/ martes 14 de mayo de 2024

El arte del gobierno Parte II Nizam

En mi pasada participación, propusimos compartir recapitulaciones en serie del ensayo “El ARTE del GOBIERNO” a partir de tres contribuciones sugeridas por UGO PIPITONE. En esta ocasión, nos ocuparemos del segundo de los tres pensamientos políticos analizados por el autor; se trata de Nizam Al-Mulk, visir musulmán que, a diferencia de Confucio (primer estratega político analizado por Pipitone), sí ejerció el poder público. Nizam, hombre de gobierno, hizo posible dar orden administrativo y coherencia funcional al imperio, lo cual logró a partir de una cultura de costumbres y tradiciones propias de la comunidad musulmana.

Considerado un gran arquitecto por tres razones (fortalezas) que le caracterizaron en su deber de visir: primera, fue un sabio y constructor de un modelo de gobernanza; segunda, logró el reconocimiento y aceptación del gran peso político a la figura de visir; y tercera, escribió y estatuyó una guía de buen gobierno, el libro de gobierno. Estas tres columnas permitieron consolidar una eficacia en el control del imperio al que representaba, en un ejercicio de poder que prácticamente era coordinado por su persona.

Uno de los proyectos más ambiciosos de Nizam fue la creación de una red de madrasas, que no eran otra cosa sino escuelas o centros de estudio. Se trataba de un sistema de educación pública que consistía en formar funcionarios y ulemas (la clase académica del conocimiento). Las madrasas tenían entonces la función de controlar el faccionalismo para evitar contiendas internas.

Educación y capacitación, dos acciones indispensables esencialmente en búsqueda de una adecuada formación de funcionarios; así mismo, para la supervisión en el cumplimiento de su deber; ambos son componentes determinantes para el establecimiento de un buen gobierno. Actualmente, sigue siendo una alternativa de gobierno basada en enseñanzas señaladas en el texto o guía de gobierno, propuesta de antaño por Nizam, la cual es considerada para el estado islámico la mejor estrategia para un gobierno eficiente.

Los mecanismos de supervisión, otros de los capítulos contenidos en el libro de gobierno de Nizam, son sello de diferencia que define la eficiencia de un gobierno. Nizam dedica buen tiempo a la vigilancia de la burocracia del imperio. Pendiente y preocupado por el comportamiento de los funcionarios y de un estado sistemático de humores de la población, prioriza en supervisión. Esas inquietudes se materializaron con el establecimiento y operación de un cuerpo de espías disfrazados según las circunstancias; ese cuerpo de espías le reportaba directamente a Nizam. De allí que para Nizam la solidez de un imperio se traduce en el conocimiento preciso de los humores y opiniones de sus integrantes.

En el libro de gobierno, se dirige también a vigilar comportamientos de jueces, predicadores, inspectores, prefectos de policía, alcaldes. Establece la necesidad de que el soberano convoque una o dos veces por semana a doctos y/o especialistas en asuntos de gobierno. Capacidad y honestidad, ser justos y amables, es deber de todo funcionario. El comportamiento inapropiado o negligente debe ser sancionado. El bienestar del pueblo se manifiesta cuando se ataja el comportamiento abusivo.

En su visión de estratega militar, logra una nueva sociedad híbrida de unidad orgánicamente coherente y funcional, lo hace conservando los añejos usos y costumbres; es decir, con sentido de pertenencia y la lealtad que se circunscriben a la familia y comunidad. A partir de ello, se propone expandir el esquema de unidad y lo reproduce a una escala mucho más amplia. Con la clase de los nuevos gobernantes, pretende que la justicia impartida por él se aleje de abusos y actos de corrupción de sus funcionarios y beneficiarios.

Incluye la guía de buen gobierno a la seguridad de los labriegos, que consiste en asegurar niveles de producción estables. Por ejemplo, los iqtatario (soldados y funcionarios civiles), que recaudaban de las contribuciones del pueblo, lo deben hacer sin excesos y a cambio o en contraprestación de beneficios para la clase campesina con promociones de obras de canalización, recaudación de impuestos y la vigilancia del territorio contra enemigos o turbulencias internas.

El visir sustituye la ausencia del gobernante en el cumplimiento de su deber público; esa figura, en nuestro tiempo hace las veces de jefe de gobierno, secretario particular o cualquiera otra figura que asuma la facultad de decidir ante la ausencia del gobernante. Sin embargo, debemos anotar que dicha figura debe estar dotada de inteligencia, sabiduría, equilibrio, astucia, visión global, ser buen administrador y tener la capacidad de guiar para actuar de manera correcta.

NIZAN EL EDUCADOR DEL SULTÁN

Nizam se propone educar al Rey en tareas de gobierno. Su texto insinuante es sustancialmente pragmático; el propósito es alcanzar mayor eficacia administrativa. Lo hace a través de una continua vigilancia del soberano sobre sus funcionarios para evitar abusos y corrupción. Pugna por un mayor bienestar del pueblo y legitimidad del gobernante a los ojos del súbdito.

Queda demostrado que “La mejor forma de educar a los gobernantes con poderes absolutos es poner límites a estos poderes”. Nizam solo fue una pieza (peón) en el tablero de ajedrez del juego de la política en su época. Ciertamente, una mente brillante; pero cuando se quiso hacer pasar por funcionario del imperio y no asesor del sultán, ese orgullo terminó costándole la vida.

Una reflexión política para los pensadores y actores pragmáticos de los gobiernos de nuestro tiempo.

