Son innumerables y variadas las opiniones resultado del pasado proceso electoral del 2 de junio de 2024.
Como es natural, cada que hay comicios los electores tienden a dividirse en dos o más expresiones de opinión; los analistas no son pocos.
En esta ocasión no ha sido la excepción, se encuentran agrupados en dos planteamientos o formas de percibir una realidad, una realidad que se ha venido realimentando en diferentes perspectivas de acuerdo con los interese o a los grados de orientación establecidas por sus lideres.
Desde hace décadas y/o siglos la sociedad mexicana se ha conformado por dos expresiones: los liberales (izquierda) y conservadores (derecha).
A partir del cambio de régimen iniciado en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador se han agudizado las pugnas entre dichas posturas ideológicas.
La oposición (los neoliberales), se ha empeñado en construir una narrativa de difamación, mentiras y guerra sucia en todo lo que cabe y cuanta acción realiza AMLO en representación del Ejecutivo Federal.
No debemos dejar de lado que, el nuevo estilo de gobernar de la cuarta transformación se distingue de aquellas gestiones neoliberales; de aquella se puede decir que, gobierna de forma democrática e inclusión, que prioriza a los sectores desprotegidos “por el bien del país, primero los pobres”, combate a la corrupción e impunidad, se gobierno bajo los principios de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México.
En vano sería negar que el contexto político y social padecido se ha venido distorsionando y deteriorando ante la resistencia y no aceptación de vivir una realidad distinta al periodo neoliberal hoy, una gran mayoría de mexicanos una realidad de inclusión, de visibilidad de ayuda a los sectores más vulnerados.
El conservadurismo representado por los potentados financieros(magnates), políticos de poca monta (elite gobernante neoliberal) que solo ambicionan como en el pasado; privilegios con financiamiento público o cuotas de poder público.
Los mismos que aquellos que han actuado con engaño, sembrando miedo (terror), difamando y actuando mediáticamente contra sus adversarios. Es innegable el grado de politización en que se encuentra el pueblo de México.
La inexistencia de canonjías, no solo de tipos económico, sino de carácter político ha sido un golpe fuerte para los conservadores neoliberales, no han podido superar la cancelación de los beneficios de la elite del poder económico, la clase política privilegiada y una burocracia dorada que durante décadas manipularon a su capricho las prerrogativa de bienes, servicios y recursos naturales de la nación; más grave aún, buscaban la protección de la alta jerarquía publica para lograr condonaciones, exenciones y se les permitían evasiones fiscales.
Los conservadores neoliberales se han encargado de construir mentiras, difamar, señalar y crear discursos de falsedades, lo único que han logrado es profundizar la división social, han ampliado la brecha de la polarización, originando odio, irrespeto y pugna entre los “otros” y “nosotros”. Dejan de lado que somos una nación única, con una sola población y un territorio indivisible.
Diversas perspectivas de pensamiento han marcado realidades distintas a partir de dos pensamientos: uno, organizado por quienes representan los intereses de un régimen neoliberal del pasado, con la idea de que se mantengan las cosas como lo fueron los gobiernos conservadores y; otro, definido por la mayoría de los mexicanos (protagonistas del cambio verdadero), que luchan por una transformación profunda a las instituciones prestablecidas.
En dos sentidos se han vertido las opiniones y/o análisis de especialistas, estudiosos, politólogos, economistas, sociólogos, antropólogos, historiadores, artistas, y población en general, dos posiciones ideológicas que históricamente desde el siglo XIX han disputado proyectos de nación antagónicos. El que implica reformas legales y constitucionales impulsadas por grupos afines de la transformación para reconocer y garantizar programas sociales en beneficios de sectores vulnerables de la nación.
Por otra parte, también intelectuales, periodistas, comunicadores, analistas, especialistas, escritores, científicos identificados con el régimen pasado (gobiernos neoliberales).
Baste citar como muestra de un botón, ideas ilusionistas y absurdas expresadas de forma superflua, en la que un comunicador del medio periodístico (conservador), discrepa los resultados de los comicios pasados, discrepando una intervención extraña en los resultados, a decir de él, se trata de un sistema o programa de inteligencia artificial con el que se transfieren votos emitidos por simpatizantes de la derecha, para incluirlos en favor de la candidata de la izquierda. De ese tamaño la (in) capacidad intelectual de los intelectuales del conservadurismo.
Que decir de otro actor dañino; la encuestadora Massive Caller, empresa contratada por la derecha conservadora que, en el proceso electoral, así como la encuesta de salida irresponsablemente anunciara falsamente ventaja a la candidata de la derecha (señora X).
El colmo de irresponsabilidad y cinismo de dicha encuestadora; en entrevista (días después de la jornada electoral), su director general simple y llanamente y sin pudor señaló: “Nos equivocamos de manera rotunda…medimos mal, lo hicimos mal” con esa desfachatez, luego complementó “nos tenemos que reinventar” con tanta ligereza lo dice, como si de una insignificancia se tratara el daño moral, económico, social y político el haber informado falsamente a millones de mexicanos.
Y…los daños colaterales ante la incuantificable de mentiras ofensivas a los mexicanos expresadas por el conservadurismo y seguidores quedaron en un “Ud. Disculpe”.
Urge establecer en la agenda nacional del segundo piso de la transformación, regular los actos nocivos y perturbadores de la paz y bienestar del pueblo de México.
¡No más irresponsabilidad que dañe a México, no más polarización que genere odio!