/ sábado 22 de diciembre de 2018

La navidad en el corazón

El que es grande de corazón es grande de espíritu, por lo tanto, realiza grandes proezas. Estamos a unas horas de que sea ya Navidad y cuántas promesas hechas, cuántas realidades hemos llevado a cabo. Cuántas mantas hemos regalado para que cubran sus cuerpos temblando de frío. Cuántos pies descalzaos hemos cubierto con unos tenis, o un zapato decoroso hemos obsequiado, o al menos un dulce hemos regalado. Tan siquiera una sonrisa al corazón a las miradas tristes o tan siquiera una sonrisa al más pobre, pobre materialmente, pero rico en espíritu. Espíritu que sin duda nos trasmite con la blancura de su alma.

Pero no esperemos tan sólo esta fecha para regalar todo esto, todos los días de todas las navidades, de todos los años debemos estar dispuestos a DAR. Salir del caparazón de hierro y frío acontecer, para dar AMOR, CALOR, CARIDAD, COMPRENSIÓN a quien realmente esto que acabo de mencionar necesita. Salir de nuestro EGO, de nuestra SOBERBIA, de nuestro encerramiento personal para darnos a los demás. Por supuesto, al que más lo necesita.

Cuántos niños y adultos en estos días de alegría por la Navidad se encuentran solos ya sea en un orfanatorio, reformatorio, hospital olvidados de todo y de todos, sin una palabra de aliento, sin un dulce, sin un abrigo, tan siquiera de un abrazo. Un abrazo fuerte y sincero con el corazón y los brazos dispuestos a dar toda su capacidad de AMOR, todo su afecto y toda energía solidaria.

Nada nos cuesta amar a quien de verdad lo necesita, nada nos cuesta salir a la calle y dar un abrazo a quien se siente solo, porque ha perdido a un ser querido, porque todo materialmente lo tiene pero sentimental y moralmente está solo. Que está pidiendo tan sólo un abrazo. Nada nos cuesta dárselo sin que nos lo pida, con tan sólo mirar a sus ojos nos damos cuenta de ello. ¡Vamos a volvernos niños tan siquiera una vez en la vida! ¡Vamos a abrazar a quien lo necesita mucho! Que nuestros brazos sean la manta que caliente el corazón, que caliente el espíritu, que caliente las almas solitarias. Las almas que recientemente han perdido un ser querido. A ellas hay que darles un abrazo. Y bueno no tan sólo a ellas, hasta las que están contentas, o contentos de abrazar al hermano, a la hermana porque está a punto de llegar Navidad. NADA NOS CUESTA DAR UN FUERTE Y SINCERO ABRAZO.

Que este año no sea un año común y corriente, que sea un año especial para ir hacia quien lo necesita.

Que la Navidad entre en tu corazón y se dé hacia los demás. Que no sea una Navidad de membrete, de etiqueta, de sabia sabiduría. Que sea una Navidad sencilla y especial a la vez como digo, de AMOR, de caridad, de comprensión, de solidaridad. Que no sea una Navidad para que todos me vean. Hay que dar sin esperar nada cambio. Que no sea una Navidad más, que sea un intercambio si se puede aunque sea con un chocolate, con un sencillo dulce, pero eso sí, dado con tanto amor y cariño. Porque una tras otra las navidades se van pasando, pero lo que sí estoy seguro queda impreso en el corazón de cada ser humano, es el amor y el cariño que recibió, y mucho más meritorio, que sin pedir amor se lo dieron.

Abramos el corazón a quien tanto lo necesita a un anciano, a un niño, a un hermano, a ellos que sin pedir nada cambio lo esperan todo. Y por qué no, si tenemos que dar algo, o mucho materialmente, demos, sin pedir nada a cambio, bueno si, por qué no, pedir también AMOR.

Que no sólo esta Navidad llenemos nuestro arbolito interior de luces, esferas y estrellitas. Que sean todas las navidades que nos toque vivir: dar amor por amor.

Nunca es tarde para dar, y no de lo que nos sobre, al contrario, de lo que tenemos para compartir. Porque no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que alimenta su alma, de lo bueno que sale del corazón del hombre.

El que es grande de corazón es grande de espíritu, por lo tanto, realiza grandes proezas. Estamos a unas horas de que sea ya Navidad y cuántas promesas hechas, cuántas realidades hemos llevado a cabo. Cuántas mantas hemos regalado para que cubran sus cuerpos temblando de frío. Cuántos pies descalzaos hemos cubierto con unos tenis, o un zapato decoroso hemos obsequiado, o al menos un dulce hemos regalado. Tan siquiera una sonrisa al corazón a las miradas tristes o tan siquiera una sonrisa al más pobre, pobre materialmente, pero rico en espíritu. Espíritu que sin duda nos trasmite con la blancura de su alma.