En mi pasada participación, propusimos compartir recapitulaciones en serie del ensayo “El ARTE del GOBIERNO” a partir de tres contribuciones sugeridas por UGO PIPITONE. En esta ocasión, nos ocuparemos del segundo de los tres pensamientos políticos analizados por el autor; se trata de Nizam Al-Mulk, visir musulmán que, a diferencia de Confucio (primer estratega político analizado por Pipitone), sí ejerció el poder público. Nizam, hombre de gobierno, hizo posible dar orden administrativo y coherencia funcional al imperio, lo cual logró a partir de una cultura de costumbres y tradiciones propias de la comunidad musulmana.

Considerado un gran arquitecto por tres razones (fortalezas) que le caracterizaron en su deber de visir: primera, fue un sabio y constructor de un modelo de gobernanza; segunda, logró el reconocimiento y aceptación del gran peso político a la figura de visir; y tercera, escribió y estatuyó una guía de buen gobierno, el libro de gobierno. Estas tres columnas permitieron consolidar una eficacia en el control del imperio al que representaba, en un ejercicio de poder que prácticamente era coordinado por su persona.

Uno de los proyectos más ambiciosos de Nizam fue la creación de una red de madrasas, que no eran otra cosa sino escuelas o centros de estudio. Se trataba de un sistema de educación pública que consistía en formar funcionarios y ulemas (la clase académica del conocimiento). Las madrasas tenían entonces la función de controlar el faccionalismo para evitar contiendas internas.

Educación y capacitación, dos acciones indispensables esencialmente en búsqueda de una adecuada formación de funcionarios; así mismo, para la supervisión en el cumplimiento de su deber; ambos son componentes determinantes para el establecimiento de un buen gobierno. Actualmente, sigue siendo una alternativa de gobierno basada en enseñanzas señaladas en el texto o guía de gobierno, propuesta de antaño por Nizam, la cual es considerada para el estado islámico la mejor estrategia para un gobierno eficiente.

Los mecanismos de supervisión, otros de los capítulos contenidos en el libro de gobierno de Nizam, son sello de diferencia que define la eficiencia de un gobierno. Nizam dedica buen tiempo a la vigilancia de la burocracia del imperio. Pendiente y preocupado por el comportamiento de los funcionarios y de un estado sistemático de humores de la población, prioriza en supervisión. Esas inquietudes se materializaron con el establecimiento y operación de un cuerpo de espías disfrazados según las circunstancias; ese cuerpo de espías le reportaba directamente a Nizam. De allí que para Nizam la solidez de un imperio se traduce en el conocimiento preciso de los humores y opiniones de sus integrantes.

En el libro de gobierno, se dirige también a vigilar comportamientos de jueces, predicadores, inspectores, prefectos de policía, alcaldes. Establece la necesidad de que el soberano convoque una o dos veces por semana a doctos y/o especialistas en asuntos de gobierno. Capacidad y honestidad, ser justos y amables, es deber de todo funcionario. El comportamiento inapropiado o negligente debe ser sancionado. El bienestar del pueblo se manifiesta cuando se ataja el comportamiento abusivo.

En su visión de estratega militar, logra una nueva sociedad híbrida de unidad orgánicamente coherente y funcional, lo hace conservando los añejos usos y costumbres; es decir, con sentido de pertenencia y la lealtad que se circunscriben a la familia y comunidad. A partir de ello, se propone expandir el esquema de unidad y lo reproduce a una escala mucho más amplia. Con la clase de los nuevos gobernantes, pretende que la justicia impartida por él se aleje de abusos y actos de corrupción de sus funcionarios y beneficiarios.

Incluye la guía de buen gobierno a la seguridad de los labriegos, que consiste en asegurar niveles de producción estables. Por ejemplo, los iqtatario (soldados y funcionarios civiles), que recaudaban de las contribuciones del pueblo, lo deben hacer sin excesos y a cambio o en contraprestación de beneficios para la clase campesina con promociones de obras de canalización, recaudación de impuestos y la vigilancia del territorio contra enemigos o turbulencias internas.

El visir sustituye la ausencia del gobernante en el cumplimiento de su deber público; esa figura, en nuestro tiempo hace las veces de jefe de gobierno, secretario particular o cualquiera otra figura que asuma la facultad de decidir ante la ausencia del gobernante. Sin embargo, debemos anotar que dicha figura debe estar dotada de inteligencia, sabiduría, equilibrio, astucia, visión global, ser buen administrador y tener la capacidad de guiar para actuar de manera correcta.

NIZAN EL EDUCADOR DEL SULTÁN

Nizam se propone educar al Rey en tareas de gobierno. Su texto insinuante es sustancialmente pragmático; el propósito es alcanzar mayor eficacia administrativa. Lo hace a través de una continua vigilancia del soberano sobre sus funcionarios para evitar abusos y corrupción. Pugna por un mayor bienestar del pueblo y legitimidad del gobernante a los ojos del súbdito.

Queda demostrado que “La mejor forma de educar a los gobernantes con poderes absolutos es poner límites a estos poderes”. Nizam solo fue una pieza (peón) en el tablero de ajedrez del juego de la política en su época. Ciertamente, una mente brillante; pero cuando se quiso hacer pasar por funcionario del imperio y no asesor del sultán, ese orgullo terminó costándole la vida.

Una reflexión política para los pensadores y actores pragmáticos de los gobiernos de nuestro tiempo.