Las leyendas son producto de la tradición oral, es decir, de aquellos relatos que pasan de generación en generación, y que logran sobrevivir al paso de los años gracias a los abuelos que los cuentan a sus hijos, y éstos, a la vez, a los hijos de sus hijos. Estas historias que mezclan parte de la realidad con la fantasía, han intentado explicar con un toque de magia y misticismo, todo aquello que da vida al universo.
En México existen varias de estas narraciones, y las siguientes leyendas aztecas, son algunas de las de mayor tradición.
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EL CONEJO EN LA LUNA
Quetzalcóatl decidió bajar a la Tierra para ver de cerca su belleza. Después de pasear todo el día, se sentó a descansar. Ahí encontró un pequeño conejo que estaba comiendo pasto. Al observarlo, el conejo se dio cuenta que Quetzalcóatl estaba hambriento, pero no tenía nada para comer. Con humildad, el conejo se ofreció como alimento para el dios, quien correspondió el noble gesto, elevándolo hasta la luna, donde su imagen quedó plasmada.
LEYENDA DEL CHOCOLATE
Quetzalcóatl, dios de la vida, en su afán de proveer alimento para su pueblo, se dirigió al jardín de los dioses de donde tomó el Árbol del Cacao, y lo trajo a la Tierra para plantarlo. Pidió a Tláloc, dios de la lluvia, que hiciera descender el agua sobre el arbusto para que creciera abundantemente. Posteriormente pidió a Xochiquetzal, diosa de la belleza y el amor, que dotara al árbol de hermosas flores. Fue así que éste árbol dio abundante fruto.
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EL CERRO DEL MUERTO
Guiados por cada uno de sus sacerdotes, las tribus de los Chichimecas, Chalcas y Nahuatlacas, se reunieron para acordar quién se quedaría con esta tierra. Después de esta discusión, el sacerdote Chichimeca, que era un hombre sumamente alto y fornido, se sumergió en un ojo de agua caliente que se encontraba en la zona, pero desapareció.
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