/ viernes 17 de mayo de 2024

Taza de Soles | El papel de la participación ciudadana en la democracia

Estimados lectores y lectoras de esta columna, lo que les presentaré en esta ocasión no es solamente un trabajo escolar o académico de un muchacho que cursa el tercer año de secundaria. Es también la aportación reflexiva y bien argumentada de un chico que se siente llamado a invitar a ejercer el voto a todos los que, por nuestra mayoría de edad, podemos y debemos hacerlo. Es curioso, en efecto, que la invitación proceda de un menor de edad, sin embargo, es entendible, cuando este chico se ha sentido motivado, precisamente, porque entre sus maestros ha escuchado opiniones tan escépticas y desalentadoras como aquellas que dicen que “votar no cambia en nada nuestra situación”.

He aquí su ensayo:

“La política, como el arte y la ciencia de gobernar y administrar una sociedad, ha sido una parte integral de la historia humana desde tiempos inmemoriales. En la democracia moderna, la política se ha convertido en un medio a través del cual se expresan y defienden los intereses de la población. Sin embargo, la efectividad y legitimidad de cualquier sistema político dependen en gran medida de la participación de los ciudadanos en el proceso político. En este ensayo, exploraremos la importancia de la participación ciudadana en la política contemporánea, centrándonos en cómo fortalece la democracia y promueve el bienestar colectivo.

En primer lugar, la participación ciudadana es fundamental para el funcionamiento saludable de la democracia. En un sistema democrático, el poder emana del pueblo, y los ciudadanos tienen el derecho y la responsabilidad de influir en las decisiones que afectan sus vidas. La participación política, ya sea a través del voto en elecciones, la membresía en partidos políticos o la participación en movimientos sociales, es esencial para garantizar que el gobierno sea representativo y sensible a las necesidades y deseos de la población. Cuando los ciudadanos se involucran activamente en la política, contribuyen a la rendición de cuentas de los líderes electos y fomentan la transparencia en el proceso gubernamental.

Además, la participación ciudadana en la política promueve la diversidad y la inclusión en la toma de decisiones. En sociedades democráticas, es fundamental que se escuchen y se representen una amplia gama de voces y perspectivas. Cuando los ciudadanos de diferentes orígenes socioeconómicos, étnicos, raciales y culturales participan en el proceso político, se enriquece el debate público y se amplían las soluciones propuestas para abordar los desafíos comunes. La inclusión de diversas perspectivas también ayuda a contrarrestar la concentración de poder en manos de grupos privilegiados y a prevenir la marginalización de minorías.

Por otro lado, la participación ciudadana en la política no se limita solo a la esfera electoral. El compromiso cívico en forma de activismo, defensa de los derechos humanos y participación en organizaciones de la sociedad civil, también desempeña un papel crucial en la promoción del cambio social y político. Los movimientos sociales y las campañas de base impulsadas por ciudadanos han sido históricamente catalizadores de progreso y reforma, desde el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, hasta las protestas de la Primavera Árabe en el Medio Oriente. Estas formas de participación ciudadana son esenciales para contrarrestar la apatía política y la alienación, así como para desafiar las estructuras de poder injustas y promover la justicia social.

En conclusión, la participación ciudadana es un pilar fundamental de la democracia moderna. Al involucrarse activamente en el proceso político, los ciudadanos no solo fortalecen la legitimidad y efectividad de las instituciones democráticas, sino que también contribuyen a la diversidad, inclusión y justicia en la sociedad. En un mundo cada vez más interconectado y complejo, es imperativo fomentar una cultura de participación cívica y empoderar a los ciudadanos para que se conviertan en agentes de cambio positivo en sus comunidades y en el mundo en general”.

El autor de este ensayo es, en efecto, uno de mis nietos. Mateo. Un muchacho estudioso, participativo, y que ha comentado que se interesa por estudiar la carrera de Historia y que sigue con interés las películas, documentales y libros que le puedan aportar información en este sentido. Que, además, está interesado en el acontecer político y sigue muy de cerca los giros que va dando la situación en nuestro estado y en el país. Podemos declarar que nos ha acompañado al aeropuerto a recibir a alguna candidata, que asiste con sus padres o sus abuelos a los mítines que le interesan y que- desde ahora- va perfilando su voto, para cuando tenga la edad requerida para ejercerlo. Todo esto nos llena de orgullo. Pero no es el único de nuestros nietos que tiene esas actitudes. Valentina y Manuel y Nallely, estarán este año como representantes de casilla. Es una reacción natural, cuando ven que sus mayores profesan una responsabilidad social. El voto es nuestro signo de libertad.

