/ viernes 19 de noviembre de 2021

Taza de soles | Dante Alighieri en Aguascalientes

Este año, en que se conmemoran los ochocientos años de la muerte de Dante Alighieri, nos ha venido a muchos de nosotros el recuerdo del gran poeta florentino. El gran escritor que “en medio del camino de su vida” y errando por selva oscura, de la cual la recta vía era perdida”, decidió escribir su magna obra que tituló “Comedia”, por fu final feliz y “Divina”, porque fue el adjetivo que encontró más definitorio. Si se te han ocurrido algunas cuestiones, querido lector o lectora, quizá no sea ocioso preguntarse por qué el poeta escogió llevar a Virgilio, como su compañero para ir al infierno y al purgatorio, y no algún escritor sagrado como San Agustín o Santo Tomás. No hay que pensarlo mucho. Virgilio, poeta romano del siglo 1 DC, es el creador de La Eneida, obra escrita con la intención evidente de dotar de una épica a su patria, y vincular su cultura con la tradición griega. Nadie más adecuado entonces, para quien, como Dante, escribió su obra literaria para entender la difícil época que le tocó vivir, y que a él, personalmente, le costó el exilio. Algo muy doloroso para él, porque estar fuera de su patria era algo semejante a perder la mayor parte de su identidad.

Las y los jóvenes de ahora, que están en medio del camino de su vida, y que tal vez estén errando por selva oscura, donde la recta vía era perdida, quizá también soliciten a un Virgilio que los acompañe a descender a los infiernos y subir las laderas de la montaña del purgatorio, antesala de los círculos celestes. Creo que hace falta.

Tú, que te has acercado a la Divina Comedia con terror y devoción, estarás de acuerdo conmigo en que las descripciones de los círculos de los condenados, tienen un paralelo con lo que estamos viviendo. No solamente por lo que aparece en las noticias, cada vez más aterradoras, sino por lo que permiten escuchar las paredes cada vez más delgadas que hay entre casa y casa. Me contaba una de mis hijas acerca de la gran tensión que le produce, a ella y su familia, escuchar a ambos lados de su vivienda, los testimonios de maltrato a los animales de compañía, y los propios seres humanos. Niños y mujeres. Perros y gatos reciben la crueldad de quien reacciona de la peor manera al abandono de la esposa o del esposo, o al simple estrés del cotidiano. ¿Qué nos dice al respecto la gran obra de Dante? Permítame recordar como un ejemplo lo que se nos describe y relata en el segundo de los círculos. Se trata del ámbito a donde van a dar como castigo los incontinentes, en especial, los lujuriosos. Aquí comienza el verdadero Infierno. Los pecadores son empujados por el aire, “vencidos por la tormenta infernal, evidente contrapaso (por analogía) de la pasión que los abrumó en vida” Sobresale aquí la historia de Paolo Malatesta y Francesca de Rimini, que basada en una historia real, ha sido inmortalizada en esta obra, donde el autor los intenta justificar y los ejemplifica como símbolos del amor.

Esta obra es el máximo ejemplo de un viaje o itinerario por la miseria y la grandeza humanas. Basada en el símbolo del número tres como principio divino trinitario, su estructura general y argumento consta de 100 cantos, en los que Dante hace un viaje por los tres reinos de ultratumba, que a su vez, desde el punto de vista estructural, se dividen en treinta y cuatro cantos dedicados al Infierno y treinta y tres cantos, tanto el Purgatorio como al Paraíso. Resulta evidente el simbolismo, pues el número treinta y tres representa la edad de Cristo, y el cien es un número que significa o alude a la perfección. Una perfección formal a la que el autor aspiró a cada paso. La obra está escrita en tercetos (tres versos) endecasílabos (once sílabas) en un estilo que él denominó como el “dulce estilo nuevo” y que ya había ensayado en sus composiciones a su amada y musa Beatriz de Portinari, quien será su guía por las nueve esferas celestes. Ella será quien lo conduzca a la visión de la Santísima trinidad y le revele que el amor es “la fuerza que mueve al sol y a todas las estrellas”.

Esta fue la obra máxima de un exiliado. Un hombre que en su vida no pudo regresar a su amada tierra natal, Florencia. Estrujado por las condiciones conflictivas de su vida, él, que había tomado partido por la separación entre la Iglesia y el Estado, resolvió sus contradicciones vitales en la escritura. Lo recuerda también el Mtro. Baggio Grillo, quien tendrá una brillante participación en la 53 Feria del libro que celebrará la próxima semana en el Museo Descubre.

