/ miércoles 12 de junio de 2019

Sentencia colateral a familiares de presos

De los 839 internos que tiene en estos momentos el penal para varones de Aguascalientes, apenas 23.83%, unos 200, reciben visitas regulares los días de visita

Cada jueves y domingo, un promedio de 700 familiares de personas presas en los Centros de Reeducación Social de Aguascalientes deben cumplir su propia sentencia, impuesta de facto por sus hijos, esposos y familiares que violaron la ley, han sido condenados a pasar varios años en reclusión o están a la espera de la determinación que un juez dé a su caso. La cita es tempranera.

A las 08:00 horas de la mañana se abren las puertas de los dos penales de Aguascalientes, uno destinado para hombres y otro para mujeres y el de alta seguridad enclavado en el municipio de El Llano, a 41.1 kilómetros de la capital del estado, donde se traslada a todos los delincuentes sentenciados.

De los 839 internos que tiene en estos momentos el penal para varones de Aguascalientes, apenas 23.83%, unos 200, reciben visitas regulares los días de visita.

En El Llano hay 510 presos, a 300 de los cuales sus familiares, principalmente mujeres, realizan una visita continua. Una situación distinta se vive en el Cereso Femenil, donde hay 85 mujeres recluidas, a quienes visitan 120 personas cada semana, de acuerdo a información proporcionada por la Secretaría de Seguridad Pública estatal.

Entrar a estos sitios no es fácil, para lograrlo se tiene que comprobar un parentesco directo con algún interno, realizar una solicitud acompañada de original y copia de la credencial del INE, acta de nacimiento y comprobante de domicilio, además de someterse a una revisión de antecedentes penales.

Quienes lograr reunir los requisitos, obtienen una credencial que les permite llegar sin problemas hasta la zona de revisorios donde, invariablemente, serán sometidos a una exploración física que permita comprobar no portan drogas o artículos ilegales en su cuerpo y pertenencias.

La misma revisión se realiza a la comida que suelen llevar al lugar, ya sea para consumir con sus allegados o para dejárselas y que no extrañen la sazón hogareña mientras se encuentran privados de su libertad.

Adicionalmente los visitantes, generalmente mujeres, madres de los infractores de la ley, deben portar obligatoriamente una playera amarilla, para distinguirse fácilmente en caso de una situación de riesgo y se les facilite la salida.

Ya en el interior del patio de visita, se permite cierto contacto físico con los presos, siempre bajo la celosa vigilancia de los guardias del sitio. A las 16:00 se anuncia que la visita ha terminado y se vive una nueva separación, los presos deben volver a sus celdas y sus familiares a sus casas.

Cada jueves y domingo, un promedio de 700 familiares de personas presas en los Centros de Reeducación Social de Aguascalientes deben cumplir su propia sentencia, impuesta de facto por sus hijos, esposos y familiares que violaron la ley, han sido condenados a pasar varios años en reclusión o están a la espera de la determinación que un juez dé a su caso. La cita es tempranera.

A las 08:00 horas de la mañana se abren las puertas de los dos penales de Aguascalientes, uno destinado para hombres y otro para mujeres y el de alta seguridad enclavado en el municipio de El Llano, a 41.1 kilómetros de la capital del estado, donde se traslada a todos los delincuentes sentenciados.

De los 839 internos que tiene en estos momentos el penal para varones de Aguascalientes, apenas 23.83%, unos 200, reciben visitas regulares los días de visita.

En El Llano hay 510 presos, a 300 de los cuales sus familiares, principalmente mujeres, realizan una visita continua. Una situación distinta se vive en el Cereso Femenil, donde hay 85 mujeres recluidas, a quienes visitan 120 personas cada semana, de acuerdo a información proporcionada por la Secretaría de Seguridad Pública estatal.

Entrar a estos sitios no es fácil, para lograrlo se tiene que comprobar un parentesco directo con algún interno, realizar una solicitud acompañada de original y copia de la credencial del INE, acta de nacimiento y comprobante de domicilio, además de someterse a una revisión de antecedentes penales.

Quienes lograr reunir los requisitos, obtienen una credencial que les permite llegar sin problemas hasta la zona de revisorios donde, invariablemente, serán sometidos a una exploración física que permita comprobar no portan drogas o artículos ilegales en su cuerpo y pertenencias.

La misma revisión se realiza a la comida que suelen llevar al lugar, ya sea para consumir con sus allegados o para dejárselas y que no extrañen la sazón hogareña mientras se encuentran privados de su libertad.

Adicionalmente los visitantes, generalmente mujeres, madres de los infractores de la ley, deben portar obligatoriamente una playera amarilla, para distinguirse fácilmente en caso de una situación de riesgo y se les facilite la salida.

Ya en el interior del patio de visita, se permite cierto contacto físico con los presos, siempre bajo la celosa vigilancia de los guardias del sitio. A las 16:00 se anuncia que la visita ha terminado y se vive una nueva separación, los presos deben volver a sus celdas y sus familiares a sus casas.

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