Estimados lectores y lectoras de esta columna, lo que les presentaré en esta ocasión no es solamente un trabajo escolar o académico de un muchacho que cursa el tercer año de secundaria. Es también la aportación reflexiva y bien argumentada de un chico que se siente llamado a invitar a ejercer el voto a todos los que, por nuestra mayoría de edad, podemos y debemos hacerlo. Es curioso, en efecto, que la invitación proceda de un menor de edad, sin embargo, es entendible, cuando este chico se ha sentido motivado, precisamente, porque entre sus maestros ha escuchado opiniones tan escépticas y desalentadoras como aquellas que dicen que “votar no cambia en nada nuestra situación”.

He aquí su ensayo:

“La política, como el arte y la ciencia de gobernar y administrar una sociedad, ha sido una parte integral de la historia humana desde tiempos inmemoriales. En la democracia moderna, la política se ha convertido en un medio a través del cual se expresan y defienden los intereses de la población. Sin embargo, la efectividad y legitimidad de cualquier sistema político dependen en gran medida de la participación de los ciudadanos en el proceso político. En este ensayo, exploraremos la importancia de la participación ciudadana en la política contemporánea, centrándonos en cómo fortalece la democracia y promueve el bienestar colectivo.

En primer lugar, la participación ciudadana es fundamental para el funcionamiento saludable de la democracia. En un sistema democrático, el poder emana del pueblo, y los ciudadanos tienen el derecho y la responsabilidad de influir en las decisiones que afectan sus vidas. La participación política, ya sea a través del voto en elecciones, la membresía en partidos políticos o la participación en movimientos sociales, es esencial para garantizar que el gobierno sea representativo y sensible a las necesidades y deseos de la población. Cuando los ciudadanos se involucran activamente en la política, contribuyen a la rendición de cuentas de los líderes electos y fomentan la transparencia en el proceso gubernamental.

Además, la participación ciudadana en la política promueve la diversidad y la inclusión en la toma de decisiones. En sociedades democráticas, es fundamental que se escuchen y se representen una amplia gama de voces y perspectivas. Cuando los ciudadanos de diferentes orígenes socioeconómicos, étnicos, raciales y culturales participan en el proceso político, se enriquece el debate público y se amplían las soluciones propuestas para abordar los desafíos comunes. La inclusión de diversas perspectivas también ayuda a contrarrestar la concentración de poder en manos de grupos privilegiados y a prevenir la marginalización de minorías.

Por otro lado, la participación ciudadana en la política no se limita solo a la esfera electoral. El compromiso cívico en forma de activismo, defensa de los derechos humanos y participación en organizaciones de la sociedad civil, también desempeña un papel crucial en la promoción del cambio social y político. Los movimientos sociales y las campañas de base impulsadas por ciudadanos han sido históricamente catalizadores de progreso y reforma, desde el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, hasta las protestas de la Primavera Árabe en el Medio Oriente. Estas formas de participación ciudadana son esenciales para contrarrestar la apatía política y la alienación, así como para desafiar las estructuras de poder injustas y promover la justicia social.

En conclusión, la participación ciudadana es un pilar fundamental de la democracia moderna. Al involucrarse activamente en el proceso político, los ciudadanos no solo fortalecen la legitimidad y efectividad de las instituciones democráticas, sino que también contribuyen a la diversidad, inclusión y justicia en la sociedad. En un mundo cada vez más interconectado y complejo, es imperativo fomentar una cultura de participación cívica y empoderar a los ciudadanos para que se conviertan en agentes de cambio positivo en sus comunidades y en el mundo en general”.

El autor de este ensayo es, en efecto, uno de mis nietos. Mateo. Un muchacho estudioso, participativo, y que ha comentado que se interesa por estudiar la carrera de Historia y que sigue con interés las películas, documentales y libros que le puedan aportar información en este sentido. Que, además, está interesado en el acontecer político y sigue muy de cerca los giros que va dando la situación en nuestro estado y en el país. Podemos declarar que nos ha acompañado al aeropuerto a recibir a alguna candidata, que asiste con sus padres o sus abuelos a los mítines que le interesan y que- desde ahora- va perfilando su voto, para cuando tenga la edad requerida para ejercerlo. Todo esto nos llena de orgullo. Pero no es el único de nuestros nietos que tiene esas actitudes. Valentina y Manuel y Nallely, estarán este año como representantes de casilla. Es una reacción natural, cuando ven que sus mayores profesan una responsabilidad social. El voto es nuestro signo de libertad.