/ martes 30 de abril de 2024

Algunas vicisitudes en la  disputa por el poder

No debe sorprender que en diferentes etapas se conozca y reconozca la valentía y patriotismo de muchos mexicanos. Cada que se aproxima la renovación del poder público se viven momentos coyunturales en el que se define una disputa por el control público, sucede entre grupos antagónicos, incluso, hay registros en los que propios nacionales consienten y hasta alientan una intervención extranjera. Como muestra de un botón, la invasión de la corona española o la intervención francesa y norteamericana en los siglos XV y XIX respectivamente.

Invasiones en las que por supuesto no han estado exentas de actos violentos, injusticias, desigualdades e inequidades propagada por opositores minoritarios que buscan mantener es estado de cosas que beneficia a clases o grupos privilegiados.

No son pocos los historiadores que han coincidido en registros de diferentes momentos coyunturales que han caracterizado luchas intensas para intentar transformaciones necesarias, mismas que se explican a partir tres importantes etapas históricas de la vida pública del país en una posible e insostenible crisis sociales.

La primera; data de 1810 la cual fue impulsada por los curas Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, se trató de un movimiento social que pugnó por la independencia del pueblo mexicano ante el yugo de la corona española por la serie de injusticias y esclavitud padecida por los mexicanos.

La segunda revolución derivado del estado de las cosas del momento fue motivada por un grupo político (liberales) que pugnaba la separación del clero (el catolicismo) y el poder político.

El poder eclesiástico conjunta y arbitrariamente en complicidad de grupos de elite (del sector político y económico) detentaban de forma excesiva y sin escrúpulos el control político del país sin menoscabo y en perjuicio de la mayoría de los nacionales.

Aquel movimiento social que pugnaba por un justo y próspero estado de las cosas a mediados del siglo XIX, fue impulsado por el docto liberal mexicano que provenía de la clase baja indígena, Benito Juárez García, acompañado de un grupo de intelectuales libre pensantes.

La tercera transformación o movimientos social, no fue la excepción, ya que permanecían injusticias y desigualdades, la falta de del reparto agrario de quienes labraban la tierra (padecida desde antes de la etapa colonial), entre otros muchos problemas sociales padecidos principalmente por el descuido y la frivolidad de los gobernantes en prácticamente todo el país.

No de menos importancia e intentando una retrospectiva analítica, ubiquemos entre los tres movimientos revoluciones el más reciente, autodenominada, cuarta transformación iniciada el pasado 2018 con la llegada al poder a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador que con solida e incuestionable legitimación obtuvo el respaldo de poco más de treinta millones de mexicanos. Significó un quiebre ante el descontento de una gran mayoría de mexicanos por la implementación de un modelo económico neoliberal impuesto por grupos políticos afines al conservadurismo (ultraderecha).

Para nadie es ajeno, las inmoralidades cometidas por los gobiernos conservadores (PRIAN) de las últimas seis administraciones por una clase política que obedecía líneas (como lo admitió recientemente uno de los magnates más ricos del país).

Se encuentras registrados por ejemplo el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), la causa fue debido a que los bancos se encontraban involucrados en fraudes, evasiones fiscales y malas prácticas de empresarios a pesar de haber cumplido el atraco del siglo tres décadas, el pueblo mexicanos sigue pagando la deuda con más de 43 mil millones de pesos anuales; que decir de la estafa maestra en la que se desviaron recurso públicos de programas sociales, entre otros muchos actos de corrupción que se registran.

Entre las actividades ilícitas más común y recurrentes en las administraciones del conservadurismo destaca el abuso de poder público, el comportamiento oportunista para obtener ventajas indebidas, el desvío de recursos.

No menos importantes al concepto corrupción encierra la realización de diversas practicas: sobornos a funcionarios públicos, la malversación o peculado de recursos, el abuso del cargo, el enriquecimiento ilícito, el trafico de influencias, el encubrimiento, la obstrucción de la justicia y el lavado de dinero. Cada una de las mencionadas actividades ilícitas amerita un estudio pormenorizado de sus causas.

El grupo de tecnócratas que han mal gobernado al país, lo han hecho-como lo dijo Ricardo Salinas Pliego-atienden intereses de una elite del sector económico, es decir, recibiendo línea del poder económico, de los poderosos.

El sello que ha definido al periodo neoliberal es las practicas inmorales (corrupción) en diferentes modalidades: peculado, colusión, cohecho, concusión, nombramientos ilegales. Tal pareciera que el sector público es un campo minado. David Arellano sostiene que la corrupción entendida como fenómeno sistémico “es un terreno resbaloso en el que es difícil distinguir el comportamiento legitimo y apropiado del que no lo es, y en el que establecer calificativos y limites a ciertos comportamientos se vuelve un problema complicado de resolver”.

En las aventuras de la lucha por el control del poder público, destaca el inédito papel que juega el poder judicial, así como otras instituciones (INE, INAE, u otros órganos “autónomos”), en las que encuentran filtrados personajes que por ahora reciben línea (“reciprocidad de favores”). Ese es el instrumento de la elite del sector económico en nuestra nación.

