/ miércoles 27 de marzo de 2024

Bajo el sol | Los periodistas de ayer (IX)

Después de algunos años de brillar con luz propia en El Heraldo de Aguascalientes, tanto en sociales-cultura como en primera plana, Sandra Luz Muñoz Santana decidió emigrar a EL SOL DEL CENTRO, que en aquel entonces estrenaba director-gerente en la persona de José Ángel Martínez Limón, quien en los primeros meses de 1981 fue nombrado director adjunto ante la inminente salida del director Agustín Morales Padilla, quien estaba por cristalizar su nuevo proyecto editorial de fundar un nuevo diario en Aguascalientes, Hidrocálido.

En efecto, Agustín Morales Padilla puso en circulación Hidrocálido en la tercera semana de octubre de 1981 y se fueron con él varios reporteros, correctores y personal de talleres de EL SOL, de tal suerte que hubo no pocas plazas vacantes que se fueron ocupando en el curso de las semanas. Y una de ellas fue la que quedó en manos de Sandra Luz, en primera sección, con fuentes importantes a cubrir como cámaras empresariales, asociaciones y colegios de profesionistas, y el Ayuntamiento de Aguascalientes.

Sandra Luz comenzó a destacar por la veracidad de sus informaciones y su objetividad, además de redactar correctamente, sin embargo, tenía un problema: confundía con cierta frecuencia los apellidos de los entrevistados. Estas fallas se daban de vez en cuando. Indudablemente que el propio director corregía el problema y todo quedaba en una amonestación verbal.

Era y es una mujer responsable, aguerrida y como reportera fue audaz y certera en sus preguntas y planteamientos, por loque siempre fue una periodista confiable y veraz, por lo cual los empresarios, que son desconfiados por naturaleza, le tenían un gran aprecio y estima, además de reconocer su profesionalismo periodístico.

Para ese entonces se había conformado un buen equipo de reporteros y reporteras en las diversas secciones, prevalecía la armonía, la cordialidad y el compañerismo. Cada tarde era no solamente de trabajo, de escribir en una computadora, también para la charla, los chascarrillos y las bromas entre los reporteros de local y de deportes que a esas horas estaban en redacción. Las de sociales y cultura escribían en el transcurso de la mañana, por razones de tiempo, y solamente estaba la de guardia. Y el reportero de policía llegaba por lo regular hasta las nueve de la noche.

El director José Ángel Martínez Limón en sus funciones de director-gerente iba por la mañana, en la tarde y hasta la medianoche. Llegaba por la tarde al filo de las 17 horas, minutos más o minutos menos, pero siempre casi a la misma hora. Y para esa hora los reporteros de local debíamos tener al menos el 60 por ciento del material escrito, mismo que él comenzaba a revisar y valorar desde su propia computadora.

Una tarde ya había llegado Martínez Limón, quien siempre acudía a la redacción para desearnos buena tarde y saludarnos de mano, uno por uno. Pues esa tarde no llegaba Sandra Luz no tenía nada pendiente en su agenda del día, por lo que a todos sus compañeros nos causaba extrañeza su tardanza.

Casi al filo de las seis de la tarde llego toda despeinada y llena de polvo. Al preguntarle los motivos de su retraso solamente acertó a decir con sonrisa nerviosa que “tuve un contratiempo” y no dijo más, se puso a escribir. Y nosotros, suspicaces, la comenzamos a bromear con ella, al decirle que “andaba con el novio”. Y es que Sandra ya andaba de romance con quien ahora es su esposo, Humberto Rivas Dueñas, reportero del entonces canal 6, de Radio y Televisión de Aguascalientes (RyTA).

Una anécdota más fue una vez que el director José Ángel Martínez Limón le llamó por la extensión telefónica para pedirle que subiera a su oficina. Y siempre que ello ocurría era porque no le entendía a una nota o había detectado una omisión o falla involuntaria en el texto de alguna información. Sandra Luz se levantó y solamente dijo “de seguro ya me va a regañar”. Lo cierto es que José Ángel no nos regañaba en realidad, solamente nos señalaba el error y nos pedía tener más cuidado a la hora de redactar.

Resulta que Sandra Luz había cambiado el segundo apellido del entonces secretario de Finanzas del Ayuntamiento de la Capital, Adrián Acero Templos, y ella escribió Adrián Acero Iglesias. Al recibir la amonestación, Sandra Luz se quiso defender al decir que “no es lo mismo, templos e iglesias”, lo que provocó la risa del propio director. Una de las ocurrencias de Sandra para salir del mal momento,

Años después Sandra Luz aceptó una oferta de trabajo en el INEGI, con mayor sueldo y mejores prestaciones, además de semana inglesa. Ella sigue trabajando en esa institución, además de ser ya esposa, madre y abuela.

Hay otra gran anécdota protagonizada por nuestra amiga Sandra Luz, pero de eso hablaremos capítulos adelante, cuando recordemos a don Juan Esparza Rodríguez, pero primero debemos mencionar a dos grandes cronistas Saturnino Barrón G. y J. Cruz Bonilla Méndez, todos ya fallecidos.

