/ viernes 16 de julio de 2021

Café Fausto | Cervantes antiesclavista

Sin duda, Miguel de Cervantes Saavedra, un hombre fuera de su tiempo, fue un escritor que en su obra se mostró en contra de la esclavitud, de la explotación a las colonias y el maltrato a los criados. Es muy probable que esta postura naciera de su propia experiencia de vida al haber vivido cinco años en cautiverio como esclavo en Argel.

Especialistas o no, en el acto de leer la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra caemos en la tentación y el riesgo de la sobre interpretación.

Sin embargo, existen suficientes evidencias para poder reconocer el criterio del autor en contra de la esclavitud, algo poco común en el siglo que le tocó vivir en que por ejemplo en España estaba normalizada la esclavitud doméstica, el maltrato físico a los criados y en Portugal como también la corona española realizaban con ímpetu el comercio de africanos como mano de obra esclava a sus colonias en América.

En principio podemos remontarnos a su experiencia de vida, cuando en 1575 tenía unos 28 años de edad, luego de haber combatido como soldado del que resultó lesionado de una mano en Lepanto, intentó regresar desde el Puerto de Nápoles a España en la galera Sol, pero al ser atacada por una flotilla turca, Cervantes fue hecho prisionero y llevado a Argel.

La dinámica usual era que los capturados bajo esa circunstancia fueran vendidos como esclavos, pero se le encontró una carta de recomendación del duque de Sessa al rey Felipe II para que le diera un buen empleo como ex soldado, sus captores pensaron que era un hombre acaudalado e importante, y lo separaron del resto de los cautivos y lo hicieron esclavo en lo que se cobraba a su familia un rescate de 500 escudos quienes al igual que el escritor en realidad eran pobres.

En los cinco años que estuvo cautivo intentó escaparse cuatro veces y fue descubierto hasta que su familia reunió el dinero y fue liberado.

Sin dinero, pero libre, logró volver a la Península Ibérica navegando a Portugal en un barco negrero que seguramente tenía que hacer el trámite de permiso del tráfico de esclavos antes de llevarlos a América. Esta experiencia sin duda lo marcó de por vida.

Ya en España, y dedicado a la literatura, podemos encontrar en varios momentos de su obra su punto de vista contrario a la esclavitud. Algo que se localiza, por ejemplo, desde el prólogo de Don Quijote.

Ahí, en una parte en la que recomienda incluir citas en la obra, menciona una en latín de la que no referencia autor, la cual dice: “Non bene pro toto libertas venditur auro” que se traduce como “la libertad no se vende ni por todo el oro del mundo”.

Aunque en la novela no se referencia su origen, la frase es el lema de la República de Ragusa, ubicada donde ahora es el sur de Croacia y que era una república marítima aristocrática, la única en Europa que tenía una legislación antiesclavista y en la que se defendía el derecho de asilo, algo sugerente al pensar en ese tema.

En la novela, el Quijote castiga al que golpea a su criado, pero es en el capítulo XXII de la primera parte cuando pide la liberación de presos llevados a galeras es donde se muestra muy claro al sentenciar que “me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres”.

En la misma obra, cuando la princesa Micomicona habla de un gigante que oprime a su reino y pide al Quijote liberarlo, algo que se puede interpretar al gigante como un colonizador que somete a un pueblo débil y el caballero acepta ayudar, nos permite reconocer otra postura contra la opresión y una crítica velada a la corona española.

De la misma manera, el autor hace una duro cuestionamiento a través del humor negro contra la esclavitud cuando Sancho Panza piensa en gobernar Micomicón y vender a todos sus habitantes como esclavos en España. De ese episodio valdría la pena leerlo completo para dimensionar lo evidente del criterio del autor sobre el tema.

También en su obra “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”, se lee apenas en el segundo capítulo la sentencia de una cautiva que expresa “libre pensé yo que gozará de la luz del sol en esta vida; pero engañome mi pensamiento, pues me veo a pique de ser vendida por esclava: desventura a quien ninguna otra puede compararse”.

De esta manera, si tenemos la oportunidad de realizar una lectura atenta a la obra de Cervantes podremos encontrar más de un pasaje y personaje que nos refleja el punto de vista del autor sobre este tema. Leer a Miguel de Cervantes es algo muy recomendable.

