/ martes 5 de marzo de 2024

Humanismo Mexicano

Uno de los propósitos más significativos del concepto humanismo mexicano promovido por el movimiento de regeneración debe entenderse como el proceso de desmantelamiento de un modelo económico neoliberal, ese modelo que impulsa la coalición de partidos políticos de la oposición (PRIANRD): indiferente, injusto, inequitativo, con daños colaterales incuantificables padecido en la mayoría de la población nacional.

La clase baja (pobreza y extrema pobreza) y, media baja (profesionistas), son sectores de la población que más efectos negativos han padecido a consecuencia del neoliberalismo. Se han visto ampliamente afectados por la falta de oportunidades, incluidos, profesionistas de todas las ciencias o disciplinas del saber que carecen de un empleo formal. Dichos sectores sociales, no alcanzan condiciones de vida dignificantes; es decir, no logran el Índice de Desarrollo Humano IDH, determinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (esperanza de vida, educación e ingreso per cápita).

Lo que, a través de décadas, se ha venido construyendo por grupos de la derecha, conservadores que en diferentes etapas de la vida política del nuestro país han (mal) gobernado, es una elite gobernante que ha evidenciado modelos económicos y formas de gobierno opresoras en contra de los que menos tienen.

Al revisar la historia de nuestra patria, cuenta nos daremos que el movimiento de independencia que encabezara Miguel Hidalgo y Costilla (el cura Hidalgo), en el Bando expedido en un mil 810 establecía medidas contributivas dada la desproporcionalidad tributaria; por otro lado, las ventajas de una clase privilegiada (españoles, entre otros), que no contribuían al estado.

No es sino hasta la primera constitución de Cádiz de un mil 812, después de casi tres siglos de estar bajo el dominio español que establecía la obligación de “todo español, sin distinción alguna a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del Estado”.

Queda claro, pues, que injusticia y desproporcionalidad de la obligación tributaria es un común denominador en todos los movimientos sociales que hemos padecido en el pueblo de mexicano; que, así como, fue en el virreinato español que dio motivo al surgimiento del movimiento de 1810, le han sucedido otros, como de un mil 857 impulsado por Benito Juárez García o el revolucionario de 1910.

Por citar un ejemplo ilustrativo de “rigurosa comprobación” entre otros que han motivado los movimientos sociales, Don Andrés Molina Enríquez señalaba que:

“Tratándose de impuestos, los hacendados hacen siempre sentir toda la influencia de que son capaces. A consecuencia de ello, han logrado establecer entre las condiciones de su gran propiedad y las de la propiedad pequeña, una desproporción verdaderamente escandalosa…la hacienda de la Gavia que es de la familia Riva y Cervantes, tiene mil 500 caballerías, vale, cuando menos, seis millones y paga la contribución territorial, por $362 mil 695…paga al año sin la contribución federal, $4,352.24 en lugar de $72 mil; el fraude al erario, le importa una economía de $68 mil en números redondos…” es decir, la evasión a la obligación de contribuir, solo de una familia, entonces, era de 94%. Indudablemente habría centenares de familias como la Riva y Cervantes.

Ahora bien, esos esquemas se establecieron permanentemente por décadas, baste un botón como muestra. Apenas en el 2022, la actual administración encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador compartía a los mexicanos en las famosas mañaneras de la existencia del adeudo del grupo Salinas del empresario Ricardo Salinas Pliego (sí, una sola familia potentada) a la hacienda mexicana (SAT) y, que en todo caso habría expresado su voluntad de llegar a un acuerdo ante la omisión de sus contribuciones de la cantidad de dos mil millones de pesos de impuestos.

El caso del grupo Salinas, es solo uno de entre miles que podrían estar evadiendo impuestos que obligatoriamente debieran enterar al Estado.

Deben ser incuantificable las familias “productivas” que no enteran proporcionalmente como se establece en nuestro máximo ordenamiento juicio (CPEUM), la contribución correspondiente al Estado. Seguramente, en esos casos como lo refiriera por Molina en otro tiempo (1909), son evidentes, es decir, son “Algunos ejemplos de rigurosa comprobación”.

No solo la evasión fiscal en complicidad de la autoridad inmoral era una práctica recurrente, sino el recurso publico mal suministrado en beneficio un unos pocos.

Se trataba de una característica de la vieja política de gobiernos del pasado que representaban los intereses del poder económicos y de una reducida elite de la clase política identificada con la derecha (conservadurismo).

Las transformaciones o cambios profundos en los que se ha visto envuelto nuestro país están evidentemente asociado a “el no distribuirse adecuadamente la riqueza a través de un sistema de contribuciones justo y el empobrecimiento de la población fue también motivo del cambio” Gustavo A. Esquivel Vázquez.

El modelo económico que por siempre ha pugnado ese pequeño grupo (empresarios-clase alta), se caracteriza por ser de privilegios, contribuir poco (evadiendo al fisco), disminuir salarios de trabajadores al máximo, incluso, en algunos casos disponer en complicidad con gobernante del dinero público de los todos los mexicanos (la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León con el FOBAPROA).

En hora buena a quien ha propuesto seis pilares que sostendrán el humanismo mexicano, Claudia Sheinbaum: democracia, justicia, honestidad, libertad, participación y responsabilidad. Hablar del humanismo mexicano es hablar de: “por el bien de todos, primero los pobres”.

