Cuando una persona se priva de la existencia o cuando realiza cualquier intento para ello, la familia del suicida tiene fuertes repercusiones emocionales que los pueden afectar de por vida o incluso llevar por el mismo camino si no reciben tratamiento psicológico.
El director del Salud Mental del Instituto de Servicios de Salud del Estado (ISSEA), Héctor Grijalva Tamayo, puso de manifiesto que un suceso de esta naturaleza al interior de un núcleo familiar deja sentimientos de impotencia y sentimientos de culpa.
“Los familiares inevitablemente resultan dañados. Cuando es el padre de familia o la madre de familia quien lo intenta, los hijos salen muy afectados porque se sienten no queridos, no tomados en cuenta, que no son lo suficientemente valiosos para sus padres, que no piensan en ellos. Y cuando el que hace el intento es un hijo, a los padres les entra una terrible angustia porque ellos se sienten responsables y que de alguna manera lo provocaron”, expuso.
Grijalva Tamayo insistió en que en todos los casos de suicidios consumados o que quedan en intento, es necesario que se someta a terapia urgente, pues de lo contrario el problema puede agraviarse.
El funcionario médico se refirió también a la conducta de los elementos policiales ante cualquier intento de autoprivación de la vida, quienes al rescatar a un presuicida o quien intenta quitarse la existencia, trasladan a esas personas a la Secretaría de Seguridad Pública.
“Lo que tendrían que hacer es traerlo con nosotros. Eso lo hemos tratado en muchas ocasiones y no lo hemos logrado. Los tratan como delincuentes y no como un suicida en potencia, lo que hace que estas personas se depriman más y lo vuelvan a intentar, esto tiene muy serias repercusiones”, manifestó finalmente.
Frase
“Los familiares de un suicida o un presuicida deben someterse urgentemente a terapia”.
Héctor Grijalva Tamayo
Director de Salud Mental del ISSEA