/ lunes 27 de mayo de 2024

Una mujer Xingona a la Presidencia

Estamos a unos días de decidir, en una votación histórica, un hecho de gran trascendencia: elegir a la primera Mujer como Presidenta de la República Mexicana.

Muchas mujeres, desde generaciones atrás, hemos estado con el lápiz en la mano en distintas etapas, presionando por reformas a la Constitución y lograr lo que ya será un hecho: paridad en todo, teniendo en el encargo más relevante, a una Mujer en la Presidencia.

Dos mujeres compiten, y no tengo dudas que la más capaz para resolver los grandes retos que enfrenta hoy el país, es Xóchitl Gálvez. Ella ha puesto en entredicho lo realizado por López Obrador quien entregará un país con datos que simulan lo que no es México; evidenciar objetivamente las mentiras y el retroceso. Rescatar todo lo que ha echado por la borda y que con mucho trabajo, muchos debates, y no en pocas ocasiones con levantamientos de la oposición de las mesas de negociación, se ha venido acordando hacia una transición democrática.

Derogar la cultura presidencialista instalada desde que concluyeron las guerras de la revolución mexicana, con el uso del erario público de manera discrecional. Hay que decirlo claro: las reformas de los últimos 30 años, fueron pisoteadas por el régimen de López Obrador; por lo tanto, necesitamos dar el paso firme hacia la construcción de otro régimen, por cierto, establecido puntualmente en nuestra Constitución. Y eso ha ofrecido Xóchitl Gálvez.

Xóchitl es la más adecuada para concretar la transición democrática porque la entiende muy bien; esa transición que Fox no quiso concretar; la transición que no le importó a Calderón porque andaba en otra cosa; y Peña simplemente simuló con el Pacto por México que no quiso consolidar, como también simuló con la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia penal inscrito en la Constitución en 2008 para entrar en vigor en 2016; como tampoco consolidó el sistema anticorrupción; mucho menos la gendarmería civil, y qué decir de la reforma fiscal para empoderar a los estados y municipios. Peña solo tiene a su favor que cuando menos cedió a la constitución de diversas leyes en materia de derechos humanos, hoy guardadas en el escritorio del lopezobradorismo: contra tortura y la desaparición forzada, atención a víctimas, derechos de la niñez, para prevenir la violencia contra las mujeres. Estos señores militarizaron el país.

Xóchitl se ha comprometido a concretar un gobierno de coalición que le acote a su propia investidura; igual que estarán en su gobierno las personas más capaces, honestas y trabajadoras, con más experiencia y conocimiento para trabajar en la reconstrucción del país, respetar al poder legislativo, y al poder judicial para que siga gozando de plena autonomía en sus resoluciones.

Porque merecemos un país donde la seguridad pública no es una utopía a alcanzar a años luz, sino algo plausible a partir del respeto y cumplimiento de la ley. Porque urge se rinda cuentas y se evalúe desde los observatorios ciudadanos e independientes dónde es necesario corregir lo que se tiene que corregir para avanzar en la atención de la población más marginada. Porque se debe detener el deterioro de las clases medias.

Por estas y más razones votaré por Xóchitl Gálvez. Mis hijos, mis nietas y mi nieto merecen otro país, cuyas funcionarias y funcionarios trabajen en la resolución de conflictos para que haya paz, seguridad publica y el respeto a la Ley.

Estamos a unos días de decidir, en una votación histórica, un hecho de gran trascendencia: elegir a la primera Mujer como Presidenta de la República Mexicana.

Muchas mujeres, desde generaciones atrás, hemos estado con el lápiz en la mano en distintas etapas, presionando por reformas a la Constitución y lograr lo que ya será un hecho: paridad en todo, teniendo en el encargo más relevante, a una Mujer en la Presidencia.

Dos mujeres compiten, y no tengo dudas que la más capaz para resolver los grandes retos que enfrenta hoy el país, es Xóchitl Gálvez. Ella ha puesto en entredicho lo realizado por López Obrador quien entregará un país con datos que simulan lo que no es México; evidenciar objetivamente las mentiras y el retroceso. Rescatar todo lo que ha echado por la borda y que con mucho trabajo, muchos debates, y no en pocas ocasiones con levantamientos de la oposición de las mesas de negociación, se ha venido acordando hacia una transición democrática.

Derogar la cultura presidencialista instalada desde que concluyeron las guerras de la revolución mexicana, con el uso del erario público de manera discrecional. Hay que decirlo claro: las reformas de los últimos 30 años, fueron pisoteadas por el régimen de López Obrador; por lo tanto, necesitamos dar el paso firme hacia la construcción de otro régimen, por cierto, establecido puntualmente en nuestra Constitución. Y eso ha ofrecido Xóchitl Gálvez.

Xóchitl es la más adecuada para concretar la transición democrática porque la entiende muy bien; esa transición que Fox no quiso concretar; la transición que no le importó a Calderón porque andaba en otra cosa; y Peña simplemente simuló con el Pacto por México que no quiso consolidar, como también simuló con la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia penal inscrito en la Constitución en 2008 para entrar en vigor en 2016; como tampoco consolidó el sistema anticorrupción; mucho menos la gendarmería civil, y qué decir de la reforma fiscal para empoderar a los estados y municipios. Peña solo tiene a su favor que cuando menos cedió a la constitución de diversas leyes en materia de derechos humanos, hoy guardadas en el escritorio del lopezobradorismo: contra tortura y la desaparición forzada, atención a víctimas, derechos de la niñez, para prevenir la violencia contra las mujeres. Estos señores militarizaron el país.

Xóchitl se ha comprometido a concretar un gobierno de coalición que le acote a su propia investidura; igual que estarán en su gobierno las personas más capaces, honestas y trabajadoras, con más experiencia y conocimiento para trabajar en la reconstrucción del país, respetar al poder legislativo, y al poder judicial para que siga gozando de plena autonomía en sus resoluciones.

Porque merecemos un país donde la seguridad pública no es una utopía a alcanzar a años luz, sino algo plausible a partir del respeto y cumplimiento de la ley. Porque urge se rinda cuentas y se evalúe desde los observatorios ciudadanos e independientes dónde es necesario corregir lo que se tiene que corregir para avanzar en la atención de la población más marginada. Porque se debe detener el deterioro de las clases medias.

Por estas y más razones votaré por Xóchitl Gálvez. Mis hijos, mis nietas y mi nieto merecen otro país, cuyas funcionarias y funcionarios trabajen en la resolución de conflictos para que haya paz, seguridad publica y el respeto a la Ley.