/ viernes 20 de octubre de 2023

Mujeres sonriendo frente a los barrotes  

Hace unos meses fui al Reclusorio de Mujeres a impartir un taller relacionado con la lengua escrita de manera general y en particular con la poesía. Fui invitada por la Dra. en Pedagogía Bethania Arango. Antes de ir, leí el único libro que pude encontrar con informaciones al respecto, y que es Mujeres reclusas en Aguascalientes. Un estudio desde la perspectiva de género. (2007), y que agradezco, por razones obvias, pues el texto permite un acercamiento a este mundo difícil para todos, pero con mayor razón para las mujeres. Lo constato cuando la doctora Bethania y yo atravesamos el patio para llegar a la Biblioteca del reclusorio a las 4:30 de la tarde y algunas mujeres están sentadas con algún niño pequeño cerca y otras dos amamantan a sus bebés. Tener a sus hijos ahí o dejarlos fuera en manos de parientes, agrava mucho su condición de presas.

Me han dicho que son treinta las que pasarán a la Biblioteca. Ellas se acomodan con sus sillas alrededor de una gran mesa rectangular. El salón es agradable, bien iluminado y ventilado, la pared del lado izquierdo está cubierta de estantes con libros, mientras del lado derecho se abren grandes ventanales al patio. Ellas se preparan para presentar sus exámenes de Preparatoria abierta. Mi colega les asesora en cuanto a Matemáticas. Yo vengo a recordarles algunos elementos formales de la poesía y a compartirles algunas palabras que puedan mostrar empatía por su situación, que las hagan reflexionar o que las motiven a ver las situaciones que viven desde otra perspectiva. Para esto he elegido dos poemas del libro Falsa muda de la poeta hidrocálida Giselle Ruiz. La atención que ponen a lo que digo es sobresaliente. Me conmueve ver tanta cara joven y bonita. Todas lucen limpias, bien peinadas y nadie parece distraída o incómoda. Saludan a su maestra con un gusto genuino y escuchan atentamente cuando ella me presenta: Yo quisiera preguntarles sus nombres, me gustaría saber algo más de cada una, pero el tiempo es reducido. Procedemos a la lectura de los poemas elegidos.

--Nos hablan de lo bien que nos vendría disponer de jaulones o voladeras/ u horarios de salida para poder realizar vuelos largos, nos hablan de los /beneficios de tomar el sol y darnos largas duchas en cuencos reducidos, /nos hablan también de lo sustancial de guardar las proporciones: No más / de ocho aves por metro cuadrado, no más de sesenta minutos afuera, no /más de cuatro centímetros de profundidad en nuestras tinas. A nadie le he / dicho que puedo ver nuestra existencia aproximarse al fuego: quemamos /a voluntad estas alas recién estrenadas para que no puedan regodearse /con nuestro vuelo. Supuestamente, el cielo toma el color de aquello que /lo atraviesa. Desde aquí percibo como se va volviendo invisible

Les pido que lean los poemas en voz alta. Lo hacemos en coro y después otras lo hacen individualmente. Luego, guardan silencio. Se percibe que lo han entendido y que les duele. Alguien levanta la mano y hace un comentario. Dice que le ha gustado mucho, me pregunta si van a leer otro poema. Les digo que sí. Éste lo leo yo. Les pido que me pregunten cualquier cosa. Me piden que les explique el significado del título del libro. Les comento que “falsa muda” tiene, primero, la intención de referirse a una condición de las aves en cautiverio y luego, cómo esa condición también se puede ver reflejada en los seres humanos. Les pido que leamos, ahora todas juntas, el siguiente poema y que sientan, desde su ritmo y su tono, un aliento de alegría, a pesar de todo.

Primero, el epígrafe ¿qué? Se llama epígrafe a los versos de otro poeta y que a veces pueden encabezar el poema. “Nos tejimos juntos, /como las flores de un mantel”. Alex Ferreira

Sonríes frente a los barrotes/que levantas a los condenados, /no estoy sola en el dar a luz nacemos de entre tus palabras:/deformes, enfermos, desnudos de rabia, /solos sin haber llegado al primer llanto. /Es la hora del grito mudo:/No aprendo a hablar y mi sueño/insiste en mostrarte el vuelo. /Puedo erguirme en dos patas/pero nunca/por encima de tu hombro, /los otros se van quedando en rincones/no pían, /el canto en su correspondencia desaparece/mientras mi corazón busca aprisionarlo. /¿Cuánto dolerá el golpe si me arrojo de tu nido?/Tal vez la rama no es rama/ni la tiniebla se presente al azar. /La gracia es un don que no conozco/y lo que soy ya escapa de mi centro, /yo no me recuerdo alada/por eso busco derretirme al sol. Les pido que seleccionen el verso con el que se vayan a quedar. Me despido. Varias mujeres se acercan, me saludan de mano. Me preguntan si voy a regresar. Les digo que sí. Ojalá lo pueda cumplir.

