Entre las miles de historias que se valoran en Aguascalientes, existen muchas que no tienen el impacto merecido, tienen origen en la oculta historia que se acoge bajo nuestros pies.
Los kilómetros de ramificaciones subterráneas compuestas como túneles que según dicta la historia, únicamente el emblemático Juan Chávez conocía sin reparo, son al 2024, además de no exploradas, cada vez más ignoradas.
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Roosario Saavedra es una de las leyendas conocidas en esta zona sin mucho auge. Se cuenta fue una mujer que perdió la razón, luego de ver morir a su hija, su esposo y su equipo de batalla, venían huyendo, cuenta la leyenda, como Insurgentes, en Aguascalientes se les prometió les entregarían armamento y municiones para seguir su paso, sin embargo, las tropas tardaron y la gente tuvo contingencias en los túneles.
Ingresaron ahí porque estaban escondiéndose tras un ataque, con el paso de los días extraños animales que al parecer eran “ratas” comenzaron a comerse a los heridos, seguidos y atraídos por el olor de la sangre que se impregnó en los místicos túneles llenos de heridos.
Rosario perdió así a su hija, de su esposo no supo más y de sus compañeros de guerra no supo más cuando, al irlos perdiendo, encontró solo la demencia, batallaba entonces para mantenerse en la razón.
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El final de Saavedra fue en las calles de Aguascalientes, dado que logró salir con vida, pero sin claridad en sus ideas, hubo de perder el juicio buscando a sus compañeros y se decía que la conocían como “la loca del pueblo”, pues vagaba, gritaba, hablaba de monstruos de ojos rojos de los que solicitaba a quien se topaba, el auxilio para ella y los suyos.
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