/ miércoles 21 de febrero de 2024

Bajo el sol | Los periodistas de ayer (IV)

Terminamos el capítulo anterior con el recuerdo del periodista policiaco Everardo Brand Partida, quien fue un sagaz reportero de la llamada nota roja y excelente redactor por el buen manejo del lenguaje y de los términos que se utilizan en ese tipo de notas. Fue digno sucesor de otros grandes reporteros de esa sección, entre ellos, Juan José Gaytán (Mc Gay), quien dejó profunda huella en EL SOL DEL CENTRO.

Eran otros tiempos en Aguascalientes, entonces una ciudad risueña pero provinciana, pequeña y con pocos habitantes, en la década de los años cincuenta del siglo pasado, es decir, hace 70 años. Mc Gay fue autor de la fantástica historia del Vampiro del Cine Encanto, que en ese entonces funcionaba en la segunda cuadra de la calle Madero, ubicado en donde está ahora el conocido restaurante Las Antorchas y locales contiguos. Esta historia generó temor y furor entre los miles de lectores de EL SOL.

Y todo era mera ficción, pero a fuerza de publicar historias casi a diario, la gente llegó a pensar que todo era realidad. Juan José Gaytán gozaba de alta estimación y reconocimiento por parte de los mandos y funcionarios policiales, no se diga de la población, por su trabajo periodístico, Incluso gozaba del respeto de los delincuentes de poca monta, hablamos de carteristas, mariposeros o que roban bicicletas, entre otros. Estos hampones, identificados también como rateros conocidos, lo llamaban y saludaban como “jefe” Mc Gay.

Ustedes se preguntarán por qué tanto respeto. Pues según cuentan, a mí no me consta, porque todavía no había llegado a este mundo o tenía pocos años de edad, pero quienes lo vivieron o supieron de primera mano, aseguran que cada 24 de diciembre al caer la tarde se presentaba el reportero de EL SOL DEL CENTRO en los separos de la Policía Preventiva y pedía al oficial de guardia la listade personas detenidas.

Entonces Juan José Gaytán revisaba dicha lista y “ordenaba” a los uniformados liberar a los que cayeron por carteristas, ladrones de alimentos y de bicicletas, y también a los que fueron aprehendidos por andar alcoholizados. Y los policías los soltaban y dejaban en libertad, para que pudieran pasar la Nochebuena y Navidad al lado de sus respectivas familias. Y quienes se quedaban guardados en prisión eran los agresores de mujeres, infantes y de personas ancianas, O bien los autores de grandes robos y otros delincuentes de altos vuelos.

Ante esta acción de Gaytán, los funcionarios policiacos guardaban silencio y ni tan siquiera la reclamaban. Así se las gastaba el reportero policiaco, pero eran otros tiempos, qué esperanzas que un hecho similar ocurra en la actualidad.

Años después el señor Gaytán emprendió el vuelo y se fue a probar suerte en la Ciudad de México, donde logró colocarse en el ámbito periodístico de aquella urbe, prestó sus servicios en varios diarios y en la desaparecida agencia noticiosa Notimex. Luego de obtener su jubilación decidió regresar a su terruño natal, Aguascalientes, pues su deseo era morir en su tierra. Volvió como colaborador al periódico de sus amores, EL SOL DEL CENTRO, hasta su fallecimiento.

Ahora vamos a hablar de otro gran reportero, cronista de sociales para mayores señas, Javier Macías Loera, quien, gracias a su profesionalismo, manera de escribir y don de gente, logró ser aceptado entre las clases ricas y pudientes de Aguascalientes, pues lo invitaban a cubrir sus eventos sociales de toda índole. Era el único reportero que era bienvenido en el seno de las familias ricas y de abolengo de Aguascalientes.

Javier Macías fue reportero y por muchos años fungió como jefe de la sección de Sociales y Cultura de EL SOL DEL CENTRO. Combinaba su actividad reporteril con su trabajo de secretario del Juzgado Federal que por largo tiempo estuvo funcionando en la primera cuadra de la calle Juan de Montoro, a unos cuantos metros de la calle de Colón, de la Plaza de la Patria o Principal, y de Palacio Municipal, precisamente en el edificio que posteriormente fue sede de las oficinas de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

Javier Macías se distinguió por ser una persona solitaria. La mayor parte de su vida estuvo al lado de su señora madre, de quien era hijo único, y no se le conoció más familia ni parientes cercanos o lejanos. La casa de su mamá estaba por la calle Héroes de Chapultepec, entre Galeana y José María Chávez. Cuando murió su madre, Javier se quedó completamente solo.

Tuvo pocas relaciones amorosas debido a que por su carácter tan introvertido y noble las mujeres se aprovechaban para obtener alguna ventaja económica, dado que Javier percibía buen salario como secretario en el Juzgado Federal de Distrito, además de su posición como cronista de sociales de EL SOL. Nunca se casó.

Terminamos el capítulo anterior con el recuerdo del periodista policiaco Everardo Brand Partida, quien fue un sagaz reportero de la llamada nota roja y excelente redactor por el buen manejo del lenguaje y de los términos que se utilizan en ese tipo de notas. Fue digno sucesor de otros grandes reporteros de esa sección, entre ellos, Juan José Gaytán (Mc Gay), quien dejó profunda huella en EL SOL DEL CENTRO.

Eran otros tiempos en Aguascalientes, entonces una ciudad risueña pero provinciana, pequeña y con pocos habitantes, en la década de los años cincuenta del siglo pasado, es decir, hace 70 años. Mc Gay fue autor de la fantástica historia del Vampiro del Cine Encanto, que en ese entonces funcionaba en la segunda cuadra de la calle Madero, ubicado en donde está ahora el conocido restaurante Las Antorchas y locales contiguos. Esta historia generó temor y furor entre los miles de lectores de EL SOL.

Y todo era mera ficción, pero a fuerza de publicar historias casi a diario, la gente llegó a pensar que todo era realidad. Juan José Gaytán gozaba de alta estimación y reconocimiento por parte de los mandos y funcionarios policiales, no se diga de la población, por su trabajo periodístico, Incluso gozaba del respeto de los delincuentes de poca monta, hablamos de carteristas, mariposeros o que roban bicicletas, entre otros. Estos hampones, identificados también como rateros conocidos, lo llamaban y saludaban como “jefe” Mc Gay.

Ustedes se preguntarán por qué tanto respeto. Pues según cuentan, a mí no me consta, porque todavía no había llegado a este mundo o tenía pocos años de edad, pero quienes lo vivieron o supieron de primera mano, aseguran que cada 24 de diciembre al caer la tarde se presentaba el reportero de EL SOL DEL CENTRO en los separos de la Policía Preventiva y pedía al oficial de guardia la listade personas detenidas.

Entonces Juan José Gaytán revisaba dicha lista y “ordenaba” a los uniformados liberar a los que cayeron por carteristas, ladrones de alimentos y de bicicletas, y también a los que fueron aprehendidos por andar alcoholizados. Y los policías los soltaban y dejaban en libertad, para que pudieran pasar la Nochebuena y Navidad al lado de sus respectivas familias. Y quienes se quedaban guardados en prisión eran los agresores de mujeres, infantes y de personas ancianas, O bien los autores de grandes robos y otros delincuentes de altos vuelos.

Ante esta acción de Gaytán, los funcionarios policiacos guardaban silencio y ni tan siquiera la reclamaban. Así se las gastaba el reportero policiaco, pero eran otros tiempos, qué esperanzas que un hecho similar ocurra en la actualidad.

Años después el señor Gaytán emprendió el vuelo y se fue a probar suerte en la Ciudad de México, donde logró colocarse en el ámbito periodístico de aquella urbe, prestó sus servicios en varios diarios y en la desaparecida agencia noticiosa Notimex. Luego de obtener su jubilación decidió regresar a su terruño natal, Aguascalientes, pues su deseo era morir en su tierra. Volvió como colaborador al periódico de sus amores, EL SOL DEL CENTRO, hasta su fallecimiento.

Ahora vamos a hablar de otro gran reportero, cronista de sociales para mayores señas, Javier Macías Loera, quien, gracias a su profesionalismo, manera de escribir y don de gente, logró ser aceptado entre las clases ricas y pudientes de Aguascalientes, pues lo invitaban a cubrir sus eventos sociales de toda índole. Era el único reportero que era bienvenido en el seno de las familias ricas y de abolengo de Aguascalientes.

Javier Macías fue reportero y por muchos años fungió como jefe de la sección de Sociales y Cultura de EL SOL DEL CENTRO. Combinaba su actividad reporteril con su trabajo de secretario del Juzgado Federal que por largo tiempo estuvo funcionando en la primera cuadra de la calle Juan de Montoro, a unos cuantos metros de la calle de Colón, de la Plaza de la Patria o Principal, y de Palacio Municipal, precisamente en el edificio que posteriormente fue sede de las oficinas de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

Javier Macías se distinguió por ser una persona solitaria. La mayor parte de su vida estuvo al lado de su señora madre, de quien era hijo único, y no se le conoció más familia ni parientes cercanos o lejanos. La casa de su mamá estaba por la calle Héroes de Chapultepec, entre Galeana y José María Chávez. Cuando murió su madre, Javier se quedó completamente solo.

Tuvo pocas relaciones amorosas debido a que por su carácter tan introvertido y noble las mujeres se aprovechaban para obtener alguna ventaja económica, dado que Javier percibía buen salario como secretario en el Juzgado Federal de Distrito, además de su posición como cronista de sociales de EL SOL. Nunca se casó.