/ martes 13 de julio de 2021

Comunicación Franca y Democracia

En mi experiencia académica tanto de estudiante (como receptor de conocimientos), profesor universitario (transmisor de conocimientos) o como funcionario público en el sector educativo (rector de universidad), además de haber intentado en estos y otros espacios de socialización la comunicación, hemos comprobado y confirmado lo trascendente que resulta ejercer dicha práctica interpersonal, el diálogo y los acuerdos son elementos fundamentales en política. Con una comunicación efectiva en cualquiera de los sectores de una sociedad, se edifica confianza, identidad, intelecto, solidaridad, unidad, compasión, ética, armonía, paz, bienestar, amistad, justicia y democracia; de ésta, quisiera referirme en las siguientes líneas.

Para la filósofa Adela Cortina, existen tres modelos de democracia representativa de cómo se forman las mayorías, en su obra “¿PARA QUE SIRVE realmente…? LA ETICA” plantea a la democracia emotiva, agregativa, y la comunicativa o democracia de los ciudadanos; de la primera definida como “…aquella en que las mayorías se forman por manipulación de los sentimientos de los ciudadanos”; la segunda, se entiende como la que “cree contar sólo con individuos atomizados, que no están unidos por vínculos cívicos, capaces de implicarles en tareas de forjar una voluntad común…” ; del tercer modelo, se describe como “aquella en que los ciudadanos intentan forjarse una voluntad común en cuestiones de justicia básica, a través del diálogo sereno y la amistad cívica. En las sociedades contemporáneas -como lo ha sostenido Cortina- estas formas o modelos democráticos resultan improbables en estado puro, en todo caso, sí se pueden mezclar parcialmente.

Para nuestro tiempo y de acuerdo al contexto económico, social y político que padecemos, implicaría más interesante la democracia comunicativa o ciudadana, también conocida por democracia del pueblo; son por varias las razones con las que la autora Cortina nos ilustra; una, porque se trata de una participación de ciudadanos que intentan forjar una “voluntad comunal en cuestiones de justicia básica”; otra, porque la componen ciudadanos “conscientes de que las discrepancias son inevitables, que los desacuerdos componen en principio la sustancia de una sociedad pluralista. Pero saben también que en cuestiones de justicia es indispensable dialogar y tratar de descubrir acuerdos”; una más, no menos importante se trata del diálogo, como mecanismo esencial, sin duda por tratarse de “intercambio de argumentos que pueden ser aceptables para otros”, además, porque nos permite obtener conocimientos que no podríamos obtener en lo individual.

De las enseñanzas de Adela, vale la pena hacer propias sus legados en la filosofía de la ética; significa que nuestra sociedad mexicana debe “multiplicar las instancias de deliberación, en comisiones, comités, y otros lugares cualificados de la sociedad civil, impulsar las <<conferencias de ciudadanos>>, y abrir espacios para que las gentes puedan expresar sus puntos de vista en nuevas ágoras”. Como aquellos espacios o plazas públicas donde se congregaban los ciudadanos libres de la antigua Grecia; el concepto a rescatar son espacios donde se construya opinión, aun tratándose de las características de las sociedades (pluralistas) de nuestro tiempo, que innegablemente se amplían en el espacio virtual (redes sociales); empero, debemos estar ciertos de un generalizado y necesaria demanda para construir ciudadanía (pueblo), incluso indistintamente definir y hasta improvisar lugares físicos de encuentro, tales como las espacios privados de gentes, para generar condiciones de diálogos, debates, acuerdos o consensos; en el menor, pero mejor de los casos pretender el establecer una amistad cívica; para el propósito se proponen esos espacios físicos, porque como lo dijo la multicitada filósofa “cara a cara, porque nada sustituye la fuerza de la comunicación interpersonal”. Propiciar reuniones interpersonales en lugares físicos o en ciber espacios para parlamentar, significa civilidad; la Real Academia Española define al verbo parlamentar “entablar conversación con la parte contraria para intentar ajustar la paz, una rendición, un contrato o para zanjar cualquier diferencia”.

En la responsabilidad que realizamos (la cual no es propiamente académica), como cualquier otra organización política tenemos el deber de rendir cuentas a los mexicanos; en ese sentido, estamos realizando giras a los diferentes municipios de la entidad para convocar a la organización de participación de ciudadanos a través comités a los principios de la organización política que representamos (morena).

Rendición de cuentas, es un componente que garantiza el estado de derecho; la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos prevé que “Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática…”, en Aguascalientes, no solo los partidos políticos, sino actores de los sectores económicos y sociales tenemos el deber de actuar bajo dichos principios, para constituir -como sugirió Aristóteles- amistad cívica.

