Hablar de la madre, de la que engendra, de la que da a luz al producto del amor, de la que en su regazo se enjugan todas la lágrimas de un hijo, de la que educa, guía y encamina al crío por el camino del bien, es hablar de la ternura de una mujer que, a pesar de las condiciones que la envuelvan, siempre verá por el bienestar que a su mano está el darle, ese cobijo que sólo ella sabe y puede dar.
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Para ella, su hijo siempre estará por encima de todo, pues así como lo cuida con todo su esmero y dulzura, siempre sabe defenderlo como “leona” de los males que le puedan afectar.
Sin embargo, ahora que se viene el día en que se venera y se festeja ese amor filial, el de la madre, que de hecho se hace a diario, pero que en esta fecha tan especial, se le llena de atenciones, apapachos y cariño extremo en algunos casos, pues en otros sólo se le recuerda con inmenso amor cuando ya no se le tiene físicamente, aunque su recuerdo siempre vive en los corazones de los que ya no tenemos ese bendito privilegio.
Y para los toreros, sin duda, la madre es una imagen que siempre llevan grabada en la mente cuando salen a l ruedo a jugarse la vida. Salen a la plaza con la bendición de la madre que, en casa, a veces así sucede, se queda rezando porque su retoño salga con bien del compromiso o bien hay otras que, armadas de valor, acuden a ver su chaval y disfrutar de todo lo que le gusta a su descendiente.
En fin, que ahora en este día de las Madres, a todas, sin excepción, las que están en este mundo y a las que están desde el cielo cuidándonos, con todo respeto, les mandó un gran abrazo. ¡Felicidades Madre!
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