México es un país que se distingue en todo el mundo, no sólo por la riqueza de su cultura, tradiciones y costumbres, sino también por su vasta diversidad natural. Entre sus bellezas florales, existe una en particular que se ha convertido en símbolo universal de la Navidad: es la Flor de Nochebuena.
En los últimos días del mes de noviembre, el rojo intenso de sus pétalos muestra sus primeros destellos, para decorar los jardines, las plazas y los hogares, anunciando la llegada de la época más bonita del año.
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Es también conocida como “Cuetlaxóchitl”, que significa “flor que se marchita”, y su origen se narra de manera fantástica y extraordinaria, en una leyenda del sur de la República Mexicana.
La historia cuenta que una niña humilde del estado de Guerrero, llamada Mixtli, que se sentía triste y avergonzada, pues no tenía qué presentar como ofrenda al Niño Jesús, lo que era una costumbre de su pueblo, en la víspera de Navidad; esto, debido a su padre se había quedado sin trabajo. Sin embargo, a tan sólo unos pasos de la entrada del templo, tomó entre sus manos un ramo de hierbas silvestres que encontró en el camino, pues no quería llegar al altar con las manos vacías.
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Para su asombro, y el de los demás feligreses, repentinamente las verdes hojas de las plantas se tornaron en rojo vivo, haciendo de éstas, las flores más bellas que cualquiera de ellos hubiese visto. Fue así que esta flor recibió el nombre de “Nochebuena”.
Actualmente, en México existen más de 20 variedades, con colores en rojo, blanco, amarillo y rosado, que han ganado admiradores en Estados Unidos, toda Europa y gran parte de Asia. Sus principales productores son los estados de Morelos, Puebla, Michoacán y Ciudad de México.
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