Como es costumbre, cada año en época decembrina se incrementa el riesgo de incidentes por la tradición peligrosa del uso de pirotecnia, motivo que despierta la alerta y generación de medidas cautelares por parte de Protección Civil en la entidad, respondiendo a las costumbres de los papás al comprarle a sus hijos estos juguetes de riesgo; y en mayor porción a las iglesias para sus respectivos festejos y que para castillos, resguardan cantidades de mayor riesgo.
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Al ser una tradición de riesgo, José Gabino Vázquez Vega, titular de la coordinación, comentó “donde nos hagan reporte vamos a ir, fue el año pasado más de una tonelada, mil kilos de pirotecnia, haremos una clasificación, un almacenaje y que este material tenga las medidas para evitar un incidente entre nosotros mismos, que a la activación de los productos no sea una complicación para nosotros mismos”, subrayó.
En el Centro Comercial Agropecuario y diferentes tianguis de la ciudad, son los lugares donde hay mayor recurrencia de venta y distribución de los populares explosivos.
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Para el caso de las iglesias, al momento de solicitar el permiso de quema, no hay ningún tipo de restricción legal que se pueda hacer, de parte de Protección Civil, dado que no está prohibida, pero cuando son de trueno suelen ser los más molestos para los habitantes cercanos, por lo anterior, Vázquez Vega compartió que se tiene la costumbre de hacer las quemas a las 05:00 horas y si tienen un permisionario contratado para la quema, queda sólo hacer la recomendación, comentar, por ser parte de conciliación sobre todo en días de descanso, no pasa de ser eso, una invitación, de igual manera que los vecinos se acerquen a buscar conciliar con los implicados de las iglesias.
Este tipo de prácticas representa un riesgo en todos los sentidos, quien lo hace, vende, almacena, el consumidor final que en su mayoría son niños, mismos que no compran directamente el material dañino; e incluso cuando es decomisado y en la quema, representa una alerta constante para las instalaciones y partícipes de la destrucción de este material que año con año se mantiene en la preferencia de la gente, para darle luz a sus celebraciones familiares, sin considerar el inminente peligro y lo innecesario que puede llegar a ser.
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