/ martes 23 de abril de 2024

Solidaridad

La CARTA ENCICLICA del Papa Francisco publicada a escasos tres años, sugiere a la humanidad, francas enseñanzas de fraternidad. En dicho documento encomienda a la comunidad global estar al tanto de nuestras responsabilidades con respecto a la “fragilidad de los demás”; de estar pendiente en la búsqueda de un bien común, señala que: […La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es “en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo” …].

El compromiso de solidaridad tiene varias aristas formativas; puede ser inductiva a partir de una adecuada educación primaria que se proporcione en el seno familiar, ese primer espacio de socialización (una vez que hemos nacimos), donde es posible vivir y transmitir valores del amor y Fraternidad, es base fundamental para formar y provocar valores de solidaridad… “la familia”.

Una buena y sana convivencia de entendimiento impulsada por los progenitores en las familias, forja seres sensibles capaces de compartir y cuidar del otro que se encuentre en condiciones poco consistentes o bien inequitativas.

Es precisamente en el seno familiar donde se establecen y transmiten valores de amor y fraternidad. En el primer encuentro de socialización, los padres asumimos el rol de principales responsables del cuidado de las hijas e hijos, la dirección y el compromiso que los integrantes de familia, para que templen y establezcan valores de solidaridad.

En un segundo plano transmitir valores de responsabilidad solidaria se encuentran en instituciones formativas, en las que se asumen compromisos de responsabilidad educativa y formativa; es decir, donde se realiza un rol de educadores y formadores en escuelas o en centros de asociación infantil y juvenil; ellos son quienes esencialmente tienen la tarea de educar a la niñez, adolescencia y juventud de tomar conciencia de sus responsabilidades con dimensiones: moral, espiritual y social.

No menos importante, debemos subrayar que las instituciones culturales y civiles que se dedican a actividades de cultura y arte o de comunicación social, juegan un papel importante en el quehacer educativo y formativo.

Aquellas (instituciones) que desde y a partir de políticas públicas y de cooperación social transmiten valores, así como, formas para asumir responsabilidad solidaria con los frágiles o aquellas personas que se encuentren en desventaja de subsistencia, incluso, en detrimento de la dignidad.

Las sociedades modernas (sin ser privativa la nuestra), han modificado formas de convivencia en las que claramente se puede advertir que, han venido mermando los valores éticos (como la solidaridad), donde se puede estimar que el tiempo dedicado a la convivencia interpersonal se ha reducido, de igual manera.

La comunicación e interacción personal es menor (en algunos casos, nula) a causa del excesivo consumismo, por la misma situación cada vez menos efectiva.

El fenómeno del consumismo ha venido a perturbar la tradicional forma de vida. La globalización, con la apertura del libre mercado comercial de mercancías de grandes transnacionales, ha ocasionado crisis, es común ver prácticas que lesionan la humanidad, van desde egoísmo, individualismo y de mercantilización no solo en las relaciones humanas, sino con daños colaterales a todo ser vivo.

Cada vez, es mayor el predominio mercantilista (materialista) de las personas, donde se crean seres superfluos habitando un mundo líquido Zigmunt Bauman).

No debe sorprender que, al consumismo y el exceso de producción, sobrevenga la superficialidad; con ello, la merma o pérdida de identidad y de sentido de pertenencia comunitario.

Consecuentemente en riesgo también se encuentra, un posible extravío de la sensibilidad solidaria hacia nuestros semejantes.

Es oportuno detenerse a reflexionar sobre los pensamientos del máximo guía espiritual pontificio, quien, en su más reciente legado, interviene con fundamentos sólidos su planteamiento de solidaridad descritas en las actas y documentos pontificios (CARTA ENCICLICA), en el que considera que solidaridad “Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido mas hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares”.

Resulta oportuno hacer una pausa y analizar nuestra capacidad solidaria con los frágiles, los excluidos o los que presentan riesgo vulnerable; ello, desde luego, sin dejar de pensar en los seres vivos y la naturaleza que nos proporciona el universo.

