/ sábado 22 de octubre de 2022

Aguascalientes celebra 447 años de su fundación [Galería]

Las batallas de quienes habitan esta tierra, no han terminado, sino que se transforman con el tiempo

Hace 447 años comenzó la historia de esta ciudad, que nació de un beso, pero también de una guerra; que se moderniza, pero se aferra a sus raíces; que vio llegar y vio partir al ferrocarril, pero lo guardó en su memoria para siempre. Una tierra que no sólo guarda calor en sus aguas, sino también en la hospitalidad de su gente.

El Origen

El origen fue una batalla entre los indios chichimecas, a mediados del siglo XVI, cuando los españoles que buscaban nuevas tierras, para hacerse prosperar, luego que fueran descubiertas las minas en torno al territorio zacatecano. Así, llegaron al valle de Aguascalientes, que entonces era habitada por poco menos de 9 mil chichimecas. Estos últimos se habían dispersado, en pequeños asentamientos por el territorio. El incremento en la actividad de esta zona, trajo como consecuencia desabasto de alimentos o otros artículos de primera necesidad. Para traerlos de poblaciones cercanas o para ir a buscarlos, los colonos debían emprender viajes por las carreteras, que no siempre resultaban seguras.

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Fue, precisamente, un atraco perpetrado a una cuadrilla que se encaminaba cerca de Tepezalá, lo que propició al conocida “Guerra de los Chichimecas”, según se describe en el ensayo “La guerra chichimeca, la fundación de Aguascalientes y el exterminio de la población aborigen (1548-1620)”, de Jesús Gómez Serrano. La gravedad del conflicto atrajo la atención del virrey Luis De Velasco, quien se propuso pacificar la situación con los chichimecas y controlar el tránsito por los caminos; obviamente, no sin someter a los indios chichimecas.

La Fundación

Ya con Gerónimo de Orozco y Rodrigo del Río de Loza a cargo de pacificar a los chichimecas, que eran considerados hostiles y violentos, en 1575 inician las gestiones para consolidar al valle como la Villa de Aguascalientes. Entonces, era conocida como Valle de los Romero o Paso de las Aguas Calientes.

No obstante, el nombramiento de ciudad, sucedería 22 de septiembre de 1824, aunque el documento denominado como “Título de la Fundación de una Villa en el sito de Aguascalientes”, fue emitido por la Sociedad Mexicana de Estadística y Geografía, en 1871.

El Romance

Como es costumbre, todo aquello que se hace, construye y vive en México, está rodeado por un halo de fantasía, de ilusión, de romance. El nacimiento de esta ciudad no sería le excepción; y es que existe una leyenda que asegura que la tierra en la que hoy se vive, surgió gracias al encanto de Doña María Luisa Fernández Villa, esposa de Don Pedro García Rojas, que no pasó desapercibido para el entonces presidente Antonio López de Santa Anna, durante su visita a la ciudad, que se había separado del estado de Zacatecas, en 1835. Sería un beso, la prenda a cambio de la cual, Aguascalientes obtendría su libertad.

El Ferrocarril

Ya consolidado como ciudad, y luego como estado en 1857, Aguascalientes tuvo algunas décadas para erigir parroquias, huertas, centros de comercio y artesanales, para tejer su nueva identidad.

No obstante, aún carecía del rasgo preponderante, que terminaría de trazar su destino como una entidad fuerte y una vía que apuntara hacia su desarrollo. Fue entonces, que en 1884, con un sonido que se quedaría para siempre en los corazones de los aguascalentenses, llegaría el ferrocarril. Porfirio Díaz sería el hombre que impulsara la construcción de vías que condujeran al norte del país, partiendo desde el centro. Aguascalientes resultó ser el lugar ideal para que los vagones fueran cargados con mercancía comercial, en primera instancia, y con pasajeros posteriormente. Guanajuato, Hidalgo, Querétaro, Estado de México, Zacatecas, Durango, Coahuila y Chihuahua eran los territorios que cruzaban las vías.

