/ viernes 15 de diciembre de 2023

Café Fausto | Los sobrevivientes

Hace unos días volví a ver la película “Los sobrevivientes”, esa cinta cubana dirigida en 1979 por Tomás Gutiérrez Alea en la que se narra la historia de la aristocrática familia Orozco que al triunfo de la Revolución Cubana en 1959 deciden encerrarse en su finca, mantener su modo de vida y estructura de poder con servidumbre y privilegios ignorando que afuera su país estaba cambiando y que había una nueva realidad.

La dinámica de ese pequeño grupo de alta burguesía empecinada en mantener sus privilegios, su modelo de desigualdad y prepotencia en medio de un encierro voluntario los fue llevando a un estado de permanente decadencia, pasando incluso de una atmósfera de humor negro a la tragedia, llegando a la involución histórica.

Su encierro voluntario, surrealista diría yo, que los lleva a mostrar lo peor de la condición humana desde su egoísmo y doble moral conservadora es diferente a los burgueses de la película “El ángel exterminador” de Luis Buñuel estrenada en 1962 en la que se cuenta cómo un grupo de personas al terminar una elegante cena por alguna razón inexplicable no pueden salir ese sitio y el encierro forzado los hace tomar las más diversas conductas, casi delirantes, en esa situación extrema.

Producida en México y estrenada en el Festival Internacional de Cine de Cannes esta cinta protagonizada por Silvia Pinal, Enrique Rambal y Claudio Brook, entre otros nos revela el verdadero rostro de ese grupo de privilegiados, sin las apariencias, en medio del encierro forzoso, algo diferente a “Los sobrevivientes” donde esa familia y sus allegados deciden quedarse en la isla sin cambiar su forma de vida y con la esperanza de que la transformación social caiga, sea derrocada por Estados Unidos y ellos puedan volver a salir a tener una vida de lujos y poder.

En “Los sobrevivientes”, con un guión del director y Antonio Benítez Rojo, música del legendario Leo Brower y las actuaciones de Enrique Santiesteban, Reynaldo Miravalles, Vicente Revuelta, Carlos Ruiz de la Tejera y Ana Viña, entre otros, es de alguna manera el retrato de un grupo de poder que se niega a perder sus privilegios y control de su pequeño territorio, se radicaliza, se va corrompiendo cada vez más.

Ellos, los del encierro voluntario de la finca Orozco tienen contacto con sus familiares fuera de la isla, con sus pocos aliados políticos y socios igualmente sin el mismo poder, ellos mantienen una servidumbre que ve cambiar a su país con mayores derechos laborales y libertades a las que dentro de esa hacienda no tienen acceso pues los que la controlan impiden la entrada de los beneficios de esa transformación social. Ven al cambio inevitable como un virus mortal.

Son una isla dentro de otra isla, su pequeño mundo no cambia y avanzan las décadas mostrando una involución de organización social dentro de esa pequeña comunidad en la que se hacen y se rehacen alianzas, matrimonios, pequeñas sublevaciones violentamente reprimidas, siempre ajenos a su realidad exterior.

La cinta cubana es ganadora de los premios Caracol de producción; escenografía; argumento y guion. Concurso de la Sección de Cine, Radio y Televisión de la UNEAC en La Habana, Cuba, el Tercer premio (otorgado por el público) del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva en España y el Filme Notable del Año en el Festival Internacional de Cine de Londres.

En su película “Memorias del subdesarrollo”, Gutiérrez Alea nos muestra un retrato interior de un pequeño burgués ante la transformación social, en “La última cena”, otra película imperdible, este director nos describe la conducta del explotador con pensamiento colonizado ante sus esclavos a través de una doble moral religiosa y el choque de las culturas española y afrocaribeña. Con “Los sobrevivientes” nos deja en claro su demostrada capacidad para retratar la realidad con intensas metáforas visuales y narrativas.

Es increíble, pero al ver la conducta, las acciones, las posturas ideológicas de los “sobrevivientes” de la finca Orozco pude sentir cierta familiaridad al de mi entorno local actual, incluso pasando del humor involuntario al drama. Todo obviamente tomando en cuenta que se trata de una ficción y que nada es exactamente calcado como en la realidad.

Así, al ver “Los sobrevivientes”, podemos vernos en el espejo (con las debidas reservas de que es una ficción) de nuestra realidad local y nacional con una actualidad demoledora, adaptando las circunstancias, por supuesto, a los acontecimientos de cada una de las diferentes situaciones, la de la ficción y sus recursos visuales y narrativos, y la que nos ofrece ahora el mundo real.

Gutiérrez Alea nos deja como lección que esa irracional negativa a comprender el entorno, a ceptarlo, por parte de “Los sobrevivientes” los puede llevar poco a poco a la locura, esa locura de no querer dejar el poder.

La película disponible en Youtube es más que recomendable, es de alguna manera un laboratorio social desde la ficción y una fotografía o un espejo cuando esa realidad finalmente ha rebasado a lo irreal.