Hace unos meses fui al Reclusorio de Mujeres a impartir un taller relacionado con la lengua escrita de manera general y en particular con la poesía. Fui invitada por la Dra. en Pedagogía Bethania Arango. Antes de ir, leí el único libro que pude encontrar con informaciones al respecto, y que es Mujeres reclusas en Aguascalientes. Un estudio desde la perspectiva de género. (2007), y que agradezco, por razones obvias, pues el texto permite un acercamiento a este mundo difícil para todos, pero con mayor razón para las mujeres. Lo constato cuando la doctora Bethania y yo atravesamos el patio para llegar a la Biblioteca del reclusorio a las 4:30 de la tarde y algunas mujeres están sentadas con algún niño pequeño cerca y otras dos amamantan a sus bebés. Tener a sus hijos ahí o dejarlos fuera en manos de parientes, agrava mucho su condición de presas.

Me han dicho que son treinta las que pasarán a la Biblioteca. Ellas se acomodan con sus sillas alrededor de una gran mesa rectangular. El salón es agradable, bien iluminado y ventilado, la pared del lado izquierdo está cubierta de estantes con libros, mientras del lado derecho se abren grandes ventanales al patio. Ellas se preparan para presentar sus exámenes de Preparatoria abierta. Mi colega les asesora en cuanto a Matemáticas. Yo vengo a recordarles algunos elementos formales de la poesía y a compartirles algunas palabras que puedan mostrar empatía por su situación, que las hagan reflexionar o que las motiven a ver las situaciones que viven desde otra perspectiva. Para esto he elegido dos poemas del libro Falsa muda de la poeta hidrocálida Giselle Ruiz. La atención que ponen a lo que digo es sobresaliente. Me conmueve ver tanta cara joven y bonita. Todas lucen limpias, bien peinadas y nadie parece distraída o incómoda. Saludan a su maestra con un gusto genuino y escuchan atentamente cuando ella me presenta: Yo quisiera preguntarles sus nombres, me gustaría saber algo más de cada una, pero el tiempo es reducido. Procedemos a la lectura de los poemas elegidos.

--Nos hablan de lo bien que nos vendría disponer de jaulones o voladeras/ u horarios de salida para poder realizar vuelos largos, nos hablan de los /beneficios de tomar el sol y darnos largas duchas en cuencos reducidos, /nos hablan también de lo sustancial de guardar las proporciones: No más / de ocho aves por metro cuadrado, no más de sesenta minutos afuera, no /más de cuatro centímetros de profundidad en nuestras tinas. A nadie le he / dicho que puedo ver nuestra existencia aproximarse al fuego: quemamos /a voluntad estas alas recién estrenadas para que no puedan regodearse /con nuestro vuelo. Supuestamente, el cielo toma el color de aquello que /lo atraviesa. Desde aquí percibo como se va volviendo invisible

Les pido que lean los poemas en voz alta. Lo hacemos en coro y después otras lo hacen individualmente. Luego, guardan silencio. Se percibe que lo han entendido y que les duele. Alguien levanta la mano y hace un comentario. Dice que le ha gustado mucho, me pregunta si van a leer otro poema. Les digo que sí. Éste lo leo yo. Les pido que me pregunten cualquier cosa. Me piden que les explique el significado del título del libro. Les comento que “falsa muda” tiene, primero, la intención de referirse a una condición de las aves en cautiverio y luego, cómo esa condición también se puede ver reflejada en los seres humanos. Les pido que leamos, ahora todas juntas, el siguiente poema y que sientan, desde su ritmo y su tono, un aliento de alegría, a pesar de todo.

Primero, el epígrafe ¿qué? Se llama epígrafe a los versos de otro poeta y que a veces pueden encabezar el poema. “Nos tejimos juntos, /como las flores de un mantel”. Alex Ferreira

Sonríes frente a los barrotes/que levantas a los condenados, /no estoy sola en el dar a luz nacemos de entre tus palabras:/deformes, enfermos, desnudos de rabia, /solos sin haber llegado al primer llanto. /Es la hora del grito mudo:/No aprendo a hablar y mi sueño/insiste en mostrarte el vuelo. /Puedo erguirme en dos patas/pero nunca/por encima de tu hombro, /los otros se van quedando en rincones/no pían, /el canto en su correspondencia desaparece/mientras mi corazón busca aprisionarlo. /¿Cuánto dolerá el golpe si me arrojo de tu nido?/Tal vez la rama no es rama/ni la tiniebla se presente al azar. /La gracia es un don que no conozco/y lo que soy ya escapa de mi centro, /yo no me recuerdo alada/por eso busco derretirme al sol. Les pido que seleccionen el verso con el que se vayan a quedar. Me despido. Varias mujeres se acercan, me saludan de mano. Me preguntan si voy a regresar. Les digo que sí. Ojalá lo pueda cumplir.