Eulogio Monreal Avila

La CARTA ENCICLICA del Papa Francisco publicada a escasos tres años, sugiere a la humanidad, francas enseñanzas de fraternidad. En dicho documento encomienda a la comunidad global estar al tanto de nuestras responsabilidades con respecto a la “fragilidad de los demás”; de estar pendiente en la búsqueda de un bien común, señala que: […La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es “en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo” …].

El compromiso de solidaridad tiene varias aristas formativas; puede ser inductiva a partir de una adecuada educación primaria que se proporcione en el seno familiar, ese primer espacio de socialización (una vez que hemos nacimos), donde es posible vivir y transmitir valores del amor y Fraternidad, es base fundamental para formar y provocar valores de solidaridad… “la familia”.

Una buena y sana convivencia de entendimiento impulsada por los progenitores en las familias, forja seres sensibles capaces de compartir y cuidar del otro que se encuentre en condiciones poco consistentes o bien inequitativas.

Es precisamente en el seno familiar donde se establecen y transmiten valores de amor y fraternidad. En el primer encuentro de socialización, los padres asumimos el rol de principales responsables del cuidado de las hijas e hijos, la dirección y el compromiso que los integrantes de familia, para que templen y establezcan valores de solidaridad.

En un segundo plano transmitir valores de responsabilidad solidaria se encuentran en instituciones formativas, en las que se asumen compromisos de responsabilidad educativa y formativa; es decir, donde se realiza un rol de educadores y formadores en escuelas o en centros de asociación infantil y juvenil; ellos son quienes esencialmente tienen la tarea de educar a la niñez, adolescencia y juventud de tomar conciencia de sus responsabilidades con dimensiones: moral, espiritual y social.

No menos importante, debemos subrayar que las instituciones culturales y civiles que se dedican a actividades de cultura y arte o de comunicación social, juegan un papel importante en el quehacer educativo y formativo.

Aquellas (instituciones) que desde y a partir de políticas públicas y de cooperación social transmiten valores, así como, formas para asumir responsabilidad solidaria con los frágiles o aquellas personas que se encuentren en desventaja de subsistencia, incluso, en detrimento de la dignidad.

Las sociedades modernas (sin ser privativa la nuestra), han modificado formas de convivencia en las que claramente se puede advertir que, han venido mermando los valores éticos (como la solidaridad), donde se puede estimar que el tiempo dedicado a la convivencia interpersonal se ha reducido, de igual manera.

La comunicación e interacción personal es menor (en algunos casos, nula) a causa del excesivo consumismo, por la misma situación cada vez menos efectiva.

El fenómeno del consumismo ha venido a perturbar la tradicional forma de vida. La globalización, con la apertura del libre mercado comercial de mercancías de grandes transnacionales, ha ocasionado crisis, es común ver prácticas que lesionan la humanidad, van desde egoísmo, individualismo y de mercantilización no solo en las relaciones humanas, sino con daños colaterales a todo ser vivo.

Cada vez, es mayor el predominio mercantilista (materialista) de las personas, donde se crean seres superfluos habitando un mundo líquido Zigmunt Bauman).

No debe sorprender que, al consumismo y el exceso de producción, sobrevenga la superficialidad; con ello, la merma o pérdida de identidad y de sentido de pertenencia comunitario.

Consecuentemente en riesgo también se encuentra, un posible extravío de la sensibilidad solidaria hacia nuestros semejantes.

Es oportuno detenerse a reflexionar sobre los pensamientos del máximo guía espiritual pontificio, quien, en su más reciente legado, interviene con fundamentos sólidos su planteamiento de solidaridad descritas en las actas y documentos pontificios (CARTA ENCICLICA), en el que considera que solidaridad “Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido mas hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares”.

Resulta oportuno hacer una pausa y analizar nuestra capacidad solidaria con los frágiles, los excluidos o los que presentan riesgo vulnerable; ello, desde luego, sin dejar de pensar en los seres vivos y la naturaleza que nos proporciona el universo.

Eulogio Monreal Avila