/ miércoles 22 de mayo de 2024

Bajo el sol | Los periodistas de ayer (XVI)

En la última parte del artículo anterior comenzamos a recordar a un gran locutor y comunicador radiofónico, Juan Antonio Barrón Cristerna, quien falleció allá por la década de los noventas del siglo anterior.

Juan Antonio Barrón fue un verdadero maestro de la locución, con un privilegiado timbre de voz que cautivaba al auditorio y le permitía dirigir importantes ceremonias como la coronación de la reina de la Feria Nacional de San Marcos, entre muchos eventos.

Tal vez mucha gente recuerde a Barrón Cristerna cuando trabajaba como locutor en la emisora XEAC Radio Aguascalientes, que en las décadas de los setentas y ochentas tenía sus estudios y oficinas en la primera cuadra de la calle Francisco Primo de Verdad y Ramos, a unos cuantos pasos del centro comercial El Parián, en el primer cuadro de esta capital.

También se distinguió por su gustado programa musical “Serenata a las Estrellas”, que se transmitía todas las noches, de lunes a viernes, de las 22 horas a la medianoche. Su programa tenía mucho auditorio, pues era numeroso el público a quien le gustaba escuchar buena música, muy tranquila para relajar los sentidos, e ideal para estudiar, hacer trabajos escolares o profesionales, leer o simplemente conciliar el sueño. A pesar del horario nocturno y que competía con la televisión, el programa de Juan Antonio Barrón gozaba de mucha preferencia entre la población.

Por si fuera poco, Juan Antonio Barrón Cristerna era el narrador oficial de los juegos del equipo Panteras de Aguascalientes, del torneo de basquetbol profesional., De esta manera, transmitía por radio los partidos de local en la entonces cancha Jesús María Rodríguez y también cuando el conjunto de casa viajaba a otras ciudades a enfrentarse con los demás equipos del torneo, como la Ciudad de México, San Luis Potosí, León, Chihuahua, Guadalajara, Zacatecas y otras ciudades.

A él lo conocí en persona, por primera vez, en tierras lejanas, no en Aguascalientes. Fue en una final de Panteras de Aguascalientes contra Dorados de Chihuahua, una rivalidad que superaba las pasiones entre los aficionados. Los dos primeros partidos de una serie de siete habían sido ganados por Panteras en casa, y ahora correspondía visitar en su terruño a los Dorados, en el auditorio Nayo Revilla, de la ciudad de Chihuahua.

A un servidor le tocó por circunstancias del destino cubrir los juegos de visitante, debido a que el reportero de deportes que cubría basquetbol se había enfermado. Nos enviaron al reportero gráfico Luis Almanza Huitrón y a un servidor como reporteros de EL SOL DEL CENTRO,

Y ya acomodados en Chihuahua, un día previo al primer encuentro de visitante, Luis Almanza (QEPD) y este reportero fuimos al hotel donde se alojaban los jugadores y entrenadores del Panteras para conocer sus impresiones. En ese sitio se encontraba también alojado Juan Antonio Barrón, quien estaba con su infaltable puro leyendo un periódico en el vestíbulo del hotel ubicado en la zona centro de aquella ciudad. Lo saludé y me presenté con mi nombre, a lo cual me respondió que ya sabía de mi por mis notas publicadas y firmadas en el diario. “Ya lo conocía de nombre, muchachito”, recuerdo que me dijo.

Y fue todo. Terminó la conversación. Nos volvimos a ver en el Nayo Revilla durante los tres partidos, pero sin cruzar palabra, pues se encontraba ocupado en transmitir por radio para Aguascalientes y un servidor atento para escribir la crónica del partido para los lectores del Diario. Terminado el encuentro, Luis y un servidor nos dirigíamos en taxi a las instalaciones de El Heraldo de Chihuahua, diario hermano de EL SOL DEL CENTRO, donde por cierto directivos, reporteros y fotógrafos eran aficionados de los Dorados.

No nos volvimos a ver en varios meses, hasta que nos empezamos a encontrar de manera frecuente por avenida Madero, para entonces él estaba como gerente de la Asociación de Ejecutivos de Ventas y Mercadotecnia, cuyas oficinas estaban en el edificio de Madero e Hidalgo, en cuya planta baja se encontraba Banco del Centro, ahora Banorte.

Volvimos a saludarnos y a veces nos paramos a platicar brevemente. Después, Juan Antonio Barrón se fue a trabajar a XEBI, que dirigía don Pedro Rivas Cuellar, pionero de la radio en Aguascalientes y en el país. En esa emisora le dieron la oportunidad de conducir un programa de noticias llamado “Motivos de Medianoche”, donde tenía invitados en el estudio y daba las noticias del día. Fue entonces cuando me buscó y me invitó a colaborar. Acepté con gusto y le surtía de las notas locales más importantes del día.

Poco tiempo después el programa se transformó en matutino, el antecedente de Buenos Días Aguascalientes, donde estuvo también como conductor aproximadamente un año, hasta su salida de XEBI.

Durante ese lapso tuve oportunidad de conocerlo más a fondo. Y Juan Antonio me comentaba que cuando le tocara la hora de morir lo quería hacer con su puro y una copa de coñac, sentado en su sillón preferido. Y ese deseo finamente se cumplió, pues así sus familiares lo encontraron muerto en su sillón, con un puro a medio consumir y su copa de coñac.

Hoy lo recordamos con profundo cariño y gran emoción, porque fue un gran maestro del micrófono y una excelente persona.

