Hoy en medio de los vientos fríos y del correr de las personas al ir a su trabajo, muy temprano, me encaminé en mi automóvil a cargar gasolina, puesto que ya me marcaba un poco más de un cuarto, y el temor de quedarme sin combustible me empezó a aterrar.
Así que intentando estar sereno y tranquilo, arranqué a la gasolinera más cercana, rogando que sí hubiera combustible, pero me encuentro con la novedad de que se les acababa de terminar, por lo que pregunté: “¿Dónde tendrán gasolina?”; a lo que me contestó uno de los despachadores que en la gasolinera del Valle le dijeron que sí tenían.
Me imaginé la enorme cola que me esperaba y el tiempo que de seguro haría para llegar a la bomba despachadora. Sin embargo, me dirigí hasta el lugar, y creí que no había combustible, porque no había ninguna cola. Me acerqué a la bomba y un despachador muy atento se acercó y me dijo: “Sólo tenemos verde…” Yo le pregunté: “¿Y cuánto producto me pueden servir?” Recibiendo una gratísima sorpresa cuando me contestó: “Lo que usted necesite”.
Entonces, sin dilación, le pedí que me llenara el tanque, accediendo de inmediato; y en menos de 20 minutos estaba yo con mi tanque lleno y de regreso a casa. Fue muy grato entender entonces las palabras que el presidente AMLO había dicho: “Pronto, muy pronto, se normalizará el abasto de combustible”
Y fue entonces cuando comprendí la grandeza de este señor, quien se ha echado a cuestas la limpieza de ladrones y sinvergüenzas de nuestro amado país. Un hombre que ha luchado por muchos años para llegar a la Presidencia de la República y que “en llegandito” nos demuestra que está dispuesto a hacer lo necesario para “barrer” la tremenda corrupción que casi nos ahoga.
Enfrentado a los poderosos de la “MAFIA DEL PODER” sin más protección que la que el pueblo mismo le brinda, tesoneramente se ha propuesto limpiar nuestro país de la corrupción. Se enfrentó a los conservadores que deseaban a través de la administración educativa, privatizar la educación, y llevó esperanza y consuelo a la gente de la montaña de Guerrero, los más pobres del país; y se enfrentó al pulpo asfixiante de los petroleros ladrones, poniéndoles un alto a su desenfrenado robo.
Desde este modesto espacio le rindo un total tributo y un agradecimiento por hacer lo que está haciendo; y me comprometo a intentar emular su ejemplo. Haré lo necesario por ser honesto y trabajador, y comprometido con mi patria, y a entregar mis mejores esfuerzos por corresponder a los que él está haciendo. Quiero ¡Que viva México!