No debe sorprender que en diferentes etapas se conozca y reconozca la valentía y patriotismo de muchos mexicanos. Cada que se aproxima la renovación del poder público se viven momentos coyunturales en el que se define una disputa por el control público, sucede entre grupos antagónicos, incluso, hay registros en los que propios nacionales consienten y hasta alientan una intervención extranjera. Como muestra de un botón, la invasión de la corona española o la intervención francesa y norteamericana en los siglos XV y XIX respectivamente.

Invasiones en las que por supuesto no han estado exentas de actos violentos, injusticias, desigualdades e inequidades propagada por opositores minoritarios que buscan mantener es estado de cosas que beneficia a clases o grupos privilegiados.

No son pocos los historiadores que han coincidido en registros de diferentes momentos coyunturales que han caracterizado luchas intensas para intentar transformaciones necesarias, mismas que se explican a partir tres importantes etapas históricas de la vida pública del país en una posible e insostenible crisis sociales.

La primera; data de 1810 la cual fue impulsada por los curas Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, se trató de un movimiento social que pugnó por la independencia del pueblo mexicano ante el yugo de la corona española por la serie de injusticias y esclavitud padecida por los mexicanos.

La segunda revolución derivado del estado de las cosas del momento fue motivada por un grupo político (liberales) que pugnaba la separación del clero (el catolicismo) y el poder político.

El poder eclesiástico conjunta y arbitrariamente en complicidad de grupos de elite (del sector político y económico) detentaban de forma excesiva y sin escrúpulos el control político del país sin menoscabo y en perjuicio de la mayoría de los nacionales.

Aquel movimiento social que pugnaba por un justo y próspero estado de las cosas a mediados del siglo XIX, fue impulsado por el docto liberal mexicano que provenía de la clase baja indígena, Benito Juárez García, acompañado de un grupo de intelectuales libre pensantes.

La tercera transformación o movimientos social, no fue la excepción, ya que permanecían injusticias y desigualdades, la falta de del reparto agrario de quienes labraban la tierra (padecida desde antes de la etapa colonial), entre otros muchos problemas sociales padecidos principalmente por el descuido y la frivolidad de los gobernantes en prácticamente todo el país.

No de menos importancia e intentando una retrospectiva analítica, ubiquemos entre los tres movimientos revoluciones el más reciente, autodenominada, cuarta transformación iniciada el pasado 2018 con la llegada al poder a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador que con solida e incuestionable legitimación obtuvo el respaldo de poco más de treinta millones de mexicanos. Significó un quiebre ante el descontento de una gran mayoría de mexicanos por la implementación de un modelo económico neoliberal impuesto por grupos políticos afines al conservadurismo (ultraderecha).

Para nadie es ajeno, las inmoralidades cometidas por los gobiernos conservadores (PRIAN) de las últimas seis administraciones por una clase política que obedecía líneas (como lo admitió recientemente uno de los magnates más ricos del país).

Se encuentras registrados por ejemplo el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), la causa fue debido a que los bancos se encontraban involucrados en fraudes, evasiones fiscales y malas prácticas de empresarios a pesar de haber cumplido el atraco del siglo tres décadas, el pueblo mexicanos sigue pagando la deuda con más de 43 mil millones de pesos anuales; que decir de la estafa maestra en la que se desviaron recurso públicos de programas sociales, entre otros muchos actos de corrupción que se registran.

Entre las actividades ilícitas más común y recurrentes en las administraciones del conservadurismo destaca el abuso de poder público, el comportamiento oportunista para obtener ventajas indebidas, el desvío de recursos.

No menos importantes al concepto corrupción encierra la realización de diversas practicas: sobornos a funcionarios públicos, la malversación o peculado de recursos, el abuso del cargo, el enriquecimiento ilícito, el trafico de influencias, el encubrimiento, la obstrucción de la justicia y el lavado de dinero. Cada una de las mencionadas actividades ilícitas amerita un estudio pormenorizado de sus causas.

El grupo de tecnócratas que han mal gobernado al país, lo han hecho-como lo dijo Ricardo Salinas Pliego-atienden intereses de una elite del sector económico, es decir, recibiendo línea del poder económico, de los poderosos.

El sello que ha definido al periodo neoliberal es las practicas inmorales (corrupción) en diferentes modalidades: peculado, colusión, cohecho, concusión, nombramientos ilegales. Tal pareciera que el sector público es un campo minado. David Arellano sostiene que la corrupción entendida como fenómeno sistémico “es un terreno resbaloso en el que es difícil distinguir el comportamiento legitimo y apropiado del que no lo es, y en el que establecer calificativos y limites a ciertos comportamientos se vuelve un problema complicado de resolver”.

En las aventuras de la lucha por el control del poder público, destaca el inédito papel que juega el poder judicial, así como otras instituciones (INE, INAE, u otros órganos “autónomos”), en las que encuentran filtrados personajes que por ahora reciben línea (“reciprocidad de favores”). Ese es el instrumento de la elite del sector económico en nuestra nación.