Preservar el carácter popular y tradicional de festividades de tanto prestigio, como es la Feria Nacional de San Marcos, es lo que ha permitido que se convierta en una de las más importantes, atrayendo visitantes de todos partes del mundo.
Para de su identidad popular, se debe a personajes, tradiciones y establecimientos que han permanecido, a pesar de los años; y, sin los cuales, la Feria no es Feria.
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Por ejemplo, quienes ahora son ya adultos, seguramente recordarán que los conocidos como “gritones”, ha sido parte de la Feria de San Marcos, desde hace décadas. Son aquellos comerciantes que ofrecen artículos para el hogar a precios supuestamente de remate. No hay ama de casa que no saliera de la feria con su batería de cocina, su jarrita para el agua fresca y sus platos pozoleros.
Después de surtirse, llevaban a los niños a los juegos mecánicos, pero claro, no sin antes pintarse la carita como su personaje o animalito favorito. De ahí, que los carritos chocones, el carrusel y la rueda de la fortuna, estuvieron llenos de pequeños “hombres araña”, “princesas” y “conejitos”. De ahí, si aún quedaba algo de “morralla”, los chiquitines probaban suerte “pescando patitos”, en el tiro al blanco o en “las canicas”.
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Luego de la larga y cansad jornada, la emoción ya habría causado un gran vacío en el estómago. Pero eso no es era problema, pues casi en casa esquina, se podía encontrar un puesto de Gorditas Michoacanas; y para calmar la sed, una cerveza para los adultos y una agüita fresca, para los peques.
Así terminaba un día feria. Y quizá, muchas familias continúan con la misma tradición, recorriendo puestitos y lugares que son infaltables en cualquier feria.
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