En las predicciones de lo que pasará una vez que concluya la pandemia, resulta muy tentador hablar en términos apocalípticos diciendo que todo ha cambiado, que ya nada será igual, que el mundo como lo conocíamos ha llegado a su fin, pero tal vez no sea así.
Así lo comentó José Antonio Aguilar Rivera, profesor investigador de la división de estudios políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), durante el ciclo de conversaciones “El futuro pensado desde la pandemia”.
La pandemia, indicó al politólogo, “es un fenómeno que ha provocado un impacto en todos los confines del planeta, un efecto extraordinario y del cual tal vez no se tenga, en las próximas dos generaciones, una idea clara del alcance que esto habrá tenido en la transformación de la vida de la población”.
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Se han escuchado “diversos análisis de como el trabajo no volverá a ser nunca igual en la experiencia del home office, lo cual va a alterar para siempre los lugares de trabajo, que las grandes reuniones para fines profesionales como los congresos a los que los académicos estábamos acostumbrados a asistir, probablemente van a ser cosas del pasado”.
De la misma forma “los viajes a distintas universidades, a coloquios, talleres, conferencias, aparentemente también podrán no regresar, por lo menos no como existían antes de esta contingencia sanitaria”.
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Sin embargo:
Pienso cautelosamente, que tenemos muy pocas piezas para poder hacer pronósticos acertados sobre el futuro, hay cosas claras y evidentes que van a pasar, pero tal vez no sea así.
José Antonio Aguilar Rivera, Profesor investigador de la división de estudios políticos del CIDE
Recientemente, dijo, se publicó en una revista especializada, un ensayo que explica que los ambientes de trabajo, no solamente se reducen a las conversaciones o los intercambios que podamos tener a través de contactos virtuales, sino que tienen una dimensión personal que es importante, porque la gente realmente no puede interactuar de manera colegial y profesional a través de pantallas, necesita el contacto, verse a los ojos, medirse para saber si alguien es hábil o no, si puede o no ser promovido o si está haciendo su trabajo como se espera.
En ese sentido “la interacción digital es un sucedáneo imperfecto, y es que esas razones tal vez expliquen por qué el trabajo presencial no se extinguirá una vez que termine la pandemia, sino que volverá, por lo menos en algunas modalidades, pero creo que aún nadie sabe cómo se verá el mundo laboral después de la pandemia y no se sabe tampoco en qué medida se pudieran reanudar los viajes a lugares remotos”.
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