/ martes 12 de octubre de 2021

Cómo nos afectará la reforma eléctrica

En todo el mundo la competencia representa mejores servicios y mejores costos. Al tener un mercado con distintos jugadores, la oferta tiende a buscar elementos que aporten plusvalía en los productos o servicios. Sin embargo, al monopolizar un mercado, la lógica es completamente la contraria: precios altos, malos servicios, ausencia de reglas y en general, malas prácticas.

La reforma eléctrica que propone el gobierno federal representa eso: un retroceso hacia la monopolización del sector eléctrico, que será administrado en su totalidad por la CFE, con las posibles consecuencias que he mencionado.

Como sabemos, actualmente y luego de la reforma energética que aprobamos en 2013, en el mercado de la generación y distribución de la energía eléctrica participan diferentes actores del sector privado que generan este activo y se lo venden a la comisión. Esto ha permitido, por ejemplo, que los jugadores externos que generan electricidad a un bajo costo, a partir de procesos limpios como los parques eólicos, le vendan Megawatts (MWh) a la CFE a un precio muy rentable (350 pesos por cada MWh).

Sin embargo, con la reforma eléctrica toda será distinto. Si se aprueba en los términos que ha sido enviada al Congreso, la CFE se convertirá en el único organismo gubernamental capaz de generar, administrar, distribuir y vender energía eléctrica. Si a ello súmanos la desaparición de la Comisión Reguladora de Energía, el resultado de esa ecuación es fácil de calcular: la comisión pondrá las reglas y los precios, sin ninguna otra entidad que pueda sancionar las malas prácticas.

El ejemplo es simple: ¿qué pasa cuando sólo existe una empresa que brinda un servicio?, telefonía móvil por ejemplo. Pues que un consumidor tiene que aceptar todo lo que dicta esa empresa: precios, contratos, plazos, puntos de venta, fallas en el servicio y un largo etcétera de inconveniente.

Aunque el gobierno argumenta que busca tener un equilibrio, entre la CFE y las empresas del sector privado, la realidad es que desde la Dirección de ese organismo ya se ha anticipado un incremento en el costo de la energía eléctrica y cualquier incremento y/o subsidio en el se trasladará al bolsillo de los consumidores y se reflejará en los precios finales de los distintos alimentos y servicios. El efecto de inflación será directamente proporcional.

La reforma energética del 2013 nació de la necesidad de modernizar el sector y acabar precisamente con los monopolios en el sector. Entender que vivimos en un mundo donde el libre mercado es la base de las relaciones entre las diferentes naciones y las diferentes empresas del mundo, es entender el futuro.

La generación de energías limpias, por ejemplo, se ha convertido en la constante entre los países desarrollados. Sin embargo, en este sexenio se sigue apostando a los procesos del siglo pasado. Mientras todo el planeta camina hacia la reducción de emisiones contaminantes, conscientes del cambio climático, nuestro país se mueve en reversa.

Por el bien de todos y sobre todo de las futuras generaciones, ojalá que los actuales legisladores realicen un trabajo a consciencia sobre las implicaciones de la reforma eléctrica. En sus manos está una decisión histórica.

En todo el mundo la competencia representa mejores servicios y mejores costos. Al tener un mercado con distintos jugadores, la oferta tiende a buscar elementos que aporten plusvalía en los productos o servicios. Sin embargo, al monopolizar un mercado, la lógica es completamente la contraria: precios altos, malos servicios, ausencia de reglas y en general, malas prácticas.

La reforma eléctrica que propone el gobierno federal representa eso: un retroceso hacia la monopolización del sector eléctrico, que será administrado en su totalidad por la CFE, con las posibles consecuencias que he mencionado.

Como sabemos, actualmente y luego de la reforma energética que aprobamos en 2013, en el mercado de la generación y distribución de la energía eléctrica participan diferentes actores del sector privado que generan este activo y se lo venden a la comisión. Esto ha permitido, por ejemplo, que los jugadores externos que generan electricidad a un bajo costo, a partir de procesos limpios como los parques eólicos, le vendan Megawatts (MWh) a la CFE a un precio muy rentable (350 pesos por cada MWh).

Sin embargo, con la reforma eléctrica toda será distinto. Si se aprueba en los términos que ha sido enviada al Congreso, la CFE se convertirá en el único organismo gubernamental capaz de generar, administrar, distribuir y vender energía eléctrica. Si a ello súmanos la desaparición de la Comisión Reguladora de Energía, el resultado de esa ecuación es fácil de calcular: la comisión pondrá las reglas y los precios, sin ninguna otra entidad que pueda sancionar las malas prácticas.

El ejemplo es simple: ¿qué pasa cuando sólo existe una empresa que brinda un servicio?, telefonía móvil por ejemplo. Pues que un consumidor tiene que aceptar todo lo que dicta esa empresa: precios, contratos, plazos, puntos de venta, fallas en el servicio y un largo etcétera de inconveniente.

Aunque el gobierno argumenta que busca tener un equilibrio, entre la CFE y las empresas del sector privado, la realidad es que desde la Dirección de ese organismo ya se ha anticipado un incremento en el costo de la energía eléctrica y cualquier incremento y/o subsidio en el se trasladará al bolsillo de los consumidores y se reflejará en los precios finales de los distintos alimentos y servicios. El efecto de inflación será directamente proporcional.

La reforma energética del 2013 nació de la necesidad de modernizar el sector y acabar precisamente con los monopolios en el sector. Entender que vivimos en un mundo donde el libre mercado es la base de las relaciones entre las diferentes naciones y las diferentes empresas del mundo, es entender el futuro.

La generación de energías limpias, por ejemplo, se ha convertido en la constante entre los países desarrollados. Sin embargo, en este sexenio se sigue apostando a los procesos del siglo pasado. Mientras todo el planeta camina hacia la reducción de emisiones contaminantes, conscientes del cambio climático, nuestro país se mueve en reversa.

Por el bien de todos y sobre todo de las futuras generaciones, ojalá que los actuales legisladores realicen un trabajo a consciencia sobre las implicaciones de la reforma eléctrica. En sus manos está una decisión histórica.