/ miércoles 6 de marzo de 2024

Bajo el sol | Los periodistas de ayer (VI)

El hecho no pasó desapercibido para el director del periódico, quien por cierto fue uno de los invitados a la boda, por lo que Javier fue sancionado y por ocho días estuvo inhabilitado para trabajar en el diario de sus amores.

Javier Macías llegó a ser jefe de la Sección de Sociales y Cultura, donde se desempeñó con mucha efectividad, hasta que a principios del nuevo milenio se enfermó y fue internado de urgencia en el Hospital General del ISSSTE, donde días después perdió la vida a pesar de los esfuerzos de la ciencia médica.

Javier vivió y falleció en soledad. Una vida plena pero solitaria, llena de grandes éxitos que no pudo compartir con una esposa o con un hijo o hija.

Sus restos fueron velados en conocida agencia funeraria por la calle de Guadalupe, a donde acudimos el entonces director don Francisco Gamboa López y sus compañeros reporteros y fotógrafos de este Diario y de otros periódicos. Javier no tenía familia, por lo cual su velorio estuvo poco concurrido. Descanse en paz!!!!

Para no apartarnos de sección, recordemos a quienes formaron parte de Sociales y Cultura de EL SOL DEL CENTRO. Cuando un servidor hacía sus pininos en la redacción tuve oportunidad de conocer a Irela Romo Muñoz, una guapa y joven reportera, que se distinguía por su dinamismo y entusiasmo. Era capaz también de reportear y escribir para información local, ósea, la primera sección. Ella permaneció activa pocos años, pues decidió contraer matrimonio con su novio y dedicarse por completo a su papel de esposa, ama de casa y posteriormente madre de familia. Le perdimos la pista.

Otra reportera de Sociales era Socorro (Coco) Hernández Duque, una auténtica dama, siempre elegante y con falda larga, debajo de la rodilla, quien tenía relaciones con la crema y nata de la sociedad aguascalentense, por lo que daba cuenta de sus principales acontecimientos sociales como despedidas de soltera, bodas, bautismos, confirmaciones, cumpleaños, etc.

A coquito nunca la vimos escribir en la redacción, siempre llegaba con sus notas redactadas en hojas para maquina o cuartillas, pues ella prefería escribir en su casa ubicada a unas cuadras del periódico. Cuando llegó la era de la modernización para el Diario y se instalaron computadoras que vinieron a sustituir las máquinas de escribir Olivetti, Coquito se rehusó a capacitarse y prefirió renunciar en el año de 1991, cerrando así una etapa brillante de su carrera reporteril.

Su lugar lo ocupó una joven estudiante universitaria, quien ya tenía algunos meses de acudir al periódico como aprendiz de reportera. Su nombre Thalía Eugenia Rivera Romo, quien cursaba estudios de Licenciatura en Relaciones Industriales en la Universidad Autónoma de Aguascalientes /UAA), donde se graduó. Thalía, con su juventud y entusiasmo, logró imprimirle un mayor dinamismo a la Sección de Sociales y Cultura.

Sus notas eran más frescas y de fácil lectura, pues dio cabida a las reuniones y tardeadas juveniles, aparte de que comenzó a publicar dos o tres veces por semana una columna que llevó el titulo de “Chispitas”, a través de la cual informaba de lo que ahora mucho se maneja en redes sociales, cuyo contenido era del gusto de amas de casa y jovencitas, Era una columna con informaciones cortas y veraces sobre el ámbito social y cultural de Aguascalientes.

Thalía Eugenia, quien por cierto es bisnieta del gran arquitecto emérito J. Refugio Reyes Rivas, logró su base en mayo de 1981 y decidió abandonar el periodismo en marzo de 1996. Durante esos 15 años logró conquistar una carrera profesional, se casó y procreó dos hijos, un varón y una niña. Ella renunció para dedicarse por completo a su papel de esposa, madre de familia y ama de casa, además de atender a su señora madre que hace apenas unos años dejó de existir. Ambas eran muy unidas, pues fueron hijas únicas. Nadie es indispensable, pero su salida fue muy sentida por sus compañeros y compañeras de trabajo, quienes la recuerdan con mucho agrado.

Otra reportera de sociales, por corto tiempo, fue Martha Delgado Barrón, quien se casó y por propia voluntad se separó del periódico para dedicarse por completo a su hogar.

Por esos años también pidió una oportunidad para trabajar como reportera una joven rubia, Claudia Leticia Hernández, quien de inmediato comenzó a demostrar su estilo de escribirlas noticias. Con gran espíritu reporteril comenzó a destacar por sus notas, entrevistas y reportajes, a grado tal que en pocos meses se ganó un lugar en primera plana.