Después de algunos años de brillar con luz propia en El Heraldo de Aguascalientes, tanto en sociales-cultura como en primera plana, Sandra Luz Muñoz Santana decidió emigrar a EL SOL DEL CENTRO, que en aquel entonces estrenaba director-gerente en la persona de José Ángel Martínez Limón, quien en los primeros meses de 1981 fue nombrado director adjunto ante la inminente salida del director Agustín Morales Padilla, quien estaba por cristalizar su nuevo proyecto editorial de fundar un nuevo diario en Aguascalientes, Hidrocálido.

En efecto, Agustín Morales Padilla puso en circulación Hidrocálido en la tercera semana de octubre de 1981 y se fueron con él varios reporteros, correctores y personal de talleres de EL SOL, de tal suerte que hubo no pocas plazas vacantes que se fueron ocupando en el curso de las semanas. Y una de ellas fue la que quedó en manos de Sandra Luz, en primera sección, con fuentes importantes a cubrir como cámaras empresariales, asociaciones y colegios de profesionistas, y el Ayuntamiento de Aguascalientes.

Sandra Luz comenzó a destacar por la veracidad de sus informaciones y su objetividad, además de redactar correctamente, sin embargo, tenía un problema: confundía con cierta frecuencia los apellidos de los entrevistados. Estas fallas se daban de vez en cuando. Indudablemente que el propio director corregía el problema y todo quedaba en una amonestación verbal.

Era y es una mujer responsable, aguerrida y como reportera fue audaz y certera en sus preguntas y planteamientos, por loque siempre fue una periodista confiable y veraz, por lo cual los empresarios, que son desconfiados por naturaleza, le tenían un gran aprecio y estima, además de reconocer su profesionalismo periodístico.

Para ese entonces se había conformado un buen equipo de reporteros y reporteras en las diversas secciones, prevalecía la armonía, la cordialidad y el compañerismo. Cada tarde era no solamente de trabajo, de escribir en una computadora, también para la charla, los chascarrillos y las bromas entre los reporteros de local y de deportes que a esas horas estaban en redacción. Las de sociales y cultura escribían en el transcurso de la mañana, por razones de tiempo, y solamente estaba la de guardia. Y el reportero de policía llegaba por lo regular hasta las nueve de la noche.

El director José Ángel Martínez Limón en sus funciones de director-gerente iba por la mañana, en la tarde y hasta la medianoche. Llegaba por la tarde al filo de las 17 horas, minutos más o minutos menos, pero siempre casi a la misma hora. Y para esa hora los reporteros de local debíamos tener al menos el 60 por ciento del material escrito, mismo que él comenzaba a revisar y valorar desde su propia computadora.

Una tarde ya había llegado Martínez Limón, quien siempre acudía a la redacción para desearnos buena tarde y saludarnos de mano, uno por uno. Pues esa tarde no llegaba Sandra Luz no tenía nada pendiente en su agenda del día, por lo que a todos sus compañeros nos causaba extrañeza su tardanza.

Casi al filo de las seis de la tarde llego toda despeinada y llena de polvo. Al preguntarle los motivos de su retraso solamente acertó a decir con sonrisa nerviosa que “tuve un contratiempo” y no dijo más, se puso a escribir. Y nosotros, suspicaces, la comenzamos a bromear con ella, al decirle que “andaba con el novio”. Y es que Sandra ya andaba de romance con quien ahora es su esposo, Humberto Rivas Dueñas, reportero del entonces canal 6, de Radio y Televisión de Aguascalientes (RyTA).

Una anécdota más fue una vez que el director José Ángel Martínez Limón le llamó por la extensión telefónica para pedirle que subiera a su oficina. Y siempre que ello ocurría era porque no le entendía a una nota o había detectado una omisión o falla involuntaria en el texto de alguna información. Sandra Luz se levantó y solamente dijo “de seguro ya me va a regañar”. Lo cierto es que José Ángel no nos regañaba en realidad, solamente nos señalaba el error y nos pedía tener más cuidado a la hora de redactar.

Resulta que Sandra Luz había cambiado el segundo apellido del entonces secretario de Finanzas del Ayuntamiento de la Capital, Adrián Acero Templos, y ella escribió Adrián Acero Iglesias. Al recibir la amonestación, Sandra Luz se quiso defender al decir que “no es lo mismo, templos e iglesias”, lo que provocó la risa del propio director. Una de las ocurrencias de Sandra para salir del mal momento,

Años después Sandra Luz aceptó una oferta de trabajo en el INEGI, con mayor sueldo y mejores prestaciones, además de semana inglesa. Ella sigue trabajando en esa institución, además de ser ya esposa, madre y abuela.

Hay otra gran anécdota protagonizada por nuestra amiga Sandra Luz, pero de eso hablaremos capítulos adelante, cuando recordemos a don Juan Esparza Rodríguez, pero primero debemos mencionar a dos grandes cronistas Saturnino Barrón G. y J. Cruz Bonilla Méndez, todos ya fallecidos.