Si bien por patrimonio y cuestión de historia, Aguascalientes es impensable sin el ferrocarril, dada la influencia que esta actividad trajo en sectores como arquitectura, religión, cultura, entre otros, al momento de su desaparición, en la década de los 90, la industria automotriz amortiguó el impacto económico.
La llegada de esta actividad industrial a la entidad tuvo una amplia repercusión, ya que luego de la apertura de hoteles en los que se hablaban diversos idiomas, como alemán, francés, inglés, italiano, ruso, entre otros, generó inversiones extranjeras; “Aguascalientes no iba a ser sede episcopal, sería Teocaltiche pero con la llegada del ferrocarril fue”, así lo señaló José Luis García Ruvalcaba, Presidente del Comité Internacional de Conservación del Patrimonio Industrial Capítulo México.
Asimismo, el experto mencionó que a principios del Siglo XX, Aguascalientes tenía cerca de 65 mil habitantes, cuyo 30% se desempeñaba en empresas del sector ferroviario, mientras que el resto se dedicaba a la textil, agricultura, minería, alimentaria, entre otras actividades; “no sabría decirte que porcentaje tendría ahorita por la cantidad de habitantes pero al menos 30 mil personas están dentro de las empresas automotrices y de todas las empresas subsidiarias”.
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Por su parte, el director general del Instituto Cultural de Aguascalientes, Carlos Reyes Sahagún, refirió que el auge del ferrocarril duró una década y posteriormente se fue cayendo, poco a poco, por lo que luego del cierre de los talleres, aunado a la llegada de la industria automotriz y lo que esto representó, “no se sintió, el peso específico, la importancia económica de Aguascalientes se trasladó a la industria automotriz”, concluyó el historiador.
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