La terrible noticia del fallecimiento, el pasado viernes, del exalcalde Adrián Ventura Dávila y otras cuatro personas, al estrellarse la avioneta en que viajaban, ha motivado a una parte de la población, a recordar que otro miembro de la misma familia también perdió la vida al venirse a tierra el primer vuelo comercial que salió de Aguascalientes, rumbo a la Ciudad de México.
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La crónica de los hechos, escrita en su momento en las páginas de EL SOL DEL CENTRO por el periodista Ramón Morales jr, relata de manera puntual cómo en pocas horas, el estado entero pasó de la alegría a la incertidumbre y posteriormente a la consternación y el asombro, al conocerse el trágico destino de:
Los 18 ocupantes de la aeronave Douglas DC-3, matrícula XA-GEV, que partió de la pista del Aeropuerto de Aguascalientes, situado a las 17:03 horas del 10 de abril de 1968.
Entre las víctimas mortales, se encontraban el joven ingeniero petrolero César Enrique Olivares Ventura, hijo del entonces gobernador Enrique Olivares Ventura y quien abordó la aeronave en representación del mandatario estatal, que debió quedarse en la ciudad para atender asuntos propios de su cargo.
También viajaba el señor Antonio Landín, hijo del profesor del mismo nombre y un destacado empresario de la localidad, Ricardo Vargas, quien fue el primer y único pasajero que cubrió el costo del pasaje. En total volaron cerca de 18 personas, quienes perdieron la vida.
Hubo quienes se confiaron a llegar tarde, pues hasta entonces en Aguascalientes se desconocía el procedimiento a seguir para abordar un avión, y para su fortuna perdieron el vuelo. Entre quienes salvaron la vida por su impuntualidad estuvieron el periodista Juan José Gaytán y un camarógrafo de televisión nacional, enviado específicamente a cubrir el evento, así como Sergio Hurtado Vázquez, conocido locutor y a la sazón líder estatal del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio y Televisión (STIRT).
A despedir a los pasajeros, casi todos invitados por la empresa Aerovías Rojas de México, nadie imaginaba que éste se estrellaría kilómetros antes de arribar al aeropuerto internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, en la zona conocida como Villa del Carbón, una zona boscosa en el Estado de México.
La llegada de la entonces moderna aeronave se convirtió en todo un acontecimiento, los pasajeros fueron recibidos por el gobernador Olivares y personalidades del momento y despedidos entre porras y vítores.
El vuelo debería tener una duración de una hora con 55 minutos, sin embargo, una falla mecánica lo hizo perder altura, hasta que terminó destrozado en el cerro mencionado. A pesar que entonces los medios de comunicación eran más lentos, la noticia corrió como reguero de pólvora y de inmediato la aeronave se reportó como perdida, al tiempo que se inició una búsqueda intensiva, la cual concluyó con el hallazgo de los restos y la confirmación que las 18 personas a bordo habían perdido la vida.
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