/ sábado 7 de octubre de 2017

España exige diálogo y unidad por Cataluña

Miles de catalanes colmaron la plaza Sant Jaume de Barcelona para exigir la apertura de un diálogo

Sin banderas y vestidos de blanco -símbolo de “paz y entendimiento”-, miles de catalanes colmaron la plaza Sant Jaume de Barcelona para exigir la apertura de un diálogo concreto entre los responsables políticos a fin de resolver el conflicto abierto entre Cataluña y el gobierno español.

Alrededor de 5 mil 500 personas, según la guardia urbana, respondieron al llamamiento formulado por el colectivo #Parlem (Hablemos), promovido a través de las redes sociales por iniciativa ciudadana. “Barcelona quiere hablar”, “Habla o vete” y “Acuerdo o dimisión” fueron las principales consignas de la concentración, a la cual también asistieron la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el primer secretario del Partido Socialista Catalán (PSC), Miquel Iceta; y el secretario general de la central sindical UGT (socialista), Josep María Álvarez.

Esa manifestación coincidió con otras gigantescas demostraciones por la unidad de España realizadas en Madrid y en las grandes ciudades. Al grito de “Viva España”, “Soy español”, “Puigdemont a prisión”, “No somos fachas, somos españoles” y “Con golpistas no se dialoga”, unas 50 mil personas se reunieron en la Plaza Colón de la capital respondiendo a la convocatoria lanzada por diversas organizaciones “en defensa de la nación, la Constitución y el Estado de Derecho”.

Paralelamente, unas mil 500 personas -con el lema “menos odio y más conversación”- asistieron a la “manifestación blanca por el diálogo” realizada en la Plaza Cibeles de Madrid. Los participantes también corearon las consignas “Dale, Mariano [Rajoy], a ver si hablamos”, “Nuestras armas son las palabras”, “Lo que tienen que hacer es sentarse a hablar, hablar, hablar y hablar”.

Otras concentraciones similares se realizaron en más de 50 ciudades del país, principalmente en Valencia, Zaragoza o Málaga.

 

INDEPENDENCIA INSEGURA

A 48 horas del discurso crucial que debe pronunciar el martes ante el Parlamento catalán, el presidente del Govern, Carles Puigdemont, vacila entre formular una declaración de independencia con efecto “inmediato”, pero “reversible”, o una proclamación “en diferido”. Esas fórmulas complejas parecen confirmar que Puigdemont y el sector más moderado del movimiento separatista están decididos a evitar un gesto terminante que pueda ser interpretado como una acción de ruptura con irreparables consecuencias.

Por un lado, Puigdemont se siente atraído por la posición del sector más moderado del PDeCAT (Partido Demócrata de Cataluña). El conseller (ministro) Santi Vila, y la coordinadora general del movimiento, Marta Pascal, se inclinan por una proclamación “formal” de independencia.

El sector más duro del movimiento separatista, en cambio, postula una declaración que establezca una fecha “en diferido” para concretar la proclamación de la independencia.

Ambos sectores, de todos modos, coinciden en la necesidad de que, cualquiera sea el contenido del discurso de Puigdemont, no se someta al voto de los diputados y figure en actas solo mediante la lectura realizada por el President. La declaración sería firmada después por los diputados independentistas, una vez terminada la sesión.

El objetivo de esa maniobra es evitar que el sector moderado no asista al plenario.

Sin banderas y vestidos de blanco -símbolo de “paz y entendimiento”-, miles de catalanes colmaron la plaza Sant Jaume de Barcelona para exigir la apertura de un diálogo concreto entre los responsables políticos a fin de resolver el conflicto abierto entre Cataluña y el gobierno español.

Alrededor de 5 mil 500 personas, según la guardia urbana, respondieron al llamamiento formulado por el colectivo #Parlem (Hablemos), promovido a través de las redes sociales por iniciativa ciudadana. “Barcelona quiere hablar”, “Habla o vete” y “Acuerdo o dimisión” fueron las principales consignas de la concentración, a la cual también asistieron la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el primer secretario del Partido Socialista Catalán (PSC), Miquel Iceta; y el secretario general de la central sindical UGT (socialista), Josep María Álvarez.

Esa manifestación coincidió con otras gigantescas demostraciones por la unidad de España realizadas en Madrid y en las grandes ciudades. Al grito de “Viva España”, “Soy español”, “Puigdemont a prisión”, “No somos fachas, somos españoles” y “Con golpistas no se dialoga”, unas 50 mil personas se reunieron en la Plaza Colón de la capital respondiendo a la convocatoria lanzada por diversas organizaciones “en defensa de la nación, la Constitución y el Estado de Derecho”.

Paralelamente, unas mil 500 personas -con el lema “menos odio y más conversación”- asistieron a la “manifestación blanca por el diálogo” realizada en la Plaza Cibeles de Madrid. Los participantes también corearon las consignas “Dale, Mariano [Rajoy], a ver si hablamos”, “Nuestras armas son las palabras”, “Lo que tienen que hacer es sentarse a hablar, hablar, hablar y hablar”.

Otras concentraciones similares se realizaron en más de 50 ciudades del país, principalmente en Valencia, Zaragoza o Málaga.

 

INDEPENDENCIA INSEGURA

A 48 horas del discurso crucial que debe pronunciar el martes ante el Parlamento catalán, el presidente del Govern, Carles Puigdemont, vacila entre formular una declaración de independencia con efecto “inmediato”, pero “reversible”, o una proclamación “en diferido”. Esas fórmulas complejas parecen confirmar que Puigdemont y el sector más moderado del movimiento separatista están decididos a evitar un gesto terminante que pueda ser interpretado como una acción de ruptura con irreparables consecuencias.

Por un lado, Puigdemont se siente atraído por la posición del sector más moderado del PDeCAT (Partido Demócrata de Cataluña). El conseller (ministro) Santi Vila, y la coordinadora general del movimiento, Marta Pascal, se inclinan por una proclamación “formal” de independencia.

El sector más duro del movimiento separatista, en cambio, postula una declaración que establezca una fecha “en diferido” para concretar la proclamación de la independencia.

Ambos sectores, de todos modos, coinciden en la necesidad de que, cualquiera sea el contenido del discurso de Puigdemont, no se someta al voto de los diputados y figure en actas solo mediante la lectura realizada por el President. La declaración sería firmada después por los diputados independentistas, una vez terminada la sesión.

El objetivo de esa maniobra es evitar que el sector moderado no asista al plenario.

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