/ viernes 5 de enero de 2024

Las cumbres climáticas: ¿esperanza del mundo o teatro político?

Por: Natalia Miranda


En los últimos meses, las esperanzas para contrarrestar la emergencia climática se reposaron sobre la Cumbre de la Amazonía de Beleém do Pará y la COP28, con sede en Dubái. Ambos eventos reunieron a diversos actores importantes para la lucha ambiental. No obstante, los esfuerzos y logros de ambos son insuficientes.

Por un lado, la Cumbre de la Amazonía reunió a los ocho países miembros del Tratado de Cooperación Amazónica con motivo de retomar los diálogos de cooperación para revertir el deterioro acelerado de la Amazonía y trabajar por su restauración hacia el 2030 (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, 2023). Se trataba de una propuesta para fortalecer a la Organización, considerando la responsabilidad compartida de los países parte por salvaguardar a la selva debido a su valor ecológico. Pero, a pesar del reconocimiento retórico respecto a la importancia del Amazonas para garantizar la seguridad ambiental y, por ende, su rol en la garantía de paz de los pueblos que la habitan; en la Declaración do Belém – acuerdo que emanó de la Cumbre – la cero deforestación y la disminución del uso y exploración de combustibles fósiles fueron temas inconclusos dado que, pese a que se les menciona en el escrito, el uso del lenguaje vago permite libertades a los Estados, por lo que no es posible considerarle como una reunión exitosa del todo.

Mismo fue el caso de la conferencia del clima de la ONU del presente año, ya que, aunque se consiguió hacer un llamado sin precedentes a la transición para abandonar los combustibles fósiles en el acuerdo ‘Balance Global’, existen una serie de lagunas que posibilitarán que la industria de combustibles fósiles se continúe expandiendo. Asimismo, los discursos de los dirigentes políticos se mostraron esperanzadores, en contraste a las declaraciones emitidas por activistas y expertos, quienes repudiaron la limitación de esfuerzos y la sobreposición de los intereses políticos y económicos de los países sobre las necesidades climáticas (CNN, 2023).

Ambos eventos han sido presentados ante el ojo del público como momentos definitorios para conseguir las metas de carbono, e incluso podían ser considerados como tal si no fuera por las lagunas que los escritos presentan, que nos lleva a preguntarnos, ¿por qué pese al reconocimiento teórico de la urgencia de tomar acción por parte de los países, sus representantes fallan una y otra vez en establecer límites concretos?

Está claro que los esfuerzos realizados por los grupos históricamente más afectados han resultado insuficientes para influenciar la implementación de medidas determinantes; incluso las claras evidencias del cambio climático no han conseguido más allá de avances graduales, cuando en la actualidad lo que se necesitan son cambios determinantes. Solo nos queda cuestionarnos respecto a la efectividad de este tipo de reuniones, y reconocer que, pese a que sus logros no son suficientes, la implementación de espacios de acción política ambiental es necesaria para conseguir la seguridad ambiental y evitar que el deterioro se traduzca en el surgimiento de conflictos.

Por: Natalia Miranda


En los últimos meses, las esperanzas para contrarrestar la emergencia climática se reposaron sobre la Cumbre de la Amazonía de Beleém do Pará y la COP28, con sede en Dubái. Ambos eventos reunieron a diversos actores importantes para la lucha ambiental. No obstante, los esfuerzos y logros de ambos son insuficientes.

Por un lado, la Cumbre de la Amazonía reunió a los ocho países miembros del Tratado de Cooperación Amazónica con motivo de retomar los diálogos de cooperación para revertir el deterioro acelerado de la Amazonía y trabajar por su restauración hacia el 2030 (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, 2023). Se trataba de una propuesta para fortalecer a la Organización, considerando la responsabilidad compartida de los países parte por salvaguardar a la selva debido a su valor ecológico. Pero, a pesar del reconocimiento retórico respecto a la importancia del Amazonas para garantizar la seguridad ambiental y, por ende, su rol en la garantía de paz de los pueblos que la habitan; en la Declaración do Belém – acuerdo que emanó de la Cumbre – la cero deforestación y la disminución del uso y exploración de combustibles fósiles fueron temas inconclusos dado que, pese a que se les menciona en el escrito, el uso del lenguaje vago permite libertades a los Estados, por lo que no es posible considerarle como una reunión exitosa del todo.

Mismo fue el caso de la conferencia del clima de la ONU del presente año, ya que, aunque se consiguió hacer un llamado sin precedentes a la transición para abandonar los combustibles fósiles en el acuerdo ‘Balance Global’, existen una serie de lagunas que posibilitarán que la industria de combustibles fósiles se continúe expandiendo. Asimismo, los discursos de los dirigentes políticos se mostraron esperanzadores, en contraste a las declaraciones emitidas por activistas y expertos, quienes repudiaron la limitación de esfuerzos y la sobreposición de los intereses políticos y económicos de los países sobre las necesidades climáticas (CNN, 2023).

Ambos eventos han sido presentados ante el ojo del público como momentos definitorios para conseguir las metas de carbono, e incluso podían ser considerados como tal si no fuera por las lagunas que los escritos presentan, que nos lleva a preguntarnos, ¿por qué pese al reconocimiento teórico de la urgencia de tomar acción por parte de los países, sus representantes fallan una y otra vez en establecer límites concretos?

Está claro que los esfuerzos realizados por los grupos históricamente más afectados han resultado insuficientes para influenciar la implementación de medidas determinantes; incluso las claras evidencias del cambio climático no han conseguido más allá de avances graduales, cuando en la actualidad lo que se necesitan son cambios determinantes. Solo nos queda cuestionarnos respecto a la efectividad de este tipo de reuniones, y reconocer que, pese a que sus logros no son suficientes, la implementación de espacios de acción política ambiental es necesaria para conseguir la seguridad ambiental y evitar que el deterioro se traduzca en el surgimiento de conflictos.