Sin duda, Miguel de Cervantes Saavedra, un hombre fuera de su tiempo, fue un escritor que en su obra se mostró en contra de la esclavitud, de la explotación a las colonias y el maltrato a los criados. Es muy probable que esta postura naciera de su propia experiencia de vida al haber vivido cinco años en cautiverio como esclavo en Argel.

Especialistas o no, en el acto de leer la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra caemos en la tentación y el riesgo de la sobre interpretación.

Sin embargo, existen suficientes evidencias para poder reconocer el criterio del autor en contra de la esclavitud, algo poco común en el siglo que le tocó vivir en que por ejemplo en España estaba normalizada la esclavitud doméstica, el maltrato físico a los criados y en Portugal como también la corona española realizaban con ímpetu el comercio de africanos como mano de obra esclava a sus colonias en América.

En principio podemos remontarnos a su experiencia de vida, cuando en 1575 tenía unos 28 años de edad, luego de haber combatido como soldado del que resultó lesionado de una mano en Lepanto, intentó regresar desde el Puerto de Nápoles a España en la galera Sol, pero al ser atacada por una flotilla turca, Cervantes fue hecho prisionero y llevado a Argel.

La dinámica usual era que los capturados bajo esa circunstancia fueran vendidos como esclavos, pero se le encontró una carta de recomendación del duque de Sessa al rey Felipe II para que le diera un buen empleo como ex soldado, sus captores pensaron que era un hombre acaudalado e importante, y lo separaron del resto de los cautivos y lo hicieron esclavo en lo que se cobraba a su familia un rescate de 500 escudos quienes al igual que el escritor en realidad eran pobres.

En los cinco años que estuvo cautivo intentó escaparse cuatro veces y fue descubierto hasta que su familia reunió el dinero y fue liberado.

Sin dinero, pero libre, logró volver a la Península Ibérica navegando a Portugal en un barco negrero que seguramente tenía que hacer el trámite de permiso del tráfico de esclavos antes de llevarlos a América. Esta experiencia sin duda lo marcó de por vida.

Ya en España, y dedicado a la literatura, podemos encontrar en varios momentos de su obra su punto de vista contrario a la esclavitud. Algo que se localiza, por ejemplo, desde el prólogo de Don Quijote.

Ahí, en una parte en la que recomienda incluir citas en la obra, menciona una en latín de la que no referencia autor, la cual dice: “Non bene pro toto libertas venditur auro” que se traduce como “la libertad no se vende ni por todo el oro del mundo”.

Aunque en la novela no se referencia su origen, la frase es el lema de la República de Ragusa, ubicada donde ahora es el sur de Croacia y que era una república marítima aristocrática, la única en Europa que tenía una legislación antiesclavista y en la que se defendía el derecho de asilo, algo sugerente al pensar en ese tema.

En la novela, el Quijote castiga al que golpea a su criado, pero es en el capítulo XXII de la primera parte cuando pide la liberación de presos llevados a galeras es donde se muestra muy claro al sentenciar que “me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres”.

En la misma obra, cuando la princesa Micomicona habla de un gigante que oprime a su reino y pide al Quijote liberarlo, algo que se puede interpretar al gigante como un colonizador que somete a un pueblo débil y el caballero acepta ayudar, nos permite reconocer otra postura contra la opresión y una crítica velada a la corona española.

De la misma manera, el autor hace una duro cuestionamiento a través del humor negro contra la esclavitud cuando Sancho Panza piensa en gobernar Micomicón y vender a todos sus habitantes como esclavos en España. De ese episodio valdría la pena leerlo completo para dimensionar lo evidente del criterio del autor sobre el tema.

También en su obra “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”, se lee apenas en el segundo capítulo la sentencia de una cautiva que expresa “libre pensé yo que gozará de la luz del sol en esta vida; pero engañome mi pensamiento, pues me veo a pique de ser vendida por esclava: desventura a quien ninguna otra puede compararse”.

De esta manera, si tenemos la oportunidad de realizar una lectura atenta a la obra de Cervantes podremos encontrar más de un pasaje y personaje que nos refleja el punto de vista del autor sobre este tema. Leer a Miguel de Cervantes es algo muy recomendable.