Pero no esperemos tan sólo esta fecha para regalar todo esto, todos los días de todas las navidades, de todos los años debemos estar dispuestos a DAR. Salir del caparazón de hierro y frío acontecer, para dar AMOR, CALOR, CARIDAD, COMPRENSIÓN a quien realmente esto que acabo de mencionar necesita. Salir de nuestro EGO, de nuestra SOBERBIA, de nuestro encerramiento personal para darnos a los demás. Por supuesto, al que más lo necesita.

Cuántos niños y adultos en estos días de alegría por la Navidad se encuentran solos ya sea en un orfanatorio, reformatorio, hospital olvidados de todo y de todos, sin una palabra de aliento, sin un dulce, sin un abrigo, tan siquiera de un abrazo. Un abrazo fuerte y sincero con el corazón y los brazos dispuestos a dar toda su capacidad de AMOR, todo su afecto y toda energía solidaria.

Nada nos cuesta amar a quien de verdad lo necesita, nada nos cuesta salir a la calle y dar un abrazo a quien se siente solo, porque ha perdido a un ser querido, porque todo materialmente lo tiene pero sentimental y moralmente está solo. Que está pidiendo tan sólo un abrazo. Nada nos cuesta dárselo sin que nos lo pida, con tan sólo mirar a sus ojos nos damos cuenta de ello. ¡Vamos a volvernos niños tan siquiera una vez en la vida! ¡Vamos a abrazar a quien lo necesita mucho! Que nuestros brazos sean la manta que caliente el corazón, que caliente el espíritu, que caliente las almas solitarias. Las almas que recientemente han perdido un ser querido. A ellas hay que darles un abrazo. Y bueno no tan sólo a ellas, hasta las que están contentas, o contentos de abrazar al hermano, a la hermana porque está a punto de llegar Navidad. NADA NOS CUESTA DAR UN FUERTE Y SINCERO ABRAZO.

Que este año no sea un año común y corriente, que sea un año especial para ir hacia quien lo necesita.

Que la Navidad entre en tu corazón y se dé hacia los demás. Que no sea una Navidad de membrete, de etiqueta, de sabia sabiduría. Que sea una Navidad sencilla y especial a la vez como digo, de AMOR, de caridad, de comprensión, de solidaridad. Que no sea una Navidad para que todos me vean. Hay que dar sin esperar nada cambio. Que no sea una Navidad más, que sea un intercambio si se puede aunque sea con un chocolate, con un sencillo dulce, pero eso sí, dado con tanto amor y cariño. Porque una tras otra las navidades se van pasando, pero lo que sí estoy seguro queda impreso en el corazón de cada ser humano, es el amor y el cariño que recibió, y mucho más meritorio, que sin pedir amor se lo dieron.

Abramos el corazón a quien tanto lo necesita a un anciano, a un niño, a un hermano, a ellos que sin pedir nada cambio lo esperan todo. Y por qué no, si tenemos que dar algo, o mucho materialmente, demos, sin pedir nada a cambio, bueno si, por qué no, pedir también AMOR.

Que no sólo esta Navidad llenemos nuestro arbolito interior de luces, esferas y estrellitas. Que sean todas las navidades que nos toque vivir: dar amor por amor.

Nunca es tarde para dar, y no de lo que nos sobre, al contrario, de lo que tenemos para compartir. Porque no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que alimenta su alma, de lo bueno que sale del corazón del hombre.

ÚLTIMASCOLUMNAS
sábado 26 de enero de 2019

Moisés Acosta fiel intérprete de Manuel M. Ponce

Desde muy niño Moisés aprendió a tocar guitarra en reuniones informales cerca del lugar donde vivía

Francisco Javier López Rodríguez

sábado 22 de diciembre de 2018

La navidad en el corazón

Nada nos cuesta amar a quien de verdad lo necesita

Francisco Javier López Rodríguez

sábado 25 de agosto de 2018

Nicaragua y su literatura: La poesía de Carlos J. Gallo

Terminemos todos nuestros momentos en puntos suspensivos

Francisco Javier López Rodríguez

domingo 19 de agosto de 2018

Entre el hombre y el hambre

Se preferirá cuidar a los ricos, antes que vacunar a los pobres

Francisco Javier López Rodríguez