/ sábado 16 de marzo de 2019

Marzo, Juárez y Cárdenas

El mes de marzo debe ser para los mexicanos amantes de la patria, de sus múltiples riquezas y de tantas y tantas bellezas, el mes en que hemos conquistado la grandeza. Es el mes en que la primavera se asoma triunfante contra los fríos paralizadores del invierno, y prepara a todos los seres vivos y no vivos para aprovechar la temporada primaveral en una carrera ascendente hasta el final del verano, porque luego vendrá el otoño, preparatorio para el cierzo invernal.

Y fue un 6 de marzo del año 1806, cuando vio por vez primera la luz y la grandeza de México, don Benito Pablo Juárez García, en el pueblo indígena de Guelatao, en la sierra de Ixtlán, Oaxaca, destinado a conquistar nuestra incipiente independencia nacional del gobierno abusivo español; conquistando entonces la soberanía en medio de la intolerancia de los poderosos, quienes nos veían como un terreno propicio para continuar la esclavitud del pueblo mexicano.

Y después, el día 18 de marzo de 1938, cuando holandeses, ingleses y norteamericanos, principalmente, quienes extraían el ORO NEGRO, el petróleo mexicano, que por designios divinos (tal vez), nos había sido otorgado por el Gran Arquitecto del Universo, o por Dios, o por quien a usted le guste. Pero fue entonces que otro indígena ahora purépecha, don Lázaro Cárdenas del Río (Tata Lázaro), demostró la fortaleza y determinación de quienes de verdad aman a su patria, al expropiar el petróleo a las compañías extranjeras, recobrando para México su independencia financiera.

Y así, por muchos años estuvimos disfrutando de una economía boyante, internacionalmente, pero que en los últimos 20 años sólo disfrutaron algunos malos mexicanos que abusaron del pueblo. El petróleo se convirtió en la gallina de los huevos de oro, sobre la cual descansó en gran medida el bienestar del país y en la envidia de los acaparadores internacionales y nacionales, quienes desde el poder presidencial y las gubernaturas en todo el país, estuvieron extrayendo grandes cantidades de este recurso tan nuestro, para alimentar sólo a sus bolsillos.

Sin embargo, los malos mexicanos, los vendepatrias de siempre, pretendieron acabar con las riquezas nacionales (no sólo el petróleo, sino también electricidad, minería, hidrografía, etc.), y es ahora que el señor presidente Andrés Manuel López Obrador, extraído como los dos anteriores, de los estratos más pobres, quien está “limpiando la casa”, recuperando para los mexicanos la soberanía política, la económica y la dignidad nacional.

Creo que mucho haremos si no estorbamos en el afán de nuestro Presidente, de barrer de inmundicia y podredumbre la casa de todos nosotros. Por eso, desde aquí, amigo lector, te invito a exigir a los corruptos que mejoren sus actitudes y comprendan que los mexicanos ya no estamos dispuestos a permitir que nos sigan robando, que sigan mermando nuestra dignidad. Que estamos en pie de lucha por reconquistar lo nuestro para ¡Que viva México!

El mes de marzo debe ser para los mexicanos amantes de la patria, de sus múltiples riquezas y de tantas y tantas bellezas, el mes en que hemos conquistado la grandeza. Es el mes en que la primavera se asoma triunfante contra los fríos paralizadores del invierno, y prepara a todos los seres vivos y no vivos para aprovechar la temporada primaveral en una carrera ascendente hasta el final del verano, porque luego vendrá el otoño, preparatorio para el cierzo invernal.

Y fue un 6 de marzo del año 1806, cuando vio por vez primera la luz y la grandeza de México, don Benito Pablo Juárez García, en el pueblo indígena de Guelatao, en la sierra de Ixtlán, Oaxaca, destinado a conquistar nuestra incipiente independencia nacional del gobierno abusivo español; conquistando entonces la soberanía en medio de la intolerancia de los poderosos, quienes nos veían como un terreno propicio para continuar la esclavitud del pueblo mexicano.

Y después, el día 18 de marzo de 1938, cuando holandeses, ingleses y norteamericanos, principalmente, quienes extraían el ORO NEGRO, el petróleo mexicano, que por designios divinos (tal vez), nos había sido otorgado por el Gran Arquitecto del Universo, o por Dios, o por quien a usted le guste. Pero fue entonces que otro indígena ahora purépecha, don Lázaro Cárdenas del Río (Tata Lázaro), demostró la fortaleza y determinación de quienes de verdad aman a su patria, al expropiar el petróleo a las compañías extranjeras, recobrando para México su independencia financiera.

Y así, por muchos años estuvimos disfrutando de una economía boyante, internacionalmente, pero que en los últimos 20 años sólo disfrutaron algunos malos mexicanos que abusaron del pueblo. El petróleo se convirtió en la gallina de los huevos de oro, sobre la cual descansó en gran medida el bienestar del país y en la envidia de los acaparadores internacionales y nacionales, quienes desde el poder presidencial y las gubernaturas en todo el país, estuvieron extrayendo grandes cantidades de este recurso tan nuestro, para alimentar sólo a sus bolsillos.

Sin embargo, los malos mexicanos, los vendepatrias de siempre, pretendieron acabar con las riquezas nacionales (no sólo el petróleo, sino también electricidad, minería, hidrografía, etc.), y es ahora que el señor presidente Andrés Manuel López Obrador, extraído como los dos anteriores, de los estratos más pobres, quien está “limpiando la casa”, recuperando para los mexicanos la soberanía política, la económica y la dignidad nacional.

Creo que mucho haremos si no estorbamos en el afán de nuestro Presidente, de barrer de inmundicia y podredumbre la casa de todos nosotros. Por eso, desde aquí, amigo lector, te invito a exigir a los corruptos que mejoren sus actitudes y comprendan que los mexicanos ya no estamos dispuestos a permitir que nos sigan robando, que sigan mermando nuestra dignidad. Que estamos en pie de lucha por reconquistar lo nuestro para ¡Que viva México!

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