La definición inicial de candidaturas opositoras para la futura integración del Senado genera mensajes de alerta para quienes saben que la cámara alta debe ser un espacio indispensable para constituir en el Congreso una mayor contrapeso frente a la eventual presidencia de la hoy candidata del oficialismo, Claudia Sheinbaum.
Integrantes del equipo Sheinbaum iniciaron desde el otoño pasado proyecciones que hasta ahora habían ofrecido el pronóstico de un mayor peso opositor en los escaños senatoriales, con una apretada primera minoría que difícilmente podría validar reformas constitucionales aun valiéndose de partidos satélite -el del Trabajo y el Verde.
Tales estimaciones habían obligado a poner en la mesa alternativas como acompañar la búsqueda de Movimiento Ciudadano (MC), de Dante Delgado, para contar con una mayor fracción parlamentaria y tejer con él alianzas en momentos estratégicos.
Sin embargo, la deriva que observan los partidos de la coalición opositora formada por PAN, PRI y PRD, habla de organizaciones orientadas un reacomodo donde la verdadera disputa parece ser por la rebanada de pastel que les toque administrar.
Cuando lo primero que resuena desde las candidaturas opositoras son los nombres de los líderes del PRI, Alejandro “Alito” Moreno -el dirigente más desprestigiado fuera y dentro de su partido en décadas- y el de Marko Cortés -quien recién exhibió, por escrito, las menudencias políticas sobre las que sella acuerdos-, hay que asumir que se ha renunciado a una apuesta audaz y novedosa porque sólo se aspira a recoger las migajas.
En este espacio se ha referido la proeza lograda por Manlio Fabio Beltrones mediante su senaduría durante el gobierno Calderón (2006-2012), cuando encabezó una estrategia bisagra a partir de una bancada que era tercera minoría. Se antoja cada vez más difícil reproducir esa hazaña política.
Este panorama coloca en una situación harto incómoda a Xóchitl Gálvez, abanderada de la coalición opositora para enfrentar a la señora Sheinbaum; aparenta recorrer un camino dañado por sus propios aliados, que parecen sólo una función instrumental para garantizar su registro y alentar algunas candidaturas alternas.
El oficialismo presencia también cómo el horizonte de MC se va estrechando según aumentan los jaloneos internos en la definición de sus propias candidaturas. Bajo todo escenario, el partido de Delgado Rannauro difícilmente logrará mantener la docena de senadurías de las que goza actualmente.
Sin un urgente golpe de timón opositor, se deberá esperar un triunfo del oficialismo a falta de contrincantes dignos, lejos de la estatura necesaria. Un triunfo “por default”.
Apuntes:
Morena y sus partidos satélite están convencidos de que podrán recuperar al menos tres alcaldías clave en la capital del país: Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Tlalpan. En Cuauhtémoc la carta morenista será Catalina Monreal, hija del líder senatorial Ricardo Monreal. En la acera opositora aún no está claro el panorama ante la profusión de ocurrencias en las que ha incurrido la alcaldesa con licencia Sandra Cuevas. En Miguel Hidalgo, el empresario Miguel Hidalgo se perfila como un adversario fuerte a las aspiraciones de Mauricio Tabe para conservarse en el puesto. Tlalpan es gobernada por Alfa González, quien buscará reelegirse. Deberá enfrentar a Gabriela Osorio, o a Pedro Haces hijo. A la primera, que ya lanzó una intensa promoción personal, se le atribuye cercanía con la aspirante presidencial Claudia Sheinbaum; el segundo es respaldado por su padre, el controvertido líder una organización sindical. La penetración de Morena está siendo impulsada ahí también por Alfonso Ramírez Cuéllar, actor relevante en el equipo Sheinbaum y carta fuerte para buscar la coordinación de la bancada del oficialismo en la próxima legislatura de la Cámara de Diputados.