El hecho no pasó desapercibido para el director del periódico, quien por cierto fue uno de los invitados a la boda, por lo que Javier fue sancionado y por ocho días estuvo inhabilitado para trabajar en el diario de sus amores.

Javier Macías llegó a ser jefe de la Sección de Sociales y Cultura, donde se desempeñó con mucha efectividad, hasta que a principios del nuevo milenio se enfermó y fue internado de urgencia en el Hospital General del ISSSTE, donde días después perdió la vida a pesar de los esfuerzos de la ciencia médica.

Javier vivió y falleció en soledad. Una vida plena pero solitaria, llena de grandes éxitos que no pudo compartir con una esposa o con un hijo o hija.

Sus restos fueron velados en conocida agencia funeraria por la calle de Guadalupe, a donde acudimos el entonces director don Francisco Gamboa López y sus compañeros reporteros y fotógrafos de este Diario y de otros periódicos. Javier no tenía familia, por lo cual su velorio estuvo poco concurrido. Descanse en paz!!!!

Para no apartarnos de sección, recordemos a quienes formaron parte de Sociales y Cultura de EL SOL DEL CENTRO. Cuando un servidor hacía sus pininos en la redacción tuve oportunidad de conocer a Irela Romo Muñoz, una guapa y joven reportera, que se distinguía por su dinamismo y entusiasmo. Era capaz también de reportear y escribir para información local, ósea, la primera sección. Ella permaneció activa pocos años, pues decidió contraer matrimonio con su novio y dedicarse por completo a su papel de esposa, ama de casa y posteriormente madre de familia. Le perdimos la pista.

Otra reportera de Sociales era Socorro (Coco) Hernández Duque, una auténtica dama, siempre elegante y con falda larga, debajo de la rodilla, quien tenía relaciones con la crema y nata de la sociedad aguascalentense, por lo que daba cuenta de sus principales acontecimientos sociales como despedidas de soltera, bodas, bautismos, confirmaciones, cumpleaños, etc.

A coquito nunca la vimos escribir en la redacción, siempre llegaba con sus notas redactadas en hojas para maquina o cuartillas, pues ella prefería escribir en su casa ubicada a unas cuadras del periódico. Cuando llegó la era de la modernización para el Diario y se instalaron computadoras que vinieron a sustituir las máquinas de escribir Olivetti, Coquito se rehusó a capacitarse y prefirió renunciar en el año de 1991, cerrando así una etapa brillante de su carrera reporteril.

Su lugar lo ocupó una joven estudiante universitaria, quien ya tenía algunos meses de acudir al periódico como aprendiz de reportera. Su nombre Thalía Eugenia Rivera Romo, quien cursaba estudios de Licenciatura en Relaciones Industriales en la Universidad Autónoma de Aguascalientes /UAA), donde se graduó. Thalía, con su juventud y entusiasmo, logró imprimirle un mayor dinamismo a la Sección de Sociales y Cultura.

Sus notas eran más frescas y de fácil lectura, pues dio cabida a las reuniones y tardeadas juveniles, aparte de que comenzó a publicar dos o tres veces por semana una columna que llevó el titulo de “Chispitas”, a través de la cual informaba de lo que ahora mucho se maneja en redes sociales, cuyo contenido era del gusto de amas de casa y jovencitas, Era una columna con informaciones cortas y veraces sobre el ámbito social y cultural de Aguascalientes.

Thalía Eugenia, quien por cierto es bisnieta del gran arquitecto emérito J. Refugio Reyes Rivas, logró su base en mayo de 1981 y decidió abandonar el periodismo en marzo de 1996. Durante esos 15 años logró conquistar una carrera profesional, se casó y procreó dos hijos, un varón y una niña. Ella renunció para dedicarse por completo a su papel de esposa, madre de familia y ama de casa, además de atender a su señora madre que hace apenas unos años dejó de existir. Ambas eran muy unidas, pues fueron hijas únicas. Nadie es indispensable, pero su salida fue muy sentida por sus compañeros y compañeras de trabajo, quienes la recuerdan con mucho agrado.

Otra reportera de sociales, por corto tiempo, fue Martha Delgado Barrón, quien se casó y por propia voluntad se separó del periódico para dedicarse por completo a su hogar.

Por esos años también pidió una oportunidad para trabajar como reportera una joven rubia, Claudia Leticia Hernández, quien de inmediato comenzó a demostrar su estilo de escribirlas noticias. Con gran espíritu reporteril comenzó a destacar por sus notas, entrevistas y reportajes, a grado tal que en pocos meses se ganó un lugar en primera plana.