Es por demás conocido el gran amor que Quetzalcóatl, dios mexica de la vida, la luz, el conocimiento, tenía por su pueblo; del cual se da testimonio en diversos escritos y relatos que se han transmitido de generación en generación.
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Y es, precisamente, éste amor al hombre, el protagonista de la historia que narra cómo el chocolate llegó a tierras aztecas, y se convirtió en uno de los principales alimentos para el pueblo que las habitaba. Se trata de la “Leyenda del Chocolate”.
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De acuerdo a este relato tradicional, Quetzalcóatl anhelaba proporcionar a los toltecas, un alimento que les brindara energía, deleite y salud, por lo tanto robó el árbol del cacao del jardín que se encontraba en el paraíso habitado por los dioses. Cuando los tuvo en sus manos, lo sembró en la tierra de Tula.
Para que este arbusto diera el fruto deseado, Quetzalcóatl pidió a Tláloc, dios de la lluvia, que derramara agua sobre la tierra y así, la semilla pudiese germinar. Sin embargo, también deseo llenarlo de hermosas flores, por lo que solicitó a Xochiquetzal, diosa de la belleza y del amor, que dotara de virtudes al árbol.
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Fue así que con el tiempo, brotaron delicadas florecillas, y más tarde, se convirtieron en granos de cacao, con que el los toltecas prepararon diversos alimentos. Rápidamente, por su riqueza y propiedades, este fruto de extendió por todo el territorio azteca, convirtiéndose, hasta la fecha, en un referente y distintivo de la gastronomía y la cultura mexicana en todo el mundo.
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