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Así dio inicio el periodo de industrialización, concentrándose en la ciudad y sus alrededores; y con él, la historia no sólo política y económica, sino también la familiar de centenares y centenares de aguascalentenses.

Hoy por hoy, no hay un solo habitante que no haya tenido un bisabuelo, abuelo, tío, padre, hermano o amigo ferrocarrilero; no hay un solo aquicalidense que no suspire cuando ve pasar el tren, imaginándose aún a las marchantas ofreciendo a los pasajeros sus gorditas de papa o sus caballitos artesanales, tejidos con paja.

Tradición vinícola

A mitad del silgo XX, Aguascalientes vería surgir otro de sus esplendores: los viñedos. La belleza, la tranquilidad y el progreso que para esta época había ya labrado la capital, llamó la atención de Don Nazario Ortíz Garza, fundador de la Compañía Vinícola de Aguascalientes, y dueño de los Viñedos Ribier, La Chiquita y Guadalupe.

Posteriormente, con la llegada de las empresas Domecq y Valles Redondo, el estado alcanzó un prestigio nacional, colocándose en el segundo lugar en la industria vinícola en el país.

El Guardián

Hacia el poniente de la ciudad, los habitantes son resguardados por un celoso centinela, que al amanecer se une con el cielo en un tono azulado; y por la tarde, regala postales inigualables, mientras el sol se esconde detrás de sus siluetas. Se trata de una formación rocosa que semeja la forma de un hombre acostado.

Ha nacido dos veces, la primera de ellas, por un capricho de la naturaleza que lo hizo erigirse 2 mil 440 metros sobre el nivel del mar, unida a la Sierra del Laurel, que a su vez forma parte de la Sierra Madre Occidental.

La segunda, en el imaginario de los pobladores, que aseguran que se trata de un sacerdote chichimeca, que perdió la vida al ser alcanzado por una flecha, en una batalla entre los Nahuatlacas, los Chalcas y los propios Chichimecas. Se cree que, al caer, sepultó a todo el pueblo bajo su cuerpo.

Tras 447 años de su fundación, Aguascalientes se proyecta ante el resto de la República Mexicana y del mundo, como una tierra que se transforma y se adapta a la modernidad, pero que permanece fiel a sus raíces, a sus tradiciones, a los personajes y los hechos históricos que le convirtieron en lo que es hoy: una auténtica tierra de gente buena, trabajadora y fuerte.


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* Otras noticias:

Hace 447 años comenzó la historia de esta ciudad, que nació de un beso, pero también de una guerra; que se moderniza, pero se aferra a sus raíces; que vio llegar y vio partir al ferrocarril, pero lo guardó en su memoria para siempre. Una tierra que no sólo guarda calor en sus aguas, sino también en la hospitalidad de su gente.

El Origen

El origen fue una batalla entre los indios chichimecas, a mediados del siglo XVI, cuando los españoles que buscaban nuevas tierras, para hacerse prosperar, luego que fueran descubiertas las minas en torno al territorio zacatecano. Así, llegaron al valle de Aguascalientes, que entonces era habitada por poco menos de 9 mil chichimecas. Estos últimos se habían dispersado, en pequeños asentamientos por el territorio. El incremento en la actividad de esta zona, trajo como consecuencia desabasto de alimentos o otros artículos de primera necesidad. Para traerlos de poblaciones cercanas o para ir a buscarlos, los colonos debían emprender viajes por las carreteras, que no siempre resultaban seguras.

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Fue, precisamente, un atraco perpetrado a una cuadrilla que se encaminaba cerca de Tepezalá, lo que propició al conocida “Guerra de los Chichimecas”, según se describe en el ensayo “La guerra chichimeca, la fundación de Aguascalientes y el exterminio de la población aborigen (1548-1620)”, de Jesús Gómez Serrano. La gravedad del conflicto atrajo la atención del virrey Luis De Velasco, quien se propuso pacificar la situación con los chichimecas y controlar el tránsito por los caminos; obviamente, no sin someter a los indios chichimecas.

