De entre la población de los especialistas en las áreas de la salud en Aguascalientes, se recuerda a José Rubén Campos Ávila (QEPD), quien se distinguió como un gran catedrático en la enseñanza de diversas materias relacionadas con la Estomatología y la Ortodoncia, actividad en la que se mantuvo 40 años, hasta que el Covid-19 le arrancara la vida.
Egresó de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí como cirujano dentista y cursó una especialidad en ortodoncia por la UNAM, que pudo estudiar gracias al respaldo de una beca otorgada por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Al término de la cual, la obligación era compensar su costo impartiendo clases y fue así como llegó a la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) en 1977.
Su esposa, Laura Flores Álvarez, médico estomatólogo (y reina de la Feria Nacional de San Marcos en 1978), egresada de la UAA, recordó que “fue durante mi carrera que nos conocimos, él como docente y yo como su alumna, nos hicimos novios y nos casamos en 1980, antes de que concluyera yo la carrera”.
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Sin pensar en la instalación de un altar de muertos, como tradicionalmente se hace en noviembre, José Rubén cuenta ya en lo que fue su hogar, con un espacio en el que se honra su memoria, contó la doctora Laura.
Dando clases se mantuvo hasta que se jubiló, inició con la cátedra de Estomatología General, posteriormente fue designado como profesor de ortodoncia, para dejar entre sus alumnos buenos recuerdos por su forma de ser y de impartir sus clases, las cuales las brindó también, luego de salir de la UAA, a estudiantes de la Universidad Cuauhtémoc en el posgrado de Ortodoncia.
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Al iniciar el cierre presencial de actividades académicas:
Él impartió clases en línea hasta que fue invadido por el SARS-CoV-2 y ya no pudo continuar, partió el 27 de noviembre de 2020Laura Flores Álvarez, viuda de José Rubén Campos
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A mediados de 1978, formó parte del comité organizador de un congreso relacionado con su carrera y cómo creía que yo tenía palancas con el Patronato de la Feria, "me buscó para conseguir un respaldo y lo logramos, varios patrocinadores apoyaron la realización de este evento".
"Una noche en la única discoteca que había en la ciudad en aquel entonces, nos encontramos, él me invitó a bailar, no acepté, insistió y toda la noche nos la pasamos bailando”.
Durante los siguientes días, “me buscó, pero no me convencía. Finalmente, gracias a su carácter, era muy bromista y vacilador, nos hicimos novios, me pidió que nos casáramos y luego de 11 meses llegamos al altar”.
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