/ martes 13 de febrero de 2024

Rebelde o resentido

“El hombre rebelde quiere serlo todo, identificarse totalmente con este bien del que ha cobrado de pronto conciencia y que quiere que sea en su persona, reconocido y saludado” Albert Camus.

El resentido se define como aquel que sufre autointoxicación, quien padece humor nefasto, es estancamiento de una impotencia prolongada. La envidia y la cólera son condiciones humanas que sobrevienen al resentimiento intenso que, puede terminar en arribismos o en aspereza en quien lo padece.

No debemos confundir al rebelde con aquel que muestra actitudes de resentimiento. El primero, se define como la persona informada, quien posee la conciencia sus derechos, pero también el respeto por el derecho de los demás. En cambio, el resentido es quien se “deleita de antemano con un dolor que querría ver sufrir al objeto de su rencor”. El resentido disfruta, goza el dolor en desgracia ajena.

[Estamos en el “año del descanse en paz” ¿o cómo era? Respondan farsantes]. Es una lamentable, pero muy lamentable expresión de alguien que se precia ser representante del pueblo. Ante los acontecimientos registrados en la semana recién concluida en el municipio de Fresnillo y Sombrerete, ambos en el estado de Zacatecas; se leía en la página, el sentir de cierto diputado que, lo hacía través de una publicación en redes sociales (Facebook).

Desear que el estado de las cosas en los temas de seguridad no mejore, debe ser desproporcionado a un ser humano. Oponerse al bienestar, la tranquilidad y la paz es grave, aun más, cuando de un servidor público (legislador), se trate.

La tranquilidad (PAZ), no debiera ser indeseable por fuerte que se pueda considerar al oponente que la promueve.

Desafiar un escenario inseguro es más que publicaciones irresponsables; contrario a ello, requiere de compromisos serios que justifiquen del quehacer público. Sino se tiene el valor de cooperar, mínimo debiera existir el respeto a quienes circunstancialmente sufren una desgracia ante la perdida de seres queridos.

La felicidad que produce la desgracia ajena es ilegitima; la actitud, no tiene nombre, ni título que pueda describir una expresión de tal naturaleza (“año del descanse en paz”).

Recién inició el año en curso, el ejecutivo estatal de Zacatecas realizó diversos actos públicos en los que se convocaba a demás órdenes de gobierno (municipales), para cooperar y coordinar trabajos en torno a la inseguridad que se vive en diferentes partes del territorio zacatecano, a través de mesas de seguridad que integrarían diversas corporaciones y/o dependencias afines a la seguridad. El propósito, garantizar seguridad (paz) a la población. A través de dicha campaña de concientización, se ha pretendido contener hechos delictivos a los que nadie estamos exentos.

Para algunos, la convocatoria para pugna por el AÑO DE LA PAZ no es sino una invitación irrisoria; estimándola, tan lejana como por ahora la sociedad se siente frente a la clase política de nuestro país (fundamentalmente esa clase política que no ha logrado ser oposición seria).

No hay espacio imaginario para aceptar la existencia de personas que deseen continuar con un estado de las cosas de violencia y crimen organizado.

Irónicamente en nuestra sociedad se camuflan opositores de toda índole para ironizar el contexto que vivimos; señalan acontecimientos violentos y/o criminales, para escarnecer el dolor en desgracia ajena.

Somos más los que deseamos y nos esforzamos por alcanzar tranquilidad, por recobrar la paz. Simplemente hacer lo que nos corresponda, evitando denostar a nuestros semejantes, puede ser el principio de una buena y sana intensión.

Afrentar el dolor ajeno o festejar la desgracia ajena, aun se trate de seres vinculados a los oponentes, no tienen nombre; lo menos que merecen quienes sufren perdidas; sino solidaridad ante el dolor por la pérdida de un ser querido es el respeto al dolor.

Valga por todas y todos quienes han sido víctimas de la violencia y crimen de las organizaciones delictuosas.

In memoria por los caídos, víctimas ante daños colaterales de pugnas irracionales alimentadas irresponsablemente por la estridencia evidente de todo tipo de opositores.