La Fundación

Ya con Gerónimo de Orozco y Rodrigo del Río de Loza a cargo de pacificar a los chichimecas, que eran considerados hostiles y violentos, en 1575 inician las gestiones para consolidar al valle como la Villa de Aguascalientes. Entonces, era conocida como Valle de los Romero o Paso de las Aguas Calientes.

No obstante, el nombramiento de ciudad, sucedería 22 de septiembre de 1824, aunque el documento denominado como “Título de la Fundación de una Villa en el sito de Aguascalientes”, fue emitido por la Sociedad Mexicana de Estadística y Geografía, en 1871.

El Romance

Como es costumbre, todo aquello que se hace, construye y vive en México, está rodeado por un halo de fantasía, de ilusión, de romance. El nacimiento de esta ciudad no sería le excepción; y es que existe una leyenda que asegura que la tierra en la que hoy se vive, surgió gracias al encanto de Doña María Luisa Fernández Villa, esposa de Don Pedro García Rojas, que no pasó desapercibido para el entonces presidente Antonio López de Santa Anna, durante su visita a la ciudad, que se había separado del estado de Zacatecas, en 1835. Sería un beso, la prenda a cambio de la cual, Aguascalientes obtendría su libertad.

El Ferrocarril

Ya consolidado como ciudad, y luego como estado en 1857, Aguascalientes tuvo algunas décadas para erigir parroquias, huertas, centros de comercio y artesanales, para tejer su nueva identidad.

No obstante, aún carecía del rasgo preponderante, que terminaría de trazar su destino como una entidad fuerte y una vía que apuntara hacia su desarrollo. Fue entonces, que en 1884, con un sonido que se quedaría para siempre en los corazones de los aguascalentenses, llegaría el ferrocarril. Porfirio Díaz sería el hombre que impulsara la construcción de vías que condujeran al norte del país, partiendo desde el centro. Aguascalientes resultó ser el lugar ideal para que los vagones fueran cargados con mercancía comercial, en primera instancia, y con pasajeros posteriormente. Guanajuato, Hidalgo, Querétaro, Estado de México, Zacatecas, Durango, Coahuila y Chihuahua eran los territorios que cruzaban las vías.

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Tradición vinícola

A mitad del silgo XX, Aguascalientes vería surgir otro de sus esplendores: los viñedos. La belleza, la tranquilidad y el progreso que para esta época había ya labrado la capital, llamó la atención de Don Nazario Ortíz Garza, fundador de la Compañía Vinícola de Aguascalientes, y dueño de los Viñedos Ribier, La Chiquita y Guadalupe.

Posteriormente, con la llegada de las empresas Domecq y Valles Redondo, el estado alcanzó un prestigio nacional, colocándose en el segundo lugar en la industria vinícola en el país.

El Guardián

Hacia el poniente de la ciudad, los habitantes son resguardados por un celoso centinela, que al amanecer se une con el cielo en un tono azulado; y por la tarde, regala postales inigualables, mientras el sol se esconde detrás de sus siluetas. Se trata de una formación rocosa que semeja la forma de un hombre acostado.

Ha nacido dos veces, la primera de ellas, por un capricho de la naturaleza que lo hizo erigirse 2 mil 440 metros sobre el nivel del mar, unida a la Sierra del Laurel, que a su vez forma parte de la Sierra Madre Occidental.

La segunda, en el imaginario de los pobladores, que aseguran que se trata de un sacerdote chichimeca, que perdió la vida al ser alcanzado por una flecha, en una batalla entre los Nahuatlacas, los Chalcas y los propios Chichimecas. Se cree que, al caer, sepultó a todo el pueblo bajo su cuerpo.

Tras 447 años de su fundación, Aguascalientes se proyecta ante el resto de la República Mexicana y del mundo, como una tierra que se transforma y se adapta a la modernidad, pero que permanece fiel a sus raíces, a sus tradiciones, a los personajes y los hechos históricos que le convirtieron en lo que es hoy: una auténtica tierra de gente buena, trabajadora y fuerte.


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