/ lunes 25 de abril de 2022

Angélica de la Peña | Debanhi está en todas partes

Por: Angélica de la Peña

La foto de una chica sola en un sendero de una carretera donde la oscuridad acecha el aire que mueve el pelo de esta morrita de 18 años, falda larga y tenis, mirando hacia su futuro incierto, le dio vuelta al país. Debanhi es el símbolo de la crisis de inseguridad, corrupción y de impunidad: las mujeres corren peligro inminente en cualquier lugar.

A los preceptos legales para la prevención y la sanción de este flagelo le pusimos su verdadero nombre: violencia feminicida. Pero parece que el machismo se burla de este Estado de Derecho; y las autoridades contribuyen por omisión, o por comisión. La incertidumbre del manejo judicial de este caso en Nuevo León es una muestra del horror que padecen las víctimas y sus familias.

En Aguascalientes, al comienzo de la Feria Nacional de San Marcos, antes de conocer que Debanhi Escobar fue encontrada sin vida en una cisterna, aparece un video en redes de 25 segundos intitulado “Nosotros las acompañamos” donde aparece un hombre caminando por las instalaciones de la feria enviando un mensaje a los hombres: “Compa, en esta feria no las dejes solas… acompáñalas, aunque te digan que no, acompáñalas. La situación en México es ALARMANTE para ellas…” Al comunicador, autor de este video le pregunté qué le motivó hacerlo y él me dijo que al saber que Debanhi había desaparecido después de bajarse de un taxi, conmocionado pensó en sus dos hijas, y se propuso enviar este mensaje a los hombres, no las dejen solas.

Un alcalde me contó que quitó todos los giros negros irregulares de su demarcación, pero se sorprendió cómo se elevó las denuncias de violación contra niñas y mujeres, en sus casas y en el ámbito público.

Las dos caras de la moneda. Porque un hombre acompañándolas les da seguridad de que no las lastimen hasta que lleguen a su casa. Pero también para muchas, estar en su casa, es vivir con el enemigo.

Las Debanhis se multiplican antes y después de ella, con otros nombres; no llegaron a casa o son violentadas en su casa. Las encuestas son contundentes: dos de cada tres, han padecido violencia en sus hogares.

El feminicidio es el asesinato de una mujer por serlo, y conlleva impunidad del Estado. No sólo las violan, las lastiman, las matan y las desaparecen. Y ante lo que no se pudo evitar, sus casos no son resueltos con prontitud y eficiencia. Las autoridades lo justifican porque andaba de fiestas, se visten de manera “provocativa”, alcoholizada a altas de la noche; o, no atienden al marido, lo hacen enojar. Algunas autoridades se atreven a señalar que son muchos más los hombres asesinados que las mujeres.

Ya es tiempo de que les exijamos a todas las autoridades de todos los municipios, de las 32 entidades y al Presidente, que si no pueden prevenir la violencia contra las niñas y mujeres, mejor renuncien. No ocupen un cargo público si no se comprometen como una tarea primordial del Estado, a aplicar la política pública que prevenga la violencia contra las mujeres. Ojo: los refugios son necesarios; pero es urgente se prevenga que no tengan que resguardarse de su violentador en un refugio. La procuración de justicia debe dar cuentas porqué no atienda conforme a derecho, estos casos. Y lo mismo el poder judicial. Es una vergüenza la pequeña cantidad de casos que llegan a la justicia y muchos menos los que se resuelven castigando a los agresores. Basta! Apliquen la LEY.

Por: Angélica de la Peña

La foto de una chica sola en un sendero de una carretera donde la oscuridad acecha el aire que mueve el pelo de esta morrita de 18 años, falda larga y tenis, mirando hacia su futuro incierto, le dio vuelta al país. Debanhi es el símbolo de la crisis de inseguridad, corrupción y de impunidad: las mujeres corren peligro inminente en cualquier lugar.

A los preceptos legales para la prevención y la sanción de este flagelo le pusimos su verdadero nombre: violencia feminicida. Pero parece que el machismo se burla de este Estado de Derecho; y las autoridades contribuyen por omisión, o por comisión. La incertidumbre del manejo judicial de este caso en Nuevo León es una muestra del horror que padecen las víctimas y sus familias.

En Aguascalientes, al comienzo de la Feria Nacional de San Marcos, antes de conocer que Debanhi Escobar fue encontrada sin vida en una cisterna, aparece un video en redes de 25 segundos intitulado “Nosotros las acompañamos” donde aparece un hombre caminando por las instalaciones de la feria enviando un mensaje a los hombres: “Compa, en esta feria no las dejes solas… acompáñalas, aunque te digan que no, acompáñalas. La situación en México es ALARMANTE para ellas…” Al comunicador, autor de este video le pregunté qué le motivó hacerlo y él me dijo que al saber que Debanhi había desaparecido después de bajarse de un taxi, conmocionado pensó en sus dos hijas, y se propuso enviar este mensaje a los hombres, no las dejen solas.

Un alcalde me contó que quitó todos los giros negros irregulares de su demarcación, pero se sorprendió cómo se elevó las denuncias de violación contra niñas y mujeres, en sus casas y en el ámbito público.

Las dos caras de la moneda. Porque un hombre acompañándolas les da seguridad de que no las lastimen hasta que lleguen a su casa. Pero también para muchas, estar en su casa, es vivir con el enemigo.

Las Debanhis se multiplican antes y después de ella, con otros nombres; no llegaron a casa o son violentadas en su casa. Las encuestas son contundentes: dos de cada tres, han padecido violencia en sus hogares.

El feminicidio es el asesinato de una mujer por serlo, y conlleva impunidad del Estado. No sólo las violan, las lastiman, las matan y las desaparecen. Y ante lo que no se pudo evitar, sus casos no son resueltos con prontitud y eficiencia. Las autoridades lo justifican porque andaba de fiestas, se visten de manera “provocativa”, alcoholizada a altas de la noche; o, no atienden al marido, lo hacen enojar. Algunas autoridades se atreven a señalar que son muchos más los hombres asesinados que las mujeres.

Ya es tiempo de que les exijamos a todas las autoridades de todos los municipios, de las 32 entidades y al Presidente, que si no pueden prevenir la violencia contra las niñas y mujeres, mejor renuncien. No ocupen un cargo público si no se comprometen como una tarea primordial del Estado, a aplicar la política pública que prevenga la violencia contra las mujeres. Ojo: los refugios son necesarios; pero es urgente se prevenga que no tengan que resguardarse de su violentador en un refugio. La procuración de justicia debe dar cuentas porqué no atienda conforme a derecho, estos casos. Y lo mismo el poder judicial. Es una vergüenza la pequeña cantidad de casos que llegan a la justicia y muchos menos los que se resuelven castigando a los agresores. Basta! Apliquen la LEY.