Entre la fiesta y el recuerdo

Panteones registraron asistencias de hasta 90%

Por: Mario Luis Ramos Rocha

  · sábado 2 de noviembre de 2019

Una vez más, los panteones se llenaron de vida / Foto: Juan José Sifuentes

La fiesta muy mexicana de recordar a los fieles difuntos abarrotó, una vez más y como cada año, los 14 panteones que operan en la ciudad de Aguascalientes.

Desde los más humildes, polvorientos camposantos de tierra donde reposan quienes poco o nada tuvieron en la vida, hasta aquellos donde los verdes jardines y tumbas llenas de flores se entremezclan con ostentosos mausoleos, se podían observar pletóricos de visitantes.

Unos llorosos, pensativos y con el dolor de aún no poder reponerse a la pérdida del familiar o del compañero. Otros, con la alegría musical a flor de piel, se hicieron acompañar de algún conjunto musical, norteño o mariachi, para interpretar acordes que serían escuchados en el más allá.

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Cuando el presupuesto no alcanza, cualquier grabadora o reproductor con música grabada es suficiente, hasta el teléfono celular permite tocar acordes que, en este día, llegarán hasta el Cielo.

Altares junto a las tumbas, con comida recién hecha, pan de muerto y una que otra copa de licor, para ser degustadas por aquellos a quienes la tradición indica que en esta fecha se les permite traspasar la barrera y regresar en espíritu a este mundo a acompañar por unas horas a quienes más tarde o temprano les harán compañía.

No faltaron las familias que decidieron no esperar al difunto y hacer con las viandas un improvisado día de campo junto al sitio donde reposan los restos de su familiar. Comida y bebida en su honor, fiesta en su honor, entre el recuerdo de los buenos tiempos disfrutados en vida y que se han desvanecido en los confines que nos separan de la eternidad.

Música que se espera sea escuchada en el más allá / Foto: Juan José Sifuentes

La soledad de los panteones desaparece. El llanto de los dolientes se asoma tímidamente entre el bullicio. Las almas y su recuerdo se confunden entre los vivos. El recuerdo se niega a morir.

Conforme pasa el día, ingresar a los panteones se vuelve más difícil. Hay que sortear desde decenas de vendedores de flores, jardineros que ofrecen darle una manita de gato a las tumbas, hasta empecinados agentes de funerarias que ofrecen paquetes de servicios, de los que alguna vez habrá necesidad de disponer.