En mi experiencia académica tanto de estudiante (como receptor de conocimientos), profesor universitario (transmisor de conocimientos) o como funcionario público en el sector educativo (rector de universidad), además de haber intentado en estos y otros espacios de socialización la comunicación, hemos comprobado y confirmado lo trascendente que resulta ejercer dicha práctica interpersonal, el diálogo y los acuerdos son elementos fundamentales en política. Con una comunicación efectiva en cualquiera de los sectores de una sociedad, se edifica confianza, identidad, intelecto, solidaridad, unidad, compasión, ética, armonía, paz, bienestar, amistad, justicia y democracia; de ésta, quisiera referirme en las siguientes líneas.

Para la filósofa Adela Cortina, existen tres modelos de democracia representativa de cómo se forman las mayorías, en su obra “¿PARA QUE SIRVE realmente…? LA ETICA” plantea a la democracia emotiva, agregativa, y la comunicativa o democracia de los ciudadanos; de la primera definida como “…aquella en que las mayorías se forman por manipulación de los sentimientos de los ciudadanos”; la segunda, se entiende como la que “cree contar sólo con individuos atomizados, que no están unidos por vínculos cívicos, capaces de implicarles en tareas de forjar una voluntad común…” ; del tercer modelo, se describe como “aquella en que los ciudadanos intentan forjarse una voluntad común en cuestiones de justicia básica, a través del diálogo sereno y la amistad cívica. En las sociedades contemporáneas -como lo ha sostenido Cortina- estas formas o modelos democráticos resultan improbables en estado puro, en todo caso, sí se pueden mezclar parcialmente.

Para nuestro tiempo y de acuerdo al contexto económico, social y político que padecemos, implicaría más interesante la democracia comunicativa o ciudadana, también conocida por democracia del pueblo; son por varias las razones con las que la autora Cortina nos ilustra; una, porque se trata de una participación de ciudadanos que intentan forjar una “voluntad comunal en cuestiones de justicia básica”; otra, porque la componen ciudadanos “conscientes de que las discrepancias son inevitables, que los desacuerdos componen en principio la sustancia de una sociedad pluralista. Pero saben también que en cuestiones de justicia es indispensable dialogar y tratar de descubrir acuerdos”; una más, no menos importante se trata del diálogo, como mecanismo esencial, sin duda por tratarse de “intercambio de argumentos que pueden ser aceptables para otros”, además, porque nos permite obtener conocimientos que no podríamos obtener en lo individual.

De las enseñanzas de Adela, vale la pena hacer propias sus legados en la filosofía de la ética; significa que nuestra sociedad mexicana debe “multiplicar las instancias de deliberación, en comisiones, comités, y otros lugares cualificados de la sociedad civil, impulsar las <<conferencias de ciudadanos>>, y abrir espacios para que las gentes puedan expresar sus puntos de vista en nuevas ágoras”. Como aquellos espacios o plazas públicas donde se congregaban los ciudadanos libres de la antigua Grecia; el concepto a rescatar son espacios donde se construya opinión, aun tratándose de las características de las sociedades (pluralistas) de nuestro tiempo, que innegablemente se amplían en el espacio virtual (redes sociales); empero, debemos estar ciertos de un generalizado y necesaria demanda para construir ciudadanía (pueblo), incluso indistintamente definir y hasta improvisar lugares físicos de encuentro, tales como las espacios privados de gentes, para generar condiciones de diálogos, debates, acuerdos o consensos; en el menor, pero mejor de los casos pretender el establecer una amistad cívica; para el propósito se proponen esos espacios físicos, porque como lo dijo la multicitada filósofa “cara a cara, porque nada sustituye la fuerza de la comunicación interpersonal”. Propiciar reuniones interpersonales en lugares físicos o en ciber espacios para parlamentar, significa civilidad; la Real Academia Española define al verbo parlamentar “entablar conversación con la parte contraria para intentar ajustar la paz, una rendición, un contrato o para zanjar cualquier diferencia”.

En la responsabilidad que realizamos (la cual no es propiamente académica), como cualquier otra organización política tenemos el deber de rendir cuentas a los mexicanos; en ese sentido, estamos realizando giras a los diferentes municipios de la entidad para convocar a la organización de participación de ciudadanos a través comités a los principios de la organización política que representamos (morena).

Rendición de cuentas, es un componente que garantiza el estado de derecho; la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos prevé que “Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática…”, en Aguascalientes, no solo los partidos políticos, sino actores de los sectores económicos y sociales tenemos el deber de actuar bajo dichos principios, para constituir -como sugirió Aristóteles- amistad cívica.