Hace unos días volví a ver la película “Los sobrevivientes”, esa cinta cubana dirigida en 1979 por Tomás Gutiérrez Alea en la que se narra la historia de la aristocrática familia Orozco que al triunfo de la Revolución Cubana en 1959 deciden encerrarse en su finca, mantener su modo de vida y estructura de poder con servidumbre y privilegios ignorando que afuera su país estaba cambiando y que había una nueva realidad.

La dinámica de ese pequeño grupo de alta burguesía empecinada en mantener sus privilegios, su modelo de desigualdad y prepotencia en medio de un encierro voluntario los fue llevando a un estado de permanente decadencia, pasando incluso de una atmósfera de humor negro a la tragedia, llegando a la involución histórica.

Su encierro voluntario, surrealista diría yo, que los lleva a mostrar lo peor de la condición humana desde su egoísmo y doble moral conservadora es diferente a los burgueses de la película “El ángel exterminador” de Luis Buñuel estrenada en 1962 en la que se cuenta cómo un grupo de personas al terminar una elegante cena por alguna razón inexplicable no pueden salir ese sitio y el encierro forzado los hace tomar las más diversas conductas, casi delirantes, en esa situación extrema.

Producida en México y estrenada en el Festival Internacional de Cine de Cannes esta cinta protagonizada por Silvia Pinal, Enrique Rambal y Claudio Brook, entre otros nos revela el verdadero rostro de ese grupo de privilegiados, sin las apariencias, en medio del encierro forzoso, algo diferente a “Los sobrevivientes” donde esa familia y sus allegados deciden quedarse en la isla sin cambiar su forma de vida y con la esperanza de que la transformación social caiga, sea derrocada por Estados Unidos y ellos puedan volver a salir a tener una vida de lujos y poder.

En “Los sobrevivientes”, con un guión del director y Antonio Benítez Rojo, música del legendario Leo Brower y las actuaciones de Enrique Santiesteban, Reynaldo Miravalles, Vicente Revuelta, Carlos Ruiz de la Tejera y Ana Viña, entre otros, es de alguna manera el retrato de un grupo de poder que se niega a perder sus privilegios y control de su pequeño territorio, se radicaliza, se va corrompiendo cada vez más.

Ellos, los del encierro voluntario de la finca Orozco tienen contacto con sus familiares fuera de la isla, con sus pocos aliados políticos y socios igualmente sin el mismo poder, ellos mantienen una servidumbre que ve cambiar a su país con mayores derechos laborales y libertades a las que dentro de esa hacienda no tienen acceso pues los que la controlan impiden la entrada de los beneficios de esa transformación social. Ven al cambio inevitable como un virus mortal.

Son una isla dentro de otra isla, su pequeño mundo no cambia y avanzan las décadas mostrando una involución de organización social dentro de esa pequeña comunidad en la que se hacen y se rehacen alianzas, matrimonios, pequeñas sublevaciones violentamente reprimidas, siempre ajenos a su realidad exterior.

La cinta cubana es ganadora de los premios Caracol de producción; escenografía; argumento y guion. Concurso de la Sección de Cine, Radio y Televisión de la UNEAC en La Habana, Cuba, el Tercer premio (otorgado por el público) del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva en España y el Filme Notable del Año en el Festival Internacional de Cine de Londres.

En su película “Memorias del subdesarrollo”, Gutiérrez Alea nos muestra un retrato interior de un pequeño burgués ante la transformación social, en “La última cena”, otra película imperdible, este director nos describe la conducta del explotador con pensamiento colonizado ante sus esclavos a través de una doble moral religiosa y el choque de las culturas española y afrocaribeña. Con “Los sobrevivientes” nos deja en claro su demostrada capacidad para retratar la realidad con intensas metáforas visuales y narrativas.

Es increíble, pero al ver la conducta, las acciones, las posturas ideológicas de los “sobrevivientes” de la finca Orozco pude sentir cierta familiaridad al de mi entorno local actual, incluso pasando del humor involuntario al drama. Todo obviamente tomando en cuenta que se trata de una ficción y que nada es exactamente calcado como en la realidad.

Así, al ver “Los sobrevivientes”, podemos vernos en el espejo (con las debidas reservas de que es una ficción) de nuestra realidad local y nacional con una actualidad demoledora, adaptando las circunstancias, por supuesto, a los acontecimientos de cada una de las diferentes situaciones, la de la ficción y sus recursos visuales y narrativos, y la que nos ofrece ahora el mundo real.

Gutiérrez Alea nos deja como lección que esa irracional negativa a comprender el entorno, a ceptarlo, por parte de “Los sobrevivientes” los puede llevar poco a poco a la locura, esa locura de no querer dejar el poder.

La película disponible en Youtube es más que recomendable, es de alguna manera un laboratorio social desde la ficción y una fotografía o un espejo cuando esa realidad finalmente ha rebasado a lo irreal.