Padecemos daños colaterales sin deberla ni temerla.

“El hombre rebelde quiere serlo todo, identificarse totalmente con este bien del que ha cobrado de pronto conciencia y que quiere que sea en su persona, reconocido y saludado” Albert Camus.

El resentido se define como aquel que sufre autointoxicación, quien padece humor nefasto, es estancamiento de una impotencia prolongada. La envidia y la cólera son condiciones humanas que sobrevienen al resentimiento intenso que, puede terminar en arribismos o en aspereza en quien lo padece.

No debemos confundir al rebelde con aquel que muestra actitudes de resentimiento. El primero, se define como la persona informada, quien posee la conciencia sus derechos, pero también el respeto por el derecho de los demás. En cambio, el resentido es quien se “deleita de antemano con un dolor que querría ver sufrir al objeto de su rencor”. El resentido disfruta, goza el dolor en desgracia ajena.

[Estamos en el “año del descanse en paz” ¿o cómo era? Respondan farsantes]. Es una lamentable, pero muy lamentable expresión de alguien que se precia ser representante del pueblo. Ante los acontecimientos registrados en la semana recién concluida en el municipio de Fresnillo y Sombrerete, ambos en el estado de Zacatecas; se leía en la página, el sentir de cierto diputado que, lo hacía través de una publicación en redes sociales (Facebook).

Desear que el estado de las cosas en los temas de seguridad no mejore, debe ser desproporcionado a un ser humano. Oponerse al bienestar, la tranquilidad y la paz es grave, aun más, cuando de un servidor público (legislador), se trate.

La tranquilidad (PAZ), no debiera ser indeseable por fuerte que se pueda considerar al oponente que la promueve.

Desafiar un escenario inseguro es más que publicaciones irresponsables; contrario a ello, requiere de compromisos serios que justifiquen del quehacer público. Sino se tiene el valor de cooperar, mínimo debiera existir el respeto a quienes circunstancialmente sufren una desgracia ante la perdida de seres queridos.

La felicidad que produce la desgracia ajena es ilegitima; la actitud, no tiene nombre, ni título que pueda describir una expresión de tal naturaleza (“año del descanse en paz”).

Recién inició el año en curso, el ejecutivo estatal de Zacatecas realizó diversos actos públicos en los que se convocaba a demás órdenes de gobierno (municipales), para cooperar y coordinar trabajos en torno a la inseguridad que se vive en diferentes partes del territorio zacatecano, a través de mesas de seguridad que integrarían diversas corporaciones y/o dependencias afines a la seguridad. El propósito, garantizar seguridad (paz) a la población. A través de dicha campaña de concientización, se ha pretendido contener hechos delictivos a los que nadie estamos exentos.

Para algunos, la convocatoria para pugna por el AÑO DE LA PAZ no es sino una invitación irrisoria; estimándola, tan lejana como por ahora la sociedad se siente frente a la clase política de nuestro país (fundamentalmente esa clase política que no ha logrado ser oposición seria).

No hay espacio imaginario para aceptar la existencia de personas que deseen continuar con un estado de las cosas de violencia y crimen organizado.

Irónicamente en nuestra sociedad se camuflan opositores de toda índole para ironizar el contexto que vivimos; señalan acontecimientos violentos y/o criminales, para escarnecer el dolor en desgracia ajena.

Somos más los que deseamos y nos esforzamos por alcanzar tranquilidad, por recobrar la paz. Simplemente hacer lo que nos corresponda, evitando denostar a nuestros semejantes, puede ser el principio de una buena y sana intensión.

Afrentar el dolor ajeno o festejar la desgracia ajena, aun se trate de seres vinculados a los oponentes, no tienen nombre; lo menos que merecen quienes sufren perdidas; sino solidaridad ante el dolor por la pérdida de un ser querido es el respeto al dolor.

Valga por todas y todos quienes han sido víctimas de la violencia y crimen de las organizaciones delictuosas.

In memoria por los caídos, víctimas ante daños colaterales de pugnas irracionales alimentadas irresponsablemente por la estridencia evidente de todo tipo de opositores.

Padecemos daños colaterales sin deberla ni temerla.