Uno de los propósitos más significativos del concepto humanismo mexicano promovido por el movimiento de regeneración debe entenderse como el proceso de desmantelamiento de un modelo económico neoliberal, ese modelo que impulsa la coalición de partidos políticos de la oposición (PRIANRD): indiferente, injusto, inequitativo, con daños colaterales incuantificables padecido en la mayoría de la población nacional.

La clase baja (pobreza y extrema pobreza) y, media baja (profesionistas), son sectores de la población que más efectos negativos han padecido a consecuencia del neoliberalismo. Se han visto ampliamente afectados por la falta de oportunidades, incluidos, profesionistas de todas las ciencias o disciplinas del saber que carecen de un empleo formal. Dichos sectores sociales, no alcanzan condiciones de vida dignificantes; es decir, no logran el Índice de Desarrollo Humano IDH, determinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (esperanza de vida, educación e ingreso per cápita).

Lo que, a través de décadas, se ha venido construyendo por grupos de la derecha, conservadores que en diferentes etapas de la vida política del nuestro país han (mal) gobernado, es una elite gobernante que ha evidenciado modelos económicos y formas de gobierno opresoras en contra de los que menos tienen.

Al revisar la historia de nuestra patria, cuenta nos daremos que el movimiento de independencia que encabezara Miguel Hidalgo y Costilla (el cura Hidalgo), en el Bando expedido en un mil 810 establecía medidas contributivas dada la desproporcionalidad tributaria; por otro lado, las ventajas de una clase privilegiada (españoles, entre otros), que no contribuían al estado.

No es sino hasta la primera constitución de Cádiz de un mil 812, después de casi tres siglos de estar bajo el dominio español que establecía la obligación de “todo español, sin distinción alguna a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del Estado”.

Queda claro, pues, que injusticia y desproporcionalidad de la obligación tributaria es un común denominador en todos los movimientos sociales que hemos padecido en el pueblo de mexicano; que, así como, fue en el virreinato español que dio motivo al surgimiento del movimiento de 1810, le han sucedido otros, como de un mil 857 impulsado por Benito Juárez García o el revolucionario de 1910.

Por citar un ejemplo ilustrativo de “rigurosa comprobación” entre otros que han motivado los movimientos sociales, Don Andrés Molina Enríquez señalaba que:

“Tratándose de impuestos, los hacendados hacen siempre sentir toda la influencia de que son capaces. A consecuencia de ello, han logrado establecer entre las condiciones de su gran propiedad y las de la propiedad pequeña, una desproporción verdaderamente escandalosa…la hacienda de la Gavia que es de la familia Riva y Cervantes, tiene mil 500 caballerías, vale, cuando menos, seis millones y paga la contribución territorial, por $362 mil 695…paga al año sin la contribución federal, $4,352.24 en lugar de $72 mil; el fraude al erario, le importa una economía de $68 mil en números redondos…” es decir, la evasión a la obligación de contribuir, solo de una familia, entonces, era de 94%. Indudablemente habría centenares de familias como la Riva y Cervantes.

Ahora bien, esos esquemas se establecieron permanentemente por décadas, baste un botón como muestra. Apenas en el 2022, la actual administración encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador compartía a los mexicanos en las famosas mañaneras de la existencia del adeudo del grupo Salinas del empresario Ricardo Salinas Pliego (sí, una sola familia potentada) a la hacienda mexicana (SAT) y, que en todo caso habría expresado su voluntad de llegar a un acuerdo ante la omisión de sus contribuciones de la cantidad de dos mil millones de pesos de impuestos.

El caso del grupo Salinas, es solo uno de entre miles que podrían estar evadiendo impuestos que obligatoriamente debieran enterar al Estado.

Deben ser incuantificable las familias “productivas” que no enteran proporcionalmente como se establece en nuestro máximo ordenamiento juicio (CPEUM), la contribución correspondiente al Estado. Seguramente, en esos casos como lo refiriera por Molina en otro tiempo (1909), son evidentes, es decir, son “Algunos ejemplos de rigurosa comprobación”.

No solo la evasión fiscal en complicidad de la autoridad inmoral era una práctica recurrente, sino el recurso publico mal suministrado en beneficio un unos pocos.

Se trataba de una característica de la vieja política de gobiernos del pasado que representaban los intereses del poder económicos y de una reducida elite de la clase política identificada con la derecha (conservadurismo).

Las transformaciones o cambios profundos en los que se ha visto envuelto nuestro país están evidentemente asociado a “el no distribuirse adecuadamente la riqueza a través de un sistema de contribuciones justo y el empobrecimiento de la población fue también motivo del cambio” Gustavo A. Esquivel Vázquez.

El modelo económico que por siempre ha pugnado ese pequeño grupo (empresarios-clase alta), se caracteriza por ser de privilegios, contribuir poco (evadiendo al fisco), disminuir salarios de trabajadores al máximo, incluso, en algunos casos disponer en complicidad con gobernante del dinero público de los todos los mexicanos (la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León con el FOBAPROA).

En hora buena a quien ha propuesto seis pilares que sostendrán el humanismo mexicano, Claudia Sheinbaum: democracia, justicia, honestidad, libertad, participación y responsabilidad. Hablar del humanismo mexicano es hablar de: “por el bien de todos, primero los pobres”.