Este año, en que se conmemoran los ochocientos años de la muerte de Dante Alighieri, nos ha venido a muchos de nosotros el recuerdo del gran poeta florentino. El gran escritor que “en medio del camino de su vida” y errando por selva oscura, de la cual la recta vía era perdida”, decidió escribir su magna obra que tituló “Comedia”, por fu final feliz y “Divina”, porque fue el adjetivo que encontró más definitorio. Si se te han ocurrido algunas cuestiones, querido lector o lectora, quizá no sea ocioso preguntarse por qué el poeta escogió llevar a Virgilio, como su compañero para ir al infierno y al purgatorio, y no algún escritor sagrado como San Agustín o Santo Tomás. No hay que pensarlo mucho. Virgilio, poeta romano del siglo 1 DC, es el creador de La Eneida, obra escrita con la intención evidente de dotar de una épica a su patria, y vincular su cultura con la tradición griega. Nadie más adecuado entonces, para quien, como Dante, escribió su obra literaria para entender la difícil época que le tocó vivir, y que a él, personalmente, le costó el exilio. Algo muy doloroso para él, porque estar fuera de su patria era algo semejante a perder la mayor parte de su identidad.

Las y los jóvenes de ahora, que están en medio del camino de su vida, y que tal vez estén errando por selva oscura, donde la recta vía era perdida, quizá también soliciten a un Virgilio que los acompañe a descender a los infiernos y subir las laderas de la montaña del purgatorio, antesala de los círculos celestes. Creo que hace falta.

Tú, que te has acercado a la Divina Comedia con terror y devoción, estarás de acuerdo conmigo en que las descripciones de los círculos de los condenados, tienen un paralelo con lo que estamos viviendo. No solamente por lo que aparece en las noticias, cada vez más aterradoras, sino por lo que permiten escuchar las paredes cada vez más delgadas que hay entre casa y casa. Me contaba una de mis hijas acerca de la gran tensión que le produce, a ella y su familia, escuchar a ambos lados de su vivienda, los testimonios de maltrato a los animales de compañía, y los propios seres humanos. Niños y mujeres. Perros y gatos reciben la crueldad de quien reacciona de la peor manera al abandono de la esposa o del esposo, o al simple estrés del cotidiano. ¿Qué nos dice al respecto la gran obra de Dante? Permítame recordar como un ejemplo lo que se nos describe y relata en el segundo de los círculos. Se trata del ámbito a donde van a dar como castigo los incontinentes, en especial, los lujuriosos. Aquí comienza el verdadero Infierno. Los pecadores son empujados por el aire, “vencidos por la tormenta infernal, evidente contrapaso (por analogía) de la pasión que los abrumó en vida” Sobresale aquí la historia de Paolo Malatesta y Francesca de Rimini, que basada en una historia real, ha sido inmortalizada en esta obra, donde el autor los intenta justificar y los ejemplifica como símbolos del amor.

Esta obra es el máximo ejemplo de un viaje o itinerario por la miseria y la grandeza humanas. Basada en el símbolo del número tres como principio divino trinitario, su estructura general y argumento consta de 100 cantos, en los que Dante hace un viaje por los tres reinos de ultratumba, que a su vez, desde el punto de vista estructural, se dividen en treinta y cuatro cantos dedicados al Infierno y treinta y tres cantos, tanto el Purgatorio como al Paraíso. Resulta evidente el simbolismo, pues el número treinta y tres representa la edad de Cristo, y el cien es un número que significa o alude a la perfección. Una perfección formal a la que el autor aspiró a cada paso. La obra está escrita en tercetos (tres versos) endecasílabos (once sílabas) en un estilo que él denominó como el “dulce estilo nuevo” y que ya había ensayado en sus composiciones a su amada y musa Beatriz de Portinari, quien será su guía por las nueve esferas celestes. Ella será quien lo conduzca a la visión de la Santísima trinidad y le revele que el amor es “la fuerza que mueve al sol y a todas las estrellas”.

Esta fue la obra máxima de un exiliado. Un hombre que en su vida no pudo regresar a su amada tierra natal, Florencia. Estrujado por las condiciones conflictivas de su vida, él, que había tomado partido por la separación entre la Iglesia y el Estado, resolvió sus contradicciones vitales en la escritura. Lo recuerda también el Mtro. Baggio Grillo, quien tendrá una brillante participación en la 53 Feria del libro que celebrará la próxima semana en el Museo Descubre.