemos olvidar que el actual gobierno se ha movido a complacencia y beneplacencia con su par del norte. ¿No me creen?, van dos ejemplos.

Ustedes recordarán que en campaña, el hoy presidente prometió visas humanitarias y empleo para los migrantes que ingresarán al país. ¿Pero qué paso cuando el gobierno de Donald Trump amenazó con imponer aranceles a distintas mercancías nacionales si no se ponía orden en esa zona?, pues simple y sencillamente que el gobierno mexicano desplegó cientos de agentes de la Guardia Nacional para recibir con palos a los migrantes de Honduras, Guatemala y El Salvador.

Siendo México un país con una amplia tradición de migrantes y una política histórica de asilo, nos convertimos en una Nación que persigue, somete y expulsa, con lujo de violencia, a seres humanos que huyen de la tragedia que están viviendo en sus territorios.

Ahora bien. En plena pandemia de Covid19, completamente rebasado por la negligencia de sus propias acciones, el gobierno de López Obrador recibió con los brazos abiertos los millones de lotes de vacunas AstraZeneca que el gobierno de Joe Biden envió a nuestro país. Vaya, hasta la vicepresidente Kamala Harris se dio el lujo de venir a México y visitar al presidente en Palacio Nacional.

Sin embargo, hay que decir que la posición del gobierno mexicano, en días pasados, ha dejado entrever los conflictos ideológicos que privan en la era de la 4T. La política exterior atraviesa, como otras áreas de la vida pública, una profunda crisis. Así lo dejo ver el discurso del presidente mexicano en la cumbre de la CELAC, cuya intención parecer ser la de agrupar a las naciones de América Latina en un modelo similar al de la Unión Europea.

Aunque las cosas no salieron como esperaba, pues los presidentes de Paraguay, Uruguay, Ecuador y Colombia, reprocharon la presencia de Nicolás Maduro (quien ha sido ampliamente denunciado en diversas instancias internacionales por las violaciones de derechos humanos hacia el pueblo venezolano), AMLO está convencido que cumplió con el objetivo de ser el mejor anfitrión que el bloque bolivariano Cuba-Venezuela ha tenido en la historia moderna.

Veremos pues, el efecto que tendrá la postura complaciente del gobierno de Morena, que actúa con más ignorancia y compromisos, que con ideales. Lo que debería hacer México, desde mi perspectiva, es definir de una vez por todas su posición geopolítica frente a Canadá, Estados Unidos (su principal socio comercial) y por supuesto frente al resto de los países del continente, incluidas las dictadoras contemporáneas.

No se puede jugar en ambos lados.