Aquél 02 de febrero de 1852, nadie se imaginaba que junto a ese niño que veía por primera vez el mundo, en una casita de la entonces conocida Calle de Los Ángeles, también estaba naciendo parte de la identidad cultural que ahora distingue a Aguascalientes, no sólo ante México, sino ante todo el mundo.
Y es que José Guadalupe Posada Aguilar llegó a esta vida, no con una torta bajo el brazo, sino con placas de zinc, donde daría vida a incontables personajes que ahora son motivo de inspiración y de orgullo para esta tierra de artistas.
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Casi tres décadas después de la creación del Festival de Calaveras en Aguascalientes, la ciudad que lo vio nacer honra su memoria, su legado y su obra, que ha traspasado fronteras, inspirando no sólo las artes plásticas, sino también el cine, la literatura, la danza y hasta la moda.
En la presente edición de este tradicional festival, la figura de la dama huesuda y su creador, son el motivo de la celebración que se rodea de expresiones artísticas y culturales, en distintos foros de nuestra ciudad.
Es por eso, que en estos días, es posible admirar en las calles del centro histórico, a la elegante Calaca “Garbancera”, nacida del ingenio de Posada y que posteriormente, Diego Rivera transformaría en La Catrina, al plasmarla en el mural “Sueño de una Tarde Dominical en la Alameda Central”.
Ahora es, esta refinada calavera, la protagonista de los festejos de Día de Muertos. Es esta distinguida “Catrina”, el testimonio fiel de que, tal como sucede con la mayoría de los artistas que han dejado una huella imborrable en la historia de la humanidad, sus nombres se rodean de gloria sólo después de su muerte.
Y es que José Guadalupe Posada murió en la absoluta pobreza y soledad, su cuerpo fue depositado en una fosa común, pero su legado se convirtió en un patrimonio del arte y la cultura mexicana ante el mundo entero.
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