No sólo hay carencia de infraestructura urbana suficiente para facilitar la movilidad de las personas con alguna discapacidad física y en el caso de los invidentes, tienen que soportar también la prepotencia e insultos de algunas personas y el olvido de los tres niveles de gobierno.
Así denunció Elías Cortés Muñoz, presidente de Ciegos Progresistas, agrupación que carece de recursos económicos y con sueños, más que con proyectos, figura la idea de abrir dos escuelas, una de música y otra de manualidades, ambas serían atendidas por docentes invidentes, espacios que los fines de semana se transformaría en un centro recreativo para personas ciegas en donde se realizarían torneos de goalball, deporte paralímpico creado específicamente para personas con deficiencia visual.
Otra de las ideas “es crear en este mismo sitio una casa de asistencia médica y de alimentación para personas ciegas, ya que muchas de ellas viven olvidadas por sus familias, está complicado porque no contamos con recursos y sin ayuda, el único que nos apoya es el gobernador Martín Orozco Sandoval, quien cada mes nos entrega despensas”.
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“Contamos con un amplio local donado bajo la presidencia municipal de Luis Armando Reynoso Femat, pero en gran parte ocupado por un taller fabricante de escobas cuyos dueños se niegan a desocupar y a pagarnos la renta”.
Hasta hace poco tiempo “tanto el DIF Estatal como el municipal nos apoyaban para nuestro traslado con un servicio de taxis, hoy eso ya se suspendió, una situación que nos inmoviliza porque estamos imposibilitados para abordar camiones y por su parte el Gobierno federal tampoco nos entrega ningún apoyo, tenemos un año inscritos en un programa mediante el cual se nos iba ayudar económicamente, pero a la fecha no recibimos nada”.
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Cortés Muñoz señaló que él por su parte todavía, como abogado de profesión, puede trabajar “porque tengo mi despacho, pero es difícil y en peor situación se encuentran los que viven de la caridad pública, gran parte de mi trabajo consiste en brindar asesorías, porque en las audiencias se complica la situación ya que necesito de una persona que me apoye porque hay edificios públicos que carecen de un elevador como es el caso del Palacio de Justicia, yo puedo subir las escaleras, pero no las personas en silla de ruedas”.
De tal modo que la ciudad “no está pensada para las personas que padecemos alguna grave discapacidad, por lo que siento que somos una población discriminada o en el mejor de los casos olvidada por la sociedad”.
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