En la última parte del artículo anterior comenzamos a recordar a un gran locutor y comunicador radiofónico, Juan Antonio Barrón Cristerna, quien falleció allá por la década de los noventas del siglo anterior.

Juan Antonio Barrón fue un verdadero maestro de la locución, con un privilegiado timbre de voz que cautivaba al auditorio y le permitía dirigir importantes ceremonias como la coronación de la reina de la Feria Nacional de San Marcos, entre muchos eventos.

Tal vez mucha gente recuerde a Barrón Cristerna cuando trabajaba como locutor en la emisora XEAC Radio Aguascalientes, que en las décadas de los setentas y ochentas tenía sus estudios y oficinas en la primera cuadra de la calle Francisco Primo de Verdad y Ramos, a unos cuantos pasos del centro comercial El Parián, en el primer cuadro de esta capital.

También se distinguió por su gustado programa musical “Serenata a las Estrellas”, que se transmitía todas las noches, de lunes a viernes, de las 22 horas a la medianoche. Su programa tenía mucho auditorio, pues era numeroso el público a quien le gustaba escuchar buena música, muy tranquila para relajar los sentidos, e ideal para estudiar, hacer trabajos escolares o profesionales, leer o simplemente conciliar el sueño. A pesar del horario nocturno y que competía con la televisión, el programa de Juan Antonio Barrón gozaba de mucha preferencia entre la población.

Por si fuera poco, Juan Antonio Barrón Cristerna era el narrador oficial de los juegos del equipo Panteras de Aguascalientes, del torneo de basquetbol profesional., De esta manera, transmitía por radio los partidos de local en la entonces cancha Jesús María Rodríguez y también cuando el conjunto de casa viajaba a otras ciudades a enfrentarse con los demás equipos del torneo, como la Ciudad de México, San Luis Potosí, León, Chihuahua, Guadalajara, Zacatecas y otras ciudades.

A él lo conocí en persona, por primera vez, en tierras lejanas, no en Aguascalientes. Fue en una final de Panteras de Aguascalientes contra Dorados de Chihuahua, una rivalidad que superaba las pasiones entre los aficionados. Los dos primeros partidos de una serie de siete habían sido ganados por Panteras en casa, y ahora correspondía visitar en su terruño a los Dorados, en el auditorio Nayo Revilla, de la ciudad de Chihuahua.

A un servidor le tocó por circunstancias del destino cubrir los juegos de visitante, debido a que el reportero de deportes que cubría basquetbol se había enfermado. Nos enviaron al reportero gráfico Luis Almanza Huitrón y a un servidor como reporteros de EL SOL DEL CENTRO,

Y ya acomodados en Chihuahua, un día previo al primer encuentro de visitante, Luis Almanza (QEPD) y este reportero fuimos al hotel donde se alojaban los jugadores y entrenadores del Panteras para conocer sus impresiones. En ese sitio se encontraba también alojado Juan Antonio Barrón, quien estaba con su infaltable puro leyendo un periódico en el vestíbulo del hotel ubicado en la zona centro de aquella ciudad. Lo saludé y me presenté con mi nombre, a lo cual me respondió que ya sabía de mi por mis notas publicadas y firmadas en el diario. “Ya lo conocía de nombre, muchachito”, recuerdo que me dijo.

Y fue todo. Terminó la conversación. Nos volvimos a ver en el Nayo Revilla durante los tres partidos, pero sin cruzar palabra, pues se encontraba ocupado en transmitir por radio para Aguascalientes y un servidor atento para escribir la crónica del partido para los lectores del Diario. Terminado el encuentro, Luis y un servidor nos dirigíamos en taxi a las instalaciones de El Heraldo de Chihuahua, diario hermano de EL SOL DEL CENTRO, donde por cierto directivos, reporteros y fotógrafos eran aficionados de los Dorados.

No nos volvimos a ver en varios meses, hasta que nos empezamos a encontrar de manera frecuente por avenida Madero, para entonces él estaba como gerente de la Asociación de Ejecutivos de Ventas y Mercadotecnia, cuyas oficinas estaban en el edificio de Madero e Hidalgo, en cuya planta baja se encontraba Banco del Centro, ahora Banorte.

Volvimos a saludarnos y a veces nos paramos a platicar brevemente. Después, Juan Antonio Barrón se fue a trabajar a XEBI, que dirigía don Pedro Rivas Cuellar, pionero de la radio en Aguascalientes y en el país. En esa emisora le dieron la oportunidad de conducir un programa de noticias llamado “Motivos de Medianoche”, donde tenía invitados en el estudio y daba las noticias del día. Fue entonces cuando me buscó y me invitó a colaborar. Acepté con gusto y le surtía de las notas locales más importantes del día.

Poco tiempo después el programa se transformó en matutino, el antecedente de Buenos Días Aguascalientes, donde estuvo también como conductor aproximadamente un año, hasta su salida de XEBI.

Durante ese lapso tuve oportunidad de conocerlo más a fondo. Y Juan Antonio me comentaba que cuando le tocara la hora de morir lo quería hacer con su puro y una copa de coñac, sentado en su sillón preferido. Y ese deseo finamente se cumplió, pues así sus familiares lo encontraron muerto en su sillón, con un puro a medio consumir y su copa de coñac.

Hoy lo recordamos con profundo cariño y gran emoción, porque fue un gran maestro